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Estudio internacional indaga en familia chilena y pobreza

Compartimos Reportaje publicado este domingo 24 de mayo de 2020 en el diario El Mercurio de Valparaíso sobre el estudio internacional "Familia y Pobreza Relacional" que lidera el Programa de Ciencias para la Familia de la Facultad Eclesiástica de Teología PUCV.

La PUCV participa en estudio convocado por Roma para examinar la situación de este núcleo básico de la sociedad en su condición de sujeto económico, educativo, promotor de ciudadanía activa y de protección de los lazos intergeneracionales y de los más débiles. 

Por Periodista Rosa Zamora

Aunque la superación de la pobreza ha pasado de un 40% a a un 7% en 30 años en Chile, los frutos del modelo de desarrollo no han logrado descender a esferas de la población que se autoperciben como carentes de los beneficios del crecimiento económico. 

Y a pesar de que el ingreso percápita llega a los US$25,8 mil, el 1% de la población concentra el 26,5 % de la riqueza y el 66,5 % reúne sólo el 2,1%, lo que nos posiciona como el séptimo país más desigual del mundo. 

Son algunos de los antecedentes contenidos en los tres informes de la investigación “Familia y Pobreza Relacional”, convocada el año pasado por el Observatorio Internacional de la Familia, en que participa un equipo de once académicos de distintas áreas de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), encargado de establecer la situación de la familia chilena como sujeto educativo, económico, de ciudadanía activa y de protección de los lazos intergeneracionales y de los más débiles. 

Es la primera parte de un proyecto internacional de largo aliento que continúa en los años venideros, promovido por el Instituto Teológico Juan Pablo II para el Matrimonio y las Ciencias de la Familia de Roma, junto con la Universidad Católica de Murcia y el Centro Internacional de Estudio de la Familia de Milán, y que en Chile quedó radicado en la Facultad Eclesiástica de Teología de la PUCV. 

DEPENDENCIA DE ENDEUDAMIENTO Junto a lo que denomina “espejismo percápita”, el estudio indaga asimismo en el endeudamiento familiar, señalando que desde 2009 “se ha naturalizado progresivamente” hasta llegar en la actualidad al 74,3 % del ingreso disponible. 

De acuerdo a las Cuentas Nacionales 2019 del Banco Central, hace un año el porcentaje era de 71,4 %, mientras que en 2009, el endeudamiento alcanzaba el 57,3 %. Desde la perspectiva del análisis de la familia como sujeto económico, con un escenario país que presenta situaciones de clara vulnerabilidad para la mayoría de los habitantes, aunque en un contexto de invisibilización meso y microeconómica que es dilucidado” al explorar indicadores adicionales, señala el estudio. 

La línea de la pobreza por hogar, detalla, “es de $353.735, en circunstancias que el sueldo mínimo bruto en el país es de $301.000, cifra que, ante las movilizaciones sociales recientes, ha sido incrementada por el Gobierno a $350.000 brutos, considerando un subsidio de $49.000 para lograr esta cantidad. 

Por tanto, hasta ahora, necesariamente, se ha requerido el compromiso laboral por parte de, al menos, dos integrantes de una familia que reciban el ingreso mínimo, para superar la línea de pobreza”, por lo que el incremento señalado no se hace cargo de satisfacer los requerimientos necesarios para lograr romper la brecha de precarización. 

BRECHAS EN LA EDUCACIÓN En cuanto al análisis de la familia como sujeto educativo, postula que gran parte de las problemáticas que se levantan en el análisis de la pobreza económica muestran su incidencia en este ámbito, y viceversa, por lo que se trata de perspectivas interdependientes. 

“Ello porque quienes cuentan con acceso a la educación privada, de mayor calidad que la pública -aunque de todas formas evaluada en un nivel medio, como demuestra el informe PISA son quienes, sin culpa directa, profundizan y perpetúan la brecha económica ahora por motivos educacionales”, agrega. 

Plantea que “este es un tema no menor, porque justamente la solidificación de la desigualdad en el país se nutre de las diferencias económicas que desde el nacimiento orientan a las personas hacia Perspectivas y horizontes de desarrollo personal que serán prácticamente irremontables, salvo excepciones, y que se estructuran culturalmente a partir de los índices educativos”. También observa que “si bien los porcentajes de analfabetismo formal han sido reducidos progresivamente, nos encontramos ante un Índice de analfabetismo funcional que es el resultado del nivel formativo. 

Esta diferenciación tiene su origen ya en la fase 1 del proceso de enseñanza, que comprende la educación parvularia, por lo que las diferencias tienen efectivamente una incidencia estructural, ya que, salvo casos excepcionales, las proyecciones educativas iniciales serán las que marcarán diferencias sustanciales entre las personas, que serán difícilmente superables en las etapas de formación posteriores. Con ello se perpetúa la brecha de desigualdad”

NECESIDADES Y RESPONSABILIDADES Desde la perspectiva de la familia como sujeto de protección de los más débiles, en especial de los adultos mayores funcionalmente dependientes, enfatiza en “la relevancia que sigue existiendo en la población por el cuidado que directamente está a cargo de la familia, sin que ésta cuente, a su vez, con las suficientes redes de apoyo para cumplir este objetivo” Una vez más, expone el estudio, “el sistema de apoyo dentro de las familias, en el que participan, entre otros, un número importante de jóvenes entre 15 y 29 años que no trabajan ni estudian (nini), evidencia que una dimensión no documentada que suple el cuidado recae en personas que aceptan este trabajo y se hacen cargo de la situación familiar, aunque sacrificando la marginación de aquellos jóvenes del proceso de enseñanza”. En esta línea, revela, “se suscita una forma de obligación de cuidados recíproca, ya que a medida que aumenta la edad de los adultos mayores en un grupo familiar, se incrementa el sentimiento de obligación de cuidado de los hijos, al ser conscientes de una mayor dependencia y de la carencia del apoyo estatal para responder a esta necesidad. 

Al mismo tiempo, los padres sienten un deber de ayuda económica o de cuidado a los nietos, lo que va generando progresivamente una cada vez más férrea red de necesidades y responsabilidades que se van consolidando al interior de la familia y entre familias, con lo que termina, muchas veces, invisibilizándose el alto grado de necesidad que subsiste en este ámbito”.

ALGUNAS FORTALEZAS PAÍS También el informe repasa algunas de las fortalezas del país en distintos ámbitos que tienen incidencia en la situación familiar, como por ejemplo, en el contexto de la actual incertidumbre financiera, la rigurosidad con la que se han manejado las arcas fiscales y la previsión de eventos a futuro, “lo que ha dado como resultado un importante ahorro que se sostiene en dos fondos soberanos a los cuales se puede recurrir en momentos de crisis”. Como consecuencia, “si bien Chile no cuenta con una gran capacidad de “ahorro al interior de las familias, sí cuenta con arcas públicas relativamente fuertes para enfrentar una crisis de tres años (2023)”, lo que ha permitido financiar programas de ayuda para los sectores más vulnerables por el equivalente al 4,7% del Producto Interno Bruto. 

En el ámbito de la educación, junto con las políticas en favor de la etapa preescolar, destaca las normas que crean el nuevo sistema de educación pública y consagran la educación superior como un derecho, así como las medidas de resguardo de la calidad para asegurar este rasgo en la enseñanza pública. 

Entre las fortalezas, la investigación también menciona el Sistema de Pensiones Solidarias (“Pilar Solidario”) incorporado en el año 2008, “que garantiza niveles de calidad de vida mínimos durante la jubilación, previniendo la pobreza en la vejez y buscando reducir las desigualdades de género”. “Y una última que nos parece indiscutible en el contexto de la proyección por el cuidado de las personas débiles, tiene que ver con la Fundación Teletón, iniciativa de derecho privado que, desde 1978, y de forma progresiva, llega a atender hoy al 97% de la población infanto juvenil con discapacidad motora en Chile”, destaca. 

Pero independientemente de las fortalezas, la investigación plantea que “se puede constatar que los más afectados por la crisis generada por el covid-19 y por el caos social que comenzó en octubre de 2019 han sido y seguirán siendo los más pobres. 

Por temor a perder su trabajo y su sueldo, los que trabajan sin contrato ni honorarios fijos (40% de la fuerza laboral del país) deben continuar haciéndolo para satisfacer sus necesidades familiares, con la consiguiente exposición al contagio. Lo mismo ocurre con una gran parte del 50% de la población que gana $400.000 o menos. Son personas que deben usar el transporte público para trasladarse a sus lugares de trabajo, dificultándoseles su cuidado personal y el cuidado colectivo. Como consecuencia de la paralización económica, se pasó a un caos social, donde hasta febrero de 2020, antes de la llegada del coronavirus, más de 376.000 chilenos habían perdido su trabajo”.

$353.735 es el equivalente a la línea de la pobreza y el sueldo mínimo es de $350.000. 

40% de la fuerza laboral del país trabaja sin contrato ni honorarios fijos. 

Juan Pablo Faúndez Allier, director del proyecto: “Desde la visita de Juan Pablo Il se ha avanzado en Chile, en un modelo que requiere ajustes y acentuar la solidaridad”

La Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) es la única institución chilena convocada por el Observatorio Internacional de la Familia para participar del proyecto de investigación internacional “Familia y Pobreza Relacional”, a través de la Facultad Eclesástica de Teología de esa casa de estudios. 

En mayo se realizó el encuentro preparatorio en la Santa Sede, reunión encabezada por el arzobispo Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo para la Familia y presidente de la Pontificia Academia para la Vida, que contó con la presencia del Papa Francisco en el último día. 

“Inmediatamente al llegar a Chile, comenzamos con la investigación interdisciplinaria a cargo de un equipo compuesto por once académicos” de las áreas de Estadística, Trabajo Social, Biología, Derecho, Ingeniería, Pedagogía, Periodismo, Bioética y Teología, detalla el director del proyecto, doctor en Filosofía Juan Pablo Faúndez Allier, quien también encabeza el Programa de Ciencias para la Familia, en la mencionada Facultad. El equipo entregó en abril el primer informe, en tres partes, de 250 páginas. La primera presentación mundial -“Familia y pobreza relacional”- será a fines del mes en curso; y la segunda, para la cual ya está trabajando -“Familia y pobreza económica”-, está prevista para mayo del próximo año. 

“Esta es la primera parte de un proyecto a largo plazo y que en esta fase preliminar cuenta con equipos de investigación en Benin, Kenia, Qatar, USA, India, España, Italia, Finlandia, República Checa, México y Chile. A contar del año incorporarán más países, persiguiendo responder a nuevos enfoques que vinculan a la familia como sujeto social”, agrega el académico. 

EL ESPEJISMO PERCÁPITA

- ¿ A usted, como jefe del proyecto, qué aspectos de las conclusiones le resultaron más preocupantes y por qué? - Dada la situación coyuntural que vivimos como país, destacaría que la síntesis de los datos nos ha permitido evidenciar que era presumible que la inequidad en la distribución de los recursos generaría tarde o temprano una explosión social como la vista desde el 18 de octubre del año pasado. 

Como hemos constatado en esta parte de este estudio, sin bien el ingreso percápita de Chile llega a los US$25,8 mil, el 1% de la población concentra el 26,5 % de la riqueza y el 66,5 % de la población reúne sólo el 2,1% del capital, lo que nos posiciona como el séptimo país más desigual del mundo. 

Y desde los antecedentes que muestran la creciente dependencia del endeudamiento de los hogares chilenos, que llega al 74,3 % como porcentaje del ingreso disponible, se evidencia que en Chile la deuda se ha naturalizado progresivamente desde el año 2009, mediante el fenómeno que los especialistas han descrito como la “democratización del crédito” o el “financiamiento de la pobreza”, sin que se haya desarrollado como objetivo de la inclusión social la educación crediticia de los más pobres.

- ¿ Qué otra dimensión de las abordadas le parece preocupante? - Otra dimensión que preocupa es el desafío de empoderar a una ciudadanía que, hasta el “estallido social”, se hallaba en una disposición de inercia en relación a una situación de organización socio-económica que, pese al crecimiento, no ha sido capaz de lograr una adecuada distribución de los diversos recursos. 

Esto da cuenta de la falta de conciencia, a nivel transversal, del déficit de responsabilidad social que ha de ejercer la familia como instancia formadora del carácter en los miembros que la componen, y especialmente en sus integrantes menores de edad y adolescentes. 

En ello puede haber incidido, además, la supresión de la asignatura de educación cívica que había contribuido desde décadas a dar los eslabones necesarios que orientaban conceptual y actitudinalmente pasos efectivos para una incipiente educación de responsabilidades cívicas y políticas. Este hito, acaecido en 1998, ha dejado desprevenido por 22 años al país de este proceso formativo ciudadano, y los frutos se están percibiendo hoy.

EDUCACIÓN DE CARA AL FUTURO

- ¿ Y qué aspectos se le revelaron como más esperanzadores? - Los más relevantes, a mi juicio, apuntan a temas relacionados con educación. Chile se abre al próximo quinquenio asumiendo con prioridad la educación para la primera infancia, la que se expresa en avances en cobertura y la existencia de políticas intersectoriales como el Plan “Chile Crece Contigo”, acompañando el desarrollo de los niños y niñas desde antes de nacer, hasta ingresar a la educación formal. 

Ello se torna fortaleza de cara al futuro, ya que debido a la urgencia por responder al requerimiento social que desde hace una década levantó el movimiento estudiantil ciudadano (“Cones”), los esfuerzos del Gobierno y del Congreso se orientaron a generar una intensa agenda que dio prioridad a la educación escolar y universitaria, dirigiendo actualmente la preocupación por superar la brecha inicial en la educación preescolar, determinante para superar la desigualdad. 

- ¿ Y en relación con los adultos mayores, que se han transformado en una población creciente en Chile? - En la investigación mencionamos que el 87% de los adultos mayores está satisfecho con su familia y la calidad de vida que ésta le aporta, lo que sí merma a contar de los 80 años. Y un 81% está satisfecho con su vivienda, lo que sería concordante con el hecho de que el 84% de las personas, a esa altura de su vida, tenga su vivienda propia. 

Este dato lo interpretamos también como una fortaleza de cara hacia el futuro, ya que denota que un porcentaje muy importante de la población termina su ciclo vital al interior del contexto familiar, viviendo una experiencia que les es satisfactoria y que denota, una vez más, la valoración con lo que la experiencia de vida de familia resulta el medio más idóneo y natural para terminar en la vejez. 

SUPERACIÓN DE LA POBREZA

- ¿ La familia es la unidad más exigida en la sociedad chilena? - Desde la perspectiva de la dependencia funcional, se ha evidenciado que un 14,4 % de los adultos mayores son dependientes funcionales, porcentaje que dentro de ese segmento deja una manifiesta desproporción negativa que se incrementa en relación a los más pobres. 

En el ámbito del