El Tercer Reporte del Estado del Medio Ambiente de nuestro país indica que Chile presenta una tasa promedio diaria de 1,1 kilogramos de residuos, es decir, cada persona genera anualmente 396 kilogramos de residuos. Por este motivo es que en junio de 2016 entró en vigencia la Ley 20.920 de Fomento al Reciclaje que busca disminuir la generación de residuos y fomentar su reutilización, reciclaje y otro tipo de valoración.
Todos generamos basura y, al mismo tiempo, todos podemos aportar con ideas y acciones valiosas para enfrentar esta problemática de manera integral y colaborativa. Es así como nacen Acción Basura y Reuso, dos agrupaciones conformadas por ex alumnos de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, jóvenes profesionales con conciencia social y decididos a ser agentes de cambio en la Región de Valparaíso.
La primera intervención de Acción Basura en marzo de 2016 llamó mucho la atención en el ámbito local. Un grupo de jóvenes provistos de overoles, guantes y escoba en mano estaban dispuestos a recuperar, por iniciativa propia, un espacio de Valparaíso perdido entre la basura. A este primer llamado realizado por las redes sociales llegaron casi 30 personas que limpiaron y pintaron la pasarela Bellavista.
“Ese espacio que uno habita todos los días es público, pero cuando tiene basura deja de tener ese carácter ya que nadie lo quiere visitar, no lo quiere ver, entonces cuando limpiamos fue increíble, la gente se detenía a mirar, como que nació un nuevo lugar”, recuerda Valentina Guajardo, directora de este equipo compuesto por profesionales de distintas disciplinas, profesores de historia, química, biología, ingenieros comerciales, de transporte, entre otros.
Valentina Guajardo es Licenciada y profesora de Historia de la PUCV, actualmente cursa el Magíster en esta misma área, hace clases en un colegio y forma parte de la ONG Acción Basura. Ella, junto a un grupo de amigos preocupados por el estado de los espacios públicos de Valparaíso crearon esta organización ciudadana que ha impactado de manera positiva en la ciudad.
Luego del incendio de 2014 muchos jóvenes se unieron para ir en ayuda de quienes perdieron sus casas, de manera voluntaria llegaron a los cerros a limpiar y colaborar en lo que fuera, esta fuerza joven fue la que inspiró a Valentina para crear Acción Basura.
“Me di cuenta que había un potencial, que los jóvenes querían hacer cosas por Valparaíso, pero que no habían instancias para hacerlo. El problema de la basura es evidente y nos estábamos acostumbrando. Lo más peligroso de la sociedad es la inercia, cuando ya vives así es porque te conformaste. No le vas a exigir a otro que lo haga y menos a ti mismo”, destaca.
Mientras en el país estamos hablando de leyes de reciclaje y protección del medioambiente, Acción Basura vuelca sus esfuerzos en algo mucho más básico y cultural. “Nuestra misión no es limpiar ni reciclar, es algo muchos más primitivo, es enseñar que no hay que botar la basura en las calles. No buscamos soluciones tan avanzadas, buscamos generar conciencia entre los ciudadanos y las autoridades”, enfatiza Valentina quien como profesora de Historia ve la necesidad de educar a los padres y a las nuevas generaciones en este tema, además de la importancia de la recuperación de los espacios públicos que los porteños han ido perdiendo producto del deterioro por la contaminación.
En estos casi 2 años, Acción Basura ya lleva más de 20 intervenciones en Valparaíso, al comienzo reunían a muchas personas que llegaban voluntariamente a colaborar, pero con el tiempo la convocatoria ha ido disminuyendo y los cambios que han generado con sus acciones se han ido perdiendo con el tiempo. La Pasarela Bellavista volvió a estar rayada, con mal olor y llena de papeles.
“Nosotros no podemos ir a limpiar la escalera todos los días, pero sí podemos mostrar que ese espacio se puede ver limpio y se ve muy bien. La gente aplaude y se interesa por esta iniciativa, la ciudadanía necesita tener héroes del pueblo, les gusta eso y descansan en ellos, ese es el problema”, comenta Valentina al recordar lo frustrada que se siente al ver que su trabajo no es cuidado y valorado por todos.
Acción Basura no solo se ha convertido en una forma de hacer catarsis ante los problemas de la contaminación en Valparaíso, sino que también se ha convertido en una plataforma de desarrollo profesional para estos jóvenes que desean, de alguna forma, democratizar el conocimiento por medio de estas actividades.
“El problema era grave y comenzamos a diversificar en lo teórico nuestro trabajo, teníamos una instancia para investigar el problema. Se unieron las distintas disciplinas de los participantes, conocimos del mundo del emprendimiento, sacamos nuestro lado millennial y construimos nuevas herramientas que queremos aplicar en nuestro ámbito laboral”.
