Caminar, subir cerros, escaleras, saludar a los vecinos, admirar el mar y los murales de Valparaíso era una actividad habitual para Darío Espinoza (31 años), Ingeniero Comercial PUCV que llegó desde Rancagua a estudiar a esta ciudad que lo encantó y atrapó. Ese recorrido que realizaba a casa cada día lo motivó a crear “Lado B”, emprendimiento de turismo cultural que invita a conocer los cerros de Valparaíso, pero con una mirada alternativa.
“Queríamos descentralizar el turismo de lo que era el Cerro Alegre, Cerro Concepción y la Sebastiana, encontrábamos que Valparaíso era muy bonito desde Esperanza hasta Playa Ancha, por eso nos propusimos mostrar los dos extremos de la ciudad y también un turismo más comunitario. Pasamos por un sector más tradicional de Valparaíso, donde vive la gente del puerto, con vida de barrio, una ruta más auténtica”, señala Darío.
Esta idea se comenzó a gestar para un ramo de la universidad y al titularse la logró materializar, primero eran recorridos con amigos, hasta que el 2015 la formalizó y ahora se encuentra realizando el registro con Sernatur para obtener el certificado de calidad y sustentabilidad, además, ya comienza a tomar forma una página web donde podrán reservar cupos para hacer los tour por Valparaíso.
El frontis de nuestra Casa Central es el punto de encuentro de estas rutas que se repiten de jueves a domingo. “Subimos por el Ascensor Barón, luego la calle Diego Portales y seguimos hacia los murales, llegando a la casa clandestina que era de Pablo Neruda, es una joya de la ruta, ya que muy pocos la conocen, ahí estuvo escondido durante 1948. Luego bajamos una escalera, cruzamos la quebrada y llegamos al Cerro Larraín, ahí recorremos los 9 murales del proyecto “Valparaíso en Colores”, detalla Espinoza.
REINVENTARSE CON PERSEVERANCIA Y OPTIMISMO
Si eres de Rancagua ¿Por qué escogiste Valparaíso para crear este proyecto?
“Valparaíso fue mi segunda oportunidad académica, yo antes estudiaba en Santiago, tuve conflictos familiares y me vine a Valparaíso y todo cambió. Me gustó este sector y dije me la voy a jugar. Estuve trabajando en Santiago en una buena pega, con buen sueldo, era una empresa de fondos de inversiones, me preguntaron si quería seguir, pero dije no, vuelvo a Valparaíso. Hoy estoy buscando un trabajo que me permita compatibilizar con este proyecto, algo más estable, el emprendimiento es muy bonito, pero no es fácil”.
¿Cómo ha sido reinventar tu profesión desde tus intereses personales y proyecto de vida?
“La ingeniería comercial no sólo sirve para los bancos o trabajar en empresas financieras. Tuve varios conflictos internos con mi carrera, por el tema económico y la importancia que se le da a éste, yo no tenía esa visión tan arraigada. Hice una práctica en una ONG y ahí me di cuenta que la administración de empresas sirve para cualquier tipo de organización sin fines de lucro y me enfoqué más en la parte cultural. Además, soy parte de una fundación que se llama Cuático, ahí apoyo en temas de gestión para incubar proyectos culturales, donde aplicamos ingeniería a la gestión cultural y en su lenguaje. Tenemos un abanico de opciones como ingeniero comercial, se puede”.
¿Qué valoras de lo que aprendiste en la PUCV?
“La capacidad para poder presentar un proyecto, eso lo viví en un ramo, me di cuenta que mucho es actitud y creerse el cuento. Esa tranquilidad que debo tener en esas presentaciones me la dio mucho la universidad, estar empoderado cuando la presento. Toda la mecánica de la formulación de proyectos me sirvió mucho, porque me eché el ramo, ahora manejo esos conceptos al revés y al derecho. Por mi labor en gestión turística y cultural debo solicitar fondos para desarrollar proyectos y claramente te miran distinto si eres ingeniero comercial y además tienes un gran respaldado por ser PUCV”.
¿Cuál crees que ha sido la clave para cumplir tus metas?
“Si hay una característica que me define es ser porfiado y lo tomo como virtud. Para ser emprendedor hay que ser perseverante, más que tener una buena idea, hay que tener un bueno equipo que te acompañe. Hasta el día de hoy hay gente que me dice, por qué estás en Valparaíso, por qué te estás dedicando a esto, estás en un área incipiente y más encima mostrando el lado B de eso, pero yo sé que esto va a cambiar, el turismo va a llegar a ser un foco de desarrollo para Chile”.
“Me siento orgulloso, tranquilo con la decisión que tomé, vivo ligero, trabajo en lo que a mí me gusta y en cumplir mis sueños. Estoy donde quiero estar, ser Alumni de la Católica de Valparaíso me da la responsabilidad como ex alumno de estar preocupado por la comunidad y hacer mi trabajo de forma consciente”.
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