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Columna de Opinión: “Una nueva alianza entre la Humanidad y el Medio Ambiente”

Compartimos columna de opinión escrita por el Dr. Cristián Eichin ofm, académico de la Facultad Eclesiástica de Teología PUCV.

Este 4 de octubre, día que se celebra san Francisco de Asís, finaliza el “Jubileo de la Tierra”, tema elegido para el Tiempo de la Creación 2020, celebración anual de reflexión y acción por el medio ambiente que comenzó el 1 de septiembre, con la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación.

El Papa Francisco coincidió esta conmemoración con los cinco años de su Encíclica Laudato Si´, documento que invita al cuidado de la casa común. Entre los desafíos que este documento plantea considera el desafío educativo para todos quienes vivimos en el planeta Tierra (números 202-215). De esta manera podremos reorientar el rumbo de nuestros estilos de vida. Lo consigna así, en algunos números de esta encíclica, lo que el Papa llama “Educación para la Alianza entre la Humanidad y el Ambiente”.

Cuando hablamos del término educativo o educación, nos lleva a preguntarnos qué significa “educar”. Educar viene de e-ducere que implica sacar lo mejor de uno mismo, para un proyecto o para la creación de algo nuevo. Uno de los principales representantes de la pedagogía en Latinoamérica es Paulo Freire, quien decía que era necesario educar para transformar la realidad. El desafío que nos presenta el Papa Francisco va en esa línea, así como la de educar-nos para transformar, es decir educar-nos mutuamente, en fraternidad.

Este documento tiene algunos elementos de lo que implicaría este desafío educativo: educarnos involucra cambios de hábitos, que no basta solamente con saber y estar bien informados científicamente, sino que nos invita a recuperar algo muy importante que es el equilibrio ecológico. Esto significa una unidad entre una ecología interna o con uno mismo, la solidaridad o con los demás, con la naturaleza o con los seres vivos, y la dimensión espiritual o con Dios. Esto nos dispone a entrar en el Misterio y nos compromete a una ética ecológica.

Este desafío debe comprometer además a una educación de la ciudadanía con un cultivo de las virtudes para un compromiso ecológico y de justicia social, vale decir promover la responsabilidad social.

Otro tema que no es menor es la educación estética: “la preservación de un ambiente sano”. El medio ambiente, la creación se nos ha dado para cuidarlo, para ser responsables, pero al mismo tiempo para contemplar su belleza.

La formación estética que nos lleva a mirar la realidad, lo creado, con otros ojos, no con un ojo utilitarista funcional sino también en contemplar la belleza que está radicada en cada uno de los elementos de la creación. Por lo tanto, el aprendizaje al cual se nos invita, tiene que llevarnos a la transformación de nuestras mismas prácticas como sociedad. En este punto, existen diversos modelos educativos, y en algunos lugares como la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso se ha implementado por ejemplo la metodología Aprendizaje y Servicio, donde el estudiante desde su disciplina lidera proyectos en beneficio de las comunidades locales, iniciativas que van enriqueciendo su formación universitaria y que permiten fortalecer su desarrollo personal como un profesional integral.