En una de sus últimas decisiones antes de fallecer, el Papa Francisco ratificó al profesor Carlos Salinas Araneda, académico de la Escuela de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), como miembro del Comité Pontificio para las Ciencias Históricas, organismo de la Curia Romana dedicado al estudio riguroso del pasado de la Iglesia.
La confirmación de la continuidad del profesor Salinas en el comité fue comunicada a través del cardenal Pietro Parolin, y estaba prevista para ser entregada oficialmente por el Santo Padre en mayo. Sin embargo, tras la muerte del Pontífice, este encuentro deberá ser reprogramado con el nuevo Papa.
El profesor Salinas es actualmente el miembro más antiguo del comité, así como el único representante chileno y latinoamericano entre los 34 integrantes. Su relación con este organismo vaticano comenzó en 1999, cuando fue nombrado por el Papa San Juan Pablo II. Desde entonces, ha sido ratificado sucesivamente por los papas Benedicto XVI y Francisco.
Durante sus años de trabajo en el Vaticano, el académico ha sido testigo de momentos significativos de la Iglesia y ha compartido espacios cotidianos con los pontífices. En su relato, recuerda con especial afecto la cercanía de Francisco: “Era un comensal más que se sentaba en la mesa del lado. Muy sencillo, muy cercano. Se levantaba, tomaba su platito y hacía la fila del buffet”, comenta Salinas sobre las estadías en la Casa Santa Marta, la misma residencia que el Papa eligió para vivir.
Con pesar, el profesor relata cómo en la última reunión del comité en noviembre pasado ya no se vio al Papa, debido a su delicado estado de salud. “Murió después de haber estado en el balcón de la Basílica de San Pedro saludando a los fieles. Para mí ha sido un gran pesar. Es uno de los grandes Papas que hemos tenido. Sacó a la Iglesia de una suerte de estancamiento, de autocomplacencia, para llevarla hacia la calle, hacia los más desposeídos”, concluye.
Este nuevo nombramiento, realizado en los últimos días del pontificado de Francisco, refleja la continuidad del trabajo académico de alto nivel que el profesor Salinas ha desarrollado por más de dos décadas al servicio de la historia eclesiástica desde una perspectiva latinoamericana.
