¿Por qué es importante desarrollar el autocuidado en nuestra vida diaria?
20.12.2022
Por: Emma Echeverría, psicóloga Comisión CAHVDA
Los ritmos de vida de nuestra época pocas veces permiten que podamos detenernos a reflexionar sobre aspectos de nuestra vida personal. Así, la universidad, la familia, el trabajo, la vida social e íntima desde los ideales de funcionamiento y producción actuales se vuelven dimensiones muy difíciles de desarrollar de manera satisfactoria en su conjunto. En respuesta a las propias limitaciones institucionales para garantizar el acceso transversal a programas de educación, recreación y salud, las disciplinas del ámbito de la salud como enfermería, medicina y psicología, han puesto énfasis en el autocuidado como una forma activa de responsabilización personal y toma de conciencia de nuestras rutinas y las decisiones diarias que tomamos para alcanzar el mejor estado de bienestar posible (Merino, 2012).
¿Qué entendemos por autocuidado?
La Organización Panamericana de la Salud (2006) define autocuidado como el conjunto de prácticas cotidianas y las decisiones sobre ellas, que realiza una persona, familia y grupo para cuidar o restablecer su salud física, emocional y social.
A modo general, se describen ciertos indicadores de autocuidado en la población agrupados en tres dimensiones (Cancio- Bello Ayes et al., 2019):
- El autocuidado físico está relacionado con acciones encaminadas al cuidado del cuerpo por medio del ejercicio físico, la alimentación saludable, realización de chequeos médicos y tratamientos, hábitos de sueño y descanso adecuados, conocimiento de enfermedades y hábitos nocivos.
- El autocuidado psicológico considera la autovaloración como el conjunto de ideas o pensamientos que la persona posee de sí misma en base a su sistema de valores, creencias e ideales, los estados emocionales predominantes que constituyen las respuestas o reacciones de las personas a determinadas situaciones, objetos o personas y sus estrategias de afrontamiento de la salud/enfermedad.
- El autocuidado desde el ámbito social, el cual apunta a prácticas colectivas de apoyo y acompañamiento a través de las redes de apoyo emocionales, sociales y económicas de cada persona. Se considera además el uso del tiempo libre en actividades voluntarias y satisfactorias, la realización de actividades de ocio y esparcimiento que entreguen motivación, descanso, distracción o diversión y las relaciones mantenidas con la familia, pareja, amigos/as y compañeros/as de trabajo o estudio.
Autocuidado en la universidad
Como es posible advertir, el autocuidado tiene un componente social y de aprendizaje importante. Es deber de las comunidades formativas otorgar espacios de desarrollo personal y colectivo que permitan a sus estudiantes seguir integrando estas habilidades para la vida. En ese sentido, nos gustaría destacar algunas estrategias propuestas por Escobar Potes et al. (2011) desde la formación integral, para que las comunidades universitarias asuman el autocuidado como una práctica cotidiana de vida y salud:
- Desarrollar en los estudiantes niveles de autoestima que favorezcan el sentido de control personal y el desarrollo de habilidades de movilización individual y colectiva para cambiar condiciones personales y sociales en pro de su salud.
- Involucrar el diálogo de saberes para la identificación, interpretación y comprensión de las dinámicas de la vida de las personas y su articulación con lógicas científicas de salud para recomponer visiones más esclarecidas de autocuidado y comportamientos saludables.
- Equipos directivos, funcionarios y profesores universitarios deben asumir el autocuidado como una vivencia cotidiana que permita su promoción desde sus propias prácticas y vivencias.
- Contextualizar el autocuidado de acuerdo a la experiencia y conocimientos de género, clase, etnia y ciclo vital humano. Es importante entender que cada persona parte de la comunidad tiene su propia historia, valores, creencias, aprendizajes y motivaciones.
- Generar espacios participativos e informativos para la comunidad académica con el objetivo de aumentar su grado de control y compromiso colectivo sobre su propia salud.
- Docentes y académicos deben buscar espacios de reflexión-acción y educación sobre lo que las personas saben, viven y sienten en situaciones de la vida y la salud e identificar prácticas de autocuidado favorables y desfavorables para apostar a su adecuación o transformación.
Como ya vimos, entendernos desde nuestra capacidad de autocuidado personal implica responsabilidad, motivación y una gran capacidad de autoconocimiento. Al pensar en el contexto formativo e integrador que ofrece la universidad, se vuelve indispensable la existencia y desarrollo de organismos centrados en la prevención o abordaje de conductas perjudiciales para la salud emocional y la sana convivencia, así como la implementación o promoción de programas recreativos/ de esparcimiento, como académicos que permitan el desarrollo de actividades de expresión y aprendizaje conjunto, ya que autocuidado también “significa aprender a participar de la sociedad” (Escobar Potes et al. 2011).
Referencias
Cancio-Bello Ayes, C., Lorenzo Ruiz, A., & Alarcó Estévez, G. (2020). Autocuidado: una aproximación teórica al concepto. Informes Psicológicos, 20(2), 119–138. https://doi.org/10.18566/infpsic.v20n2a9
Escobar Potes, M. D., Franco Peláez, Z. R., & Duque Escobar, J. A. (2011). El autocuidado: un compromiso de la formación integral en educación superior. Revista Hacia la Promoción de la Salud, 16(2), 132-146. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=309126696010
Merino, D. (2012). Impacto del programa integrado de autocuidado específico en mujeres afectadas de cáncer de mama [tesis doctoral, Universidad de Alicante]. Repositorio Institucional de la Universidad de Alicante. https://rua.ua.es/dspace/handle/10045/26552
Organización Panamericana de la Salud (2006). Fortalecimiento del autocuidado como estrategia de la Atención Primaria en Salud: La contribución de las instituciones de salud en América Latina. https://silo.tips/download/fortalecimiento-del-autocuidado-como-estrategia-de-la-atencion-primaria-en-salud