A su llegada a la Rectoría, el rector Hernán Larraín era director de la carrera de Psicología de la Universidad Católica de Chile y director de la Revista Mensaje. Era un respetado y sobresaliente intelectual, representaba un posición más tolerante y abierta de la Universidad al mundo externo.
En su Rectoría se creó el Consejo de Directores, en el que participaban todos los directores de escuelas y el presidente de la Federación de Estudiantes.
El 1 de noviembre de 1961 la Santa Sede decretó el reconocimiento de la UCV de los derechos, honores y privilegios propios de una universidad católica en todo el orbe, conforme con el derecho. Se reconocían y aprobaban los estatutos existentes y nombraban como Gran Canciller al Obispo para que presidiera y vigilase a nombre de la Santa Sede, en conformidad con la constitución apostólica Deus Scientiarum Dominus.
Durante su rectorado, se experimentó un significativo incremento del alumnado y de académicos de jornada completa. Al culminar su mandato, los primeros ascendían a 2.846 y los segundos a 538, de los cuales 97 eran full time.
Bajo su rectorado se creó el Instituto de Arqueología, en 1961, a cargo del académico austríaco Julius Spiner y el Centro de Cooperación Social, con participación de todas las escuelas.