Marzo 2020
"La fuerza indómita de esta tierra me ha demostrado que la valentía, el temple y la intención son fundamentales a la hora de construir buenas relaciones que cimenten el camino para el aprendizaje", señala la ex alumna de la carrera de Educación Diferencial (actual Educación Especial) de la PUCV Carolina Andrea Pabst Cánepa, quien se desempeña como Coordinadora del Programa de Integración Escolar y Convivencia Escolar de la Escuela Básica Aonikenk, de la comuna de Río Ibáñez, Región de Aysén.
Egresada el año 2010 de la PUCV, desde el año 2017 trabaja en el DAEM de Río Ibáñez y desde el 2019 en la Escuela Básica Aonikenk. "Mi rol se basa en la generación y coordinación de acciones de apoyo a la gestión del establecimiento, con foco en la inclusión y la formación en convivencia de los y las estudiantes, reconociendo la riqueza del contexto socio cultural de la comunidad y la importancia del vínculo con las familias como agentes formadores y transformadores de cambio", cuenta.
Agrega que "a partir de ello, me desenvuelvo directamente en torno a la normativa dispuesta en el decreto 170 para los Programas de Integración Escolar y la política Nacional de Convivencia Escolar, considerando la planificación y ejecución de estrategias en conjunto a los profesionales que forman parte del equipo PIE (educadores, psicólogo y fonoaudiólogo), el equipo docente y la comunidad educativa en general, tales como talleres para padres y apoderados, difusión en medios locales (participación en el espacio radial "La escuela informa" de radio Padre Antonio Ronchi), acompañamiento a la co- docencia, refuerzo de equipos de aula, co- capacitación docente, entre otros".
Acerca de sus inicios laborales, recuerda que comenzó trabajando en colegios particulares subvencionados de las comunas de La Calera y Quillota. "Lo que me motivó a generar este cambio personal y laboral fue la necesidad interna de conocer nuevas realidades, desafiarme a flexibilizar mi práctica en contextos socio-culturales diversos y constituir un aporte social mucho más potente y real que lo realizado previamente", dice.
Reconoce que su actual rol implica un desafío constante. "Desde lo personal, basta con mencionar la lejanía con mi núcleo familiar, junto a la necesidad de modular diariamente en mis emociones para poder regular, orientar, contener, organizar, crear y co- crear realidades nutritivas para los estudiantes, docentes y familias con las que trabajo. Desde lo pedagógico, mi principal desafío es vincular de manera consciente mis saberes disciplinarios con el contexto en el que me desenvuelvo, matizando los lineamientos ministeriales que convocan a la educación especial y a la convivencia escolar, con las reales necesidades, intereses y motivaciones de los estudiantes; esto, considerando siempre, la riqueza y valor único de la cultura y costumbres de los miembros de la localidad", confidencia.
Al ser consultada por los desafíos para los educadores diferenciales/especiales en Chile, responde: "creo que nuestro principal reto es el llamado a seguir siendo motores de cambio en educación, brindando nuevas miradas sobre la valía de la diversidad y la importancia del reconocimiento mutuo, vincularnos fuertemente con el medio, y por supuesto, extender el alcance de la educación especial a otras fuentes de conocimiento, a otros contextos labores y, ojalá, a cada rincón del país".
Paso por la PUCV
Carolina Pabst decidió estudiar Educación Diferencial en la PUCV principalmente "por la flexibilidad y amplitud de roles que se desprenden de la educación especial, entendiéndola como una oportunidad de abrir nuevos caminos y reconocer los talentos de todos y todas. Además, me encantan los desafíos intelectuales, conocer sobre distintas disciplinas, tener la posibilidad de construir colaborativamente realidades; todo eso lo encontré en la malla que ofrecía y ofrece la carrera. Por otro lado, el sello valórico de la universidad es inigualable, su tradición y sustento pedagógico, al menos en la región, es único".
"Considero que la decisión de haber estudiado en la PUCV fue un acierto absoluto, no sólo por la tradición y reconocimiento de la institución, sino que también, por la calidad, preocupación, enfoque y experiencia de sus formadores", añade.
De su paso por el Campus Sausalito dice tener los mejores recuerdos, ya que construyó relaciones sólidas y duraderas, manteniendo vínculos hasta hoy con docentes, amigas y colegas.
Hoy rememora especialmente a profesores que fueron claves en su etapa de formación: "el temple y experiencia de María Luz Morillo, la consecuencia y convicción social de Cristina Julio, la disciplina de Elizabeth Donoso, la empatía y cercanía de Sandra Silva, el humor de Sergio Gatica, el juicio de Marcia Prieto, la filosofía de vida de Jorge Vogel... son muchos los formadores que permearon mi constitución personal y profesional".
Agrega que recuerda con mucha intensidad sus experiencias prácticas, "donde día a día se presentaban nuevos desafíos intelectuales y éticos que reforzaban mi voluntad de ser un agente de cambio, de poder permear realidades y constituir un aporte desde la vereda de la diversidad y la inclusión.
Finalmente, envía un mensaje a quienes hoy cursan la carrera: "perseverancia, respeto, humildad, consecuencia, fuerza y convicción, ¡ante todo y para todos!"
Por Gabriela Rodríguez M.
Escuela de Pedagogía PUCV