05.06.2015
Fortalecer la base de conocimientos y desarrollar nuevas y rigurosas metodologías para cuantificar el aporte de la acuicultura para combatir el hambre y la pobreza fue el objetivo central del proyecto “Acuicultura para la seguridad alimentaria, la reducción de la pobreza y la nutrición” (AFSPAN, por su sigla en inglés).
La investigación –que se llevó a cabo entre 2012 y 2015 en 11 países de Asia, África y Sudamérica– fue gestionada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). La Escuela de Ciencias del Mar de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso estuvo a cargo de coordinar y ejecutar la totalidad del proyecto en Chile.
“Al responder interrogantes de interés global y local en base a experiencias en tres continentes se genera información relevante para la toma de decisiones sobre políticas y estrategias de desarrollo efectivas para combatir la pobreza y sus efectos en la seguridad alimentaria y la nutrición”, señaló Exequiel González, académico de la Escuela de Ciencias del Mar y director técnico del proyecto en Chile.
Kenia, Uganda, Zambia, Bangladesh, China, Filipinas, India, Vietnam, Brasil, Chile y Nicaragua fueron los países que participaron en este estudio y que determinó que la actividad acuícola contribuye positivamente a las economías nacionales y disminuye la desigualdad en comunidades involucradas, beneficiando especialmente a los hogares pobres. Los datos establecen que en la mayoría de estos países, la acuicultura también está contribuyendo a la seguridad alimentaria.
La FAO proyecta que para 2050 la población mundial habrá aumentado de 7 mil a 9 mil millones, especialmente en países en desarrollo que son más propensos a la hambruna. Los gobiernos y las comunidades tienen el desafío de garantizar una adecuada seguridad alimentaria y nutricional para todos.
De manera creciente, la acuicultura está jugando un rol significativo en combatir la inseguridad alimentaria y la malnutrición al aumentar el abastecimiento y consumo de productos marinos que son fuentes de proteínas, ácidos grasos esenciales, vitaminas y minerales.
“Este estudio establece que uno de los aspectos menos abordado de manera sistemática por los gobiernos es la integración entre programas de desarrollo de la acuicultura y la educación para la nutrición y seguridad alimentaria con una carencia de seguimiento y evaluación del impacto de la acuicultura en nutrición y salud. El apoyo gubernamental juega un rol fundamental”, explicó González.
Este es el primer proyecto que se realiza para determinar la contribución de la acuicultura a la disminución de la pobreza, la seguridad alimentaria y la nutrición a nivel global y local, buscando ejemplos de áreas relevantes como Asia, África y América Latina. Los resultados obtenidos permitirán generar estrategias, políticas y programas de investigación claros que se puedan desarrollar para apoyar la expansión sustentable de la acuicultura.
Por Mirta Barramuño
Escuela de Ciencias del Mar