“Es una cultura completamente diferente a la de nosotros, aunque en temas de relaciones de familia hay cosas que se asemejan. Como mujer soltera hay que lidiar con hartas cosas feas. No es un lugar muy seguro, de hecho India se reconoce como el peor país para ser mujer. Sin embargo, ha sido una experiencia increíble. Mi trabajo ha sido un gran desafío personal y una de las labores más gratificantes que he realizado como educadora”, explica Ingrid.
La organización para la cual trabaja tiene 107 escuelas llamadas “Good Shepherd Schools” y se ubican en distintas regiones del país, con una matrícula de 27 mil estudiantes. “Soy una mujer cristiana. Mi fe me trajo a India, porque sentía que tenía que venir y hacer algo acá. Siempre tuve las ganas de ayudar a la gente y como estaba la posibilidad me vine. La organización donde trabajo es sin fines de lucro y el proyecto educativo que desarrollan son escuelas para los niños dalit. En India la sociedad se divide por castas y los dalit son considerados fuera de ellas. Antiguamente se consideraba que habían nacido para realizar las tareas más sucias y por mucho tiempo no tuvieron derecho a salud ni educación”, cuenta.
Ingrid trabaja como coordinadora de un programa de lecto-escritura, el cual permite que más de 15 mil estudiantes aprendan inglés.
“Consiste en un proyecto basado en 'Fun Family Phonics', un programa canadiense que junto a su autora adaptamos para las escuelas Good Shepherd. Parte desde pre-kínder hasta segundo básico y es nuestro currículum de lenguaje. Mi trabajo desde el 2011 ha consistido principalmente en desarrollar este currículum, elaborar los libros para los alumnos y las guías de los profesores, hacer el entrenamiento de nuestros docentes que enseñan el programa, y trabajar en el Instituto de Profesores del cual se gradúan entre 25 y 30 académicos, los que, después de tomar un año de entrenamiento, son designados a trabajar en alguna de nuestras escuelas”, expone.
Por qué estudiar Educación Especial
Ingrid Meneses cuenta que la decisión de estudiar Educación Especial se gatilló mientras participaba en un trabajo de voluntariado en una iglesia. Allí se realizaban talleres para niños y conoció a Alejandro, de 5 años con una enfermedad degenerativa muscular, y empezó a buscar formas de ayudarlo debido a su condición.
Hoy recuerda su paso por la PUCV con cariño y a su carrera como muy estricta, pero “de buena forma”, aclara, pues le entregó una formación rigurosa.
Rememora estos años universitarios como de mucho compañerismo, buenos profesores y el entorno natural del Campus Sausalito.
En lo laboral, tras titularse, Ingrid realizó un reemplazo, trabajó en el sistema público y privado en proyectos de integración. Por cerca de cinco años ejerció en establecimientos educacionales de Quillota, Concón y Viña del Mar.
Luego, vino el viaje a India y la implementación del programa de lecto-escritura en inglés. La ex alumna destaca que las habilidades aprendidas en la carrera de flexibilidad, capacidad de adaptación y sensibilidad ante las diferencias, fueron muy relevantes en su actual desempeño laboral.
Por eso, recomienda a quienes actualmente estudian la carrera que “se atrevan a innovar en términos del lugar donde una educadora diferencial puede trabajar. El campo es súper amplio y teniendo las capacidades de base es posible desempeñarse en cualquier contexto”.
En julio de este año, Ingrid pretende regresar a Chile. Seguirá colaborando con las escuelas Good Shepherd como consultora y continuará trabajando con la autora del programa de inglés "Fun Family Phonics" para implementarlo en otras latitudes. Tal vez su próximo destino sea Ruanda. “Me gustaría seguir trabajando en otros países y desarrollar el tema de la sensibilidad cultural en educación, lo cual se da desempeñando nuestra labor como educadores en nuestro propio país”, sintetiza.