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Dr. Kamel Harire recibe investidura de Profesor Emérito de la PUCV

“En nuestra Universidad la teología siempre ha tenido un espacio, ya que ha existido el elevado criterio para valorar una ciencia cuyo mayor aporte radica en el plano del sentido del quehacer de las otras ciencias”, explica el académico y primer Decano de nuestra Facultad.

05.07.21

Con la firma del decreto Nº 529/2021, Claudio Elórtegui Raffo, Rector de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y Pedro Ossandón Buljevic, Administrador Apostólico de Valparaíso y Pro Gran Canciller de nuestra Universidad, nombraron al académico de la Facultad Eclesiástica de Teología Dr. Kamel Harire Seda, en la categoría honoraria de Profesor Emérito, en reconocimiento y gratitud por su larga, destacada y fructífera trayectoria de servicios en esta Casa de Estudios Superiores.

Es un reconocimiento que excede, con mucho, cualquier merecimiento de quien lo recibe, y que más allá de la alegría y de la normal satisfacción personal que a mí y a mí familia nos ha producido recibirlo, no puedo dejar de valorar algo mucho más significativo, me refiero a la existencia misma de esta figura de reconocimiento”, explica el académico, quien se desempeñó como decano de la Facultad Eclesiástica de Teología por tres periodos.

Para el exalumno PUCV, Magíster en Sagrada Teología de la PUC y Doctor en Teología de la Universidad de Navarra (España), el título de Profesor Emérito es un reconocimiento movilizador. “Hablo sin ambages de la grandeza que implica que los propios compañeros de ruta por años, se unan para un fin noble, que todos se congreguen para el reconocimiento de un otro. Este solo hecho lo convierte, a mi modesto entender, en algo virtuoso”.

En palabras de Dr. Harire, “Como el bien es difusivo de sí mismo, ello tiende a movilizar a otros y esos otros se suman y se abren también a la valoración de los otros. Esta sinergia es la que se debe apoderar de los claustros y de la institución toda, así las personas rompen su egocentrismo, salen de sí mismas y se abren y descubren que la vida humana debe ser un haz de relaciones interpersonales fecundas”.

  • ¿Qué significa para Ud. la PUCV y particularmente, ser parte de nuestra Facultad?

En una institución que está cercana a su centenario, puedo declarar, con legítimo orgullo, que de una u otra forma he estado vinculada a ella por más de medio siglo. Por lo mismo, ante su pregunta la respuesta no puede ser otra: la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso lo es todo para mí, puesto que me ha brindado todas las posibilidades para crecer como académico, como persona y como cristiano.

Respecto de la segunda parte de su pregunta, sería poco honesto si no le respondiera, derechamente, que tengo una afectación profunda por ser parte de una Facultad de Teología. Se trata de una realidad que tantas veces soñé que debía existir en la Universidad en cuanto Católica y más aún en cuanto Pontificia. La teología como ciencia debe tener el mismo derecho de existencia que el resto de las disciplinas. Una universidad que la excluya terminaría negando una parte del saber y, de hecho, el momento más elevado del saber. Si usted, me permite destacarlo, en nuestra Universidad la teología siempre ha tenido un espacio, ya que ha existido el elevado criterio para valorar una ciencia cuyo mayor aporte radica en el plano del sentido del quehacer de las otras ciencias.   

  • Como exdecano de la Facultad Eclesiástica de Teología, ¿cuáles son sus sueños para nuestra institución?

Tuve el alto honor de ser designado primer decano de la Facultad Eclesiástica de Teología y, por lo mismo, encargado de su instalación; por ello, elegí como epígrafe la sentencia del Evangelio de San Lucas que nos revela que la gloria de Jesús viene del mismo Dios: “Se oyó una voz desde la nube que decía: Este es mi Hijo, mi elegido; escuchadle”. (9,35).

Nuestra Facultad, a partir de esta sentencia, entiende que su misión en el seno de una universidad católica es la de saber escuchar y la de enseñar a escuchar a Cristo que es “Camino, Verdad y Vida”. Además, debe estar capacitada para hacer propio el exigente cometido de sembrar en cada uno de los miembros de la comunidad la pregunta sobre ¿qué significa escuchar a Cristo?

Consecuentemente con lo anterior; nos propusimos con todos los medios a nuestra disposición, ayudar en la respuesta diversa y personal que todo hombre debe dar, puesto que participamos en el quehacer privilegiado asignado a todas las universidades católicas, cual es el de: “unificar existencialmente en el trabajo intelectual dos órdenes de realidades que muy a menudo se tienden a oponer como si fuesen antitéticas: la búsqueda de la verdad y la certeza de conocer ya la fuente de la verdad”  (Ex corde Ecclesiae. Introd.1).

Al terminar quisiera, agradecer a Dios a cuya Misericordia he confiado mi pasado, a su Amor mi presente y a su Providencia mi futuro. Agradecer también, una vez más, a los docentes de mi Facultad Eclesiástica de Teología, a los Decanos y Consejeros Superiores, a las Autoridades Superiores de la Universidad, a los alumnos que a lo largo de estos años, me han hecho crecer como docente, al personal administrativo y de servicios de nuestra Casa de Estudios que han ayudado a mi crecimiento personal y humano.