En 2003 llegó a Valparaíso a estudiar Historia y Geografía en la PUCV. Oriundo de San Vicente de Tagua Tagua, Sexta Región, vivió sus primeros años de universidad en una pensión en la subida Ecuador e hizo amistades que hasta el día de hoy perduran.
Desde que tiene memoria recuerda su gusto por la historia. "A los cuatro o cinco años revisaba atlas, enciclopedias y me gustaba mucho el tema de las banderas y la antigüedad", asegura Óscar. Con el pasar del tiempo, esos gustos se fueron profundizando, pero el tema de la enseñanza surgió recién en los últimos años de enseñanza media.
En la actualidad, hace clases en dos establecimientos educacionales. Durante las mañanas trabaja en el Colegio Técnico Alianza Educacional de Limache y durante las tardes en el Centro de Estudios y Capacitación para Sordos de Valparaíso (CECASOV), único liceo del país que cuenta con enseñanza pre-escolar, básica y media para personas con discapacidad auditiva.
¿Qué te motivó a elegir la Católica de Valparaíso?
Primero, la tradición y prestigio de la Universidad a nivel nacional e internacional y, segundo, por la magia que sentía al salir de mi sala de clases y ver el mar, una cuestión que siempre me ha gustado muchísimo. Yo, de un pueblo chico, de San Vicente de Tagua Tagua, pleno corazón de zona huasa, soñaba con estudiar frente a la costa.
En el ámbito profesional y personal, ¿qué ha significado haber cursado tus estudios superiores en la PUCV?
La Universidad Católica significó para mí todo lo que soy ahora en términos profesionales. Cuando uno es más científico, el tema religioso de la Universidad pasa a segundo plano, pero igual me sentí orgulloso cuando el año que entré pasó a ser Pontificia, porque le da un plus, te da un valor agregado, se establece un vínculo, una red global de universidades que, si bien compartas o no valores cristianos, reconocen a tu Institución como importante. En términos personales, conocí a muchos de los amigos que tengo hoy y con quienes me junto de vez en cuando, porque viven desde Arica a Punta Arenas, literalmente.
Luego de titularse en 2009, Óscar comenzó a trabajar en el Centro de Estudios y Capacitación para Sordos de Valparaíso (CECASOV), que desde 1988 acoge a estudiantes con discapacidad auditiva y en la actualidad es el único liceo del país que cuenta con pre- básica, básica, enseñanza media y talleres laborales en el país.
¿Cómo llegaste al Centro de Estudios y Capacitación para Sordos de Valparaíso?
La vida me llevó ahí, uno sale a buscar trabajo, entrega muchos currículums y quiere demostrar lo que sabe. Al principio fue súper difícil, llegué sin saber nada y me enseñaron lo básico, pero eso no te sirve para enseñar. Uno piensa que después de la universidad ya lo tiene todo, pero lo que me pasó al llegar al CECASOV fue súper diferente, me marcó y costó mucho, pero en esas salas de clases se viven cosas muy lindas, los mismos niños son los que te ayudan.
¿Cómo ves el tema de la inclusión de la comunidad sorda en Chile, teniendo en cuenta que el Censo de la Discapacidad de 2012 arrojó que son 488.511 las personas con diferentes grados de sordera en el país?
Yo aspiraría a que el nivel de inclusión, no de integración, donde de verdad se hace partícipe al sordo de las dinámicas sociales sea real, porque hoy en día uno sale a la calle y el mundo es de oyentes. Todavía falta mucho, se han conseguido algunas cosas, hay normativas legales que han dado paso, pero muchas veces las leyes se vulneran fácilmente en el día a día.
Mientras las personas sordas no entiendan cuáles son sus reales derechos, cuáles son las leyes que los defienden y los vuelven parte real de una sociedad, mientras no sean conscientes ellos de sus derechos, ¿cómo van a exigir igualdad? Es parte de nuestra tarea hacer que la comunidad sorda entienda su importancia y que ellos como agrupación exijan sus derechos, y que la sociedad oyente se dé cuenta que los sordos existen y que están ahí. Somos una sociedad súper compleja, cerrada y muchas veces un poco ciega, pero cuando te sacas la venda te das cuenta de que sí se pueden hacer muchos cambios.
¿Te sientes comprometido con el trabajo en el CECASOV?
Sí, el tema de la matrícula muchas veces nos asusta porque de ella depende la subvención que recibimos y uno por eso podría decir 'ya voy a estar un tiempo más acá y me voy', pero no, yo de ahí no me iría por lo que me genera como persona. Como colegio nos afectan mucho los proyectos de integración que otros liceos vienen incorporando hace algún tiempo, pero se entiende que los papás quieren a hijos oyentes, la mayoría quiere que vayan a un colegio normal cuando en el colegio tenemos acogida total para chicos con sus capacidades, con su esencia, con lo que son, sordos.
Uno nunca termina de aprender. Eres profesor de historia, de lenguaje y muchas veces pasas a ser hasta orientador de ellos, porque ya pasado el tiempo logras una comunicación que muchas veces es mejor que la que tienen en sus casas. El nivel de compromiso que nosotros tenemos que tener con ellos es a ese punto, muchas veces resolvemos problemáticas de nivel familiar que escapan de nuestro quehacer, pero si ellos llevan eso a la escuela, uno tiene que escucharlos. Es súper enriquecedor y hoy en día me genera la satisfacción de haber aprendido algo más.