Abril 2019
Entre finales del siglo XIX y principios del XX, Barcelona era reconocida como el centro mundial de la guitarra clásica. Sin embargo, la época de oro de este instrumento musical fue perdiendo protagonismo por el contexto histórico de la Guerra Civil Española. En 1995 comenzó a resurgir gracias al movimiento altruista de un grupo de profesores y maestros, quienes buscaban volver a posicionarlo en la escena musical catalana con la creación del I Concurso Internacional de Guitarra de Barcelona, que tuvo al maestro chileno Eulógio Dávalos como director.
Sin embargo, fue 10 años después cuando se logra reafirmar la segunda edición del evento, hoy conocido como Certamen Internacional de Guitarra de Barcelona “Miquel Llobet”. En este concurso la presencia nacional ha sido muy importante, pues así como su primer director fue chileno, varios otros compatriotas han tenido destacadas participaciones, entre ellos Esteban Espinoza, Emerson Salazar e Ignacio Barra, todos miembros de la comunidad del Instituto de Música de la PUCV.
Para este último, la participación en el festival catalán fue sorpresiva. ”Me llegó un correo electrónico diciendo que habían visto mis videos en YouTube, que les había gustado mucho y preguntaban si tenía algunas partituras para programarlas en el concurso. Al principio no lo creí”, comenta. La participación se concretó en 2017, año en el que su grupo Belstrings tocó con los finalistas y él fue compositor arreglista. Además, esta oportunidad los llevó a tocar en importantes escenarios en otras ciudades españolas, como Madrid, y en países como Alemania, Bélgica e Italia.
El año pasado, Ignacio Barra volvió al certamen de LLobet, esta vez como concursante. “Como conocía el funcionamiento desde dentro, iba muy preparado y mentalizado con mis ideas y propuestas musicales innovadoras, pero al llegar y ver el nivel de los demás aspirantes comenzaron un poco los nervios”, recuerda. Al pasar las etapas, la tranquilidad del recibimiento del jurado y su experiencia lo posicionaron entre los favoritos.
La final se vivió en una emocionante tarde de noviembre en sala Oriol Martorell del Auditori de Barcelona, puesto que hubo resultados dispares entre el público y el jurado, criterios que finalmente dieron por ganador a Ignacio Barra quien compartió podio con Jonathan Parkin, de Inglaterra, y el también chileno, Giancarlo Scevola.
Este importante reconocimiento llegó para consolidar la carrera del músico formado en las aulas del Instituto de Música de la PUCV, quien además de interpretar, componer y hacer los arreglos para Belstrings, compatibiliza el tiempo con su labor de intérprete musical y la de profesor de guitarra para niños. “Lo que más valoro de este premio es que entré directamente al círculo de guitarristas internacionales, abriendo puertas en otras partes del mundo. Por otro lado, siento que hemos impulsado el valor musical del trabajo que hacemos con Belstrings, porque podemos estar en eventos, hacer música de corte más popular y al mismo tiempo dar valor a la música clásica”, destaca.
El premio también lo llevará a brindar conciertos en Chile, Argentina, España y Estados Unidos, además de grabar un disco para el sello español JSM Guitarra y realizar clases magistrales en universidades.
TRAYECTORIA MUSICAL
Cuando tenía diez años le regalaron su primera guitarra para Navidad, pero no la tocó hasta que recibió una beca en la escuela de un tío, con quién dio sus primeros pasos en la música. A los 12 comenzó a tomar clases particulares y tres años más tarde entró al Conservatorio de Música de la PUCV gracias a una beca que le permitió estudiar en el aula de Esteban Espinoza, renombrado académico y guitarrista de la Institución, mientras realizaba su enseñanza básica y media en el Colegio Rubén Castro de Viña del Mar. “Es un ritmo súper exigente, pero si eres metódico, ordenado y te gusta la música, se puede. Yo estudiaba guitarra en los recreos o llegaba a las 7 de la mañana para repasar antes de entrar a clases”, rememora.
Al completar sus cinco años de guitarra básica en el conservatorio, con 18 años dio las pruebas para continuar su formación universitaria en el Instituto de Música de la PUCV, donde siguió de la mano de Espinoza. “Tuve el honor de estudiar con él, que era mi guitarrista favorito de Chile, un ídolo en lo que hace, lo que me motivó en el día a día”, reconoce. Además, entre las experiencias que rescata de su paso por la Casa de Estudios, cuenta que tuvo la oportunidad de grabar un disco con música de compositores chilenos vinculados a la PUCV. Entre otros, escribieron obras inéditas para él algunos alumnos de composición, egresados y profesores del IMUS.
Belstring es uno de los primeros proyectos musicales de Ignacio Barra, agrupación que según cuenta, nació de manera bastante curiosa de la mano de Daniel Olmos, quien fuera su profesor. Él lo convocó para formar un cuarteto de cuerdas que incluyera violín, cello y guitarra, lo que es poco común, para ser la carta musical de una cena anual de la SOFOFA. “En dos semanas me puse a hacer los arreglos y reunimos a otros compañeros para este trabajo que, por suerte, a la gente le gustó y resultó una excelente propuesta que perdura hasta hoy”, comenta.
Con este conjunto ha propuesto una mezcla de obras clásicas y arreglos de canciones más contemporáneas o populares, con la idea firme de acercar la música docta a todo tipo de público. Así se han presentado en contextos diferentes, desde grandes eventos con empresarios e instituciones, hasta conciertos para la comunidad en los cerros de Valparaíso después de uno de los incendios grandes que azotó la zona. “Nos dimos cuenta que a la gente disfruta con la música popular y la más académica. Lo importante es presentarla en un formato interesante, donde confluyen estos tipos de música sin discriminación. Los artistas tenemos que cumplir un rol social y contribuir con el acercamiento de la cultura a todos”, dice.
En este sentido, rescata la pasión por la música que esta agrupación pone en cada una de sus presentaciones, pues entre otras cosas, además de interpretar, los arreglos son adaptados y tratados cuidadosamente por él. “Soy guitarrista y para esto tuve que aprender a escribir música para otros instrumentos de cuerda, como violín y cello, así como a adaptar las voces que culminan en las obras que interpretamos. No somos de sacar partituras de internet y tocar, sino de preparar cada arreglo. Siento que el público valora eso y nos diferencia de otras agrupaciones", finaliza.
Por Genny Viedma