De esta forma han nacido nuevas iniciativas bajo el alero de Acción Basura como la “Georeferencia de los residuos en Valparaíso”, “Limpios Caminantes” y el “Ponte Bio”, esta último fue realizado en dependencias de la PUCV con apoyo de la Dirección General de Vinculación con el Medio. Este taller de educación cívica-medio ambiental, reunía a estudiantes de enseñanza media de Valparaíso y Viña del Mar con el fin de generar en ellos habilidades ciudadanas para el desarrollo de iniciativas sociales que busquen identificar y resolver problemas del entorno.
Bajo la definición de Empresa Consciente, hace un año y medio nace Reuso, una iniciativa que surge como respuesta al problema que día a día, enfrentan personas y empresas que quieren disponer sus residuos de una manera más amigable con el medio ambiente.
A diferencia del común de los negocios, Reuso nace para solucionar un problema y no solo por la oportunidad de negocio existente. Y el problema medioambiental fue lo que motivó a este grupo de jóvenes, 3 ex alumnos PUCV y uno de la UTFSM, a fundar esta empresa de gestión de residuos en la provincia de Valparaíso.
Los ex alumnos PUCV Catalina Herrera (Bioquímica PUCV), Rodrigo Vergara (Ingeniería Civil Bioquímica) y Alejandra Díaz (Ingeniería de transporte), además de Juan Carlos Palomo, Ingeniería Mecánica de la UTFSM, se unieron para dar vida a un proyecto que rondaba en la cabeza de Catalina desde su época universitaria, cuando con un compañero ganaron un Fondo Confía denominado “Laboratorios con conciencia “, destinado a la gestión de residuos peligrosos de laboratorio.
Al egresar, cada uno de estos profesionales comenzó a trabajar en sus áreas, continuaron estudiando, pero algo faltaba en sus vidas para sentir que lo que estaban haciendo realmente completaba sus expectativas profesionales y personales. Rodrigo y Catalina estaban casados, vivían en Santiago, ambos estudiaban un doctorado y esperaban a su primer hijo, fue en ese momento que ella se detuvo a pensar qué era lo que realmente la hacía feliz.
“Ssiempre me sentí ambientalista, mi tesis la realicé en ese ámbito, trabajaba en laboratorios, me gustaba, pero quería hacer algo que tuviera un efecto en el día a día, así nació Reuso”, comenta Catalina Herrera quien en ese momento comenzó a buscar más profesionales que compartieran su interés por contribuir a un mundo más sostenible.
Alejandra y Juan Carlos, luego de trabajar por un tiempo y juntar un capital, decidieron viajar por un año y medio, vivieron en Nueva Zelanda y viajaron por Asia, lo que les permitió conocer una realidad que les cambió el switch.
“En Nueva Zelanda conocimos más sobre el reciclaje, la gente tenía una cultura muy diferente a la chilena y, por otro lado, en Asia vimos mucha contaminación”, indicó Alejandra quien asume que antes de este viaje no era tan consciente en este tema. Regresaron a Chile con otra mentalidad y querían que este cambio se viera reflejado en su trabajo.
Un mes antes de volver a Chile, Catalina le presentó el proyecto a Alejandra y la invitó a participar en Reuso, así estas amigas y vecinas de la infancia, junto a sus parejas comenzaron a desarrollar un sueño que hoy las tiene muy motivadas.
Gestión de Residuos.
El modelo de negocio ya existía en Santiago y la empresa Rembre fue quien los capacitó en el tema, aprendieron y comenzaron a trabajar exclusivamente en la provincia de Valparaíso. Partieron con reciclaje en oficinas, instalando contenedores para separar residuos, realizando un retiro periódico de los residuos reciclables para llevarlos a las plantas de reciclaje y compostaje, luego generaban informes mensuales con masas y bioequivalencia para que cada empresa o persona conociera el impacto que genera al medio ambiente con esta medida.
Además, han ido diversificando sus áreas de negocio y comenzaron a hacer talleres, educación ambiental en colegios y empresas, pero también comenzaron a golpear las puertas de las casas realizando gestión de residuos domiciliarios orgánicos.
Reuso tiene a sus fundadores felices y orgullosos, pero este año y medio de trabajo no ha sido fácil. Hoy atienden a seis empresas y retiran los residuos orgánicos de 50 casas. Los números han ido creciendo, pero aún no permite que sea una empresa rentable.
“Es un desafío súper grande porque hemos estado un año y medio tratando de despegar, sin un peso en nuestros bolsillos, pero vamos avanzando. Me siento afortunada de estar haciendo algo que me permite conocer a más personas que están en lo mismo, que estamos haciendo algo por el medio ambiente, estamos comunicando y educando”, recalca Alejandra con mucho orgullo.
“Queríamos hacer algo para solucionar un problema y lo estamos logrando. En este tiempo la gente está comenzando a preocuparse por el entorno, las empresas comienzan a reciclar, están dispuestos a pagar porque sus residuos tengan un destino. Hay que tener paciencia y comenzar a contagiar”, dice una entusiasmada Catalina, quien cada vez que habla de su trabajo se emociona profundamente, porque, sin duda, el estar haciendo lo que siempre soñó y contribuir al planeta no tiene precio.
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