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Investigadores analizaron contribución de los glaciares al nacimiento del río Aconcagua

El trabajo liderado por el académico del Instituto de Geografía, Dr. Sebastián Crespo, propone que los glaciares y las aguas subterráneas pueden aportar con más del 65% del recurso hídrico en un contexto de megasequía.

Lunes 19 de octubre de 2020

Investigadores analizaron contribución de los glaciares al nacimiento del río Aconcagua - Foto 1
Investigadores analizaron contribución de los glaciares al nacimiento del río Aconcagua - Foto 2

19.10.2020

¿De dónde viene el río Aconcagua? ¿Cuál es su origen y su actual régimen de alimentación? Estas son sólo dos de las muchas preguntas que se responden en la investigación realizada por un grupo de investigadores de la región, liderado por Sebastián Crespo del Instituto de Geografía de la PUCV y del CR2: la Dra. Celine Lavergne de la Universidad de Playa Ancha y el Dr. Francisco Fernandoy de la Universidad Andrés Bello.

También realizaron importantes contribuciones el Dr. Ariel Muñoz del Instituto de Geografía de la PUCV-CR2; el Dr. Leandro Cara del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA)  y el alumno de Geografía de la PUCV, Simón Olfos-Vargas.

En la investigación, se efectuó la primera cuantificación del aporte de los glaciares, glaciares rocosos, nieve y aguas subterráneas al río Aconcagua, lo que es clave para el diseño de estrategias de adaptación al cambio climático. Con esta información, también se pudo determinar las composiciones de la Laguna del Inca y las Vegas del Nacimiento del Parque Andino Juncal.

“Los glaciares en la cuenca del río Aconcagua han reducido su superficie en los últimos 30 años en más de un 30%, lo que es bastante drástico (…)  El estudio es novedoso, pues por primera vez otorga una cuantificación hídrica de las fuentes de agua que se recargan en los ambientes glaciales y periglaciales, además del aporte de la nieve. Esto se logra con la identificación de la composición química natural de estas fuentes de agua, con determinaciones de composiciones isotópicas y de química de iones. Con esa información, corrimos modelos estadísticos avanzados y logramos determinar el aporte de cada una de las fuentes de agua en las distintas estaciones del año”, indicó el Dr. Sebastián Crespo.

Es difícil determinar el aporte que realizan los glaciares, las imágenes satelitales muestran coberturas de nieve o hielo, pero no dicen si el agua que aforamos en los ríos andinos proviene del derretimiento de la nieve o del hielo, o de aguas subterráneas. Por eso con esta metodología, basada en trazadores naturales que existen en las aguas, se pudo encontrar correlaciones entre las distintas fuentes y la química de sus aguas, y a partir de allí inferir su aporte relativo al río.  De esta manera, los investigadores vieron cómo los glaciares llegan a aportar hasta un 34% en las cabeceras de la cuenca en verano, y un 16% a 22% aguas abajo. Además existen los glaciares rocosos que efectúan un gran aporte de agua,  hasta un 30% en la cuenca alta en un año seco como el actual. 

“Asimismo, pudimos corroborar lo que un par de trabajos previos habían indicado en referencia a que las aguas subterráneas que se extraen en el valle de San Felipe y Putaendo se recargan en la cordillera. Descubrimos que para años secos, como el que tenemos, la contribución distinta a la nieve como son los glaciares y aguas subterráneas contribuyen entre un 66% a 73%, a excepción de la estación de primavera que es cuando se derrite la nieve. Aun así, en primavera, el aporte de estas fuentes llega al 51%. Vimos que los glaciares en el verano son muy importantes y es en este periodo cuando se necesita más agua para regar los cultivos. En temporada estival, no tenemos lluvias ni nieve. En la cabecera de la cuenca, los glaciares aportan más de un 30% en este periodo y los glaciares rocosos más de 23%, alcanzando incluso 30% de aporte en otoño. El agua subterránea entrega un 20% del recurso hídrico. La nieve contribuye con un 24% a 26%. Si sumamos todo el aporte de las otras fuentes, que no son nieve, llega a un 67%”, complementó el Dr. Crespo.

AVANCES HACIA UNA PLANIFICACIÓN HÍDRICA

El río Aconcagua tiene su nacimiento justamente en el Glaciar Juncal. El trabajo además entrega por primera vez cuál es la contribución real de los glaciares en distintos periodos del año y esto permite desarrollar una planificación hídrica más fina, considerando que a futuro las precipitaciones van a disminuir, en un contexto de cambio climático. Es muy importante saber cuáles van a ser las fuentes de agua, aparte de la nieve.

“La nieve en un año normal alcanza para satisfacer la demanda de la sociedad, pero en un año seco, no alcanza a cubrir la demanda social, que no es sólo para consumo humano doméstico, también lo es para la agricultura, actividades industriales y otros. Saber cuánto entregan esas cajas de ahorro es importante. Esto nos permite planificar y administrar el recurso hídrico, lo que demuestra que el aporte de los glaciares no es marginal en un año seco y nos motiva a pensar en la efectiva sanción de la ley de cuidado de los glaciares que se va a discutir en las próximas semanas”, advierte Crespo.

En la región de Valparaíso, no hay ningún glaciar protegido. Los glaciares de la cuenca de Putaendo y del Río Juncal están siendo amenazados. Son los reservorios de agua del futuro. Hay una reducción de los glaciares de la región superior al 30% durante los últimos 30 años. Constituyen verdaderos bancos de agua de primera calidad y son reservas estratégicas que necesitamos para las futuras generaciones.

Por Juan Paulo Roldán

Dirección General de Vinculación con el Medio

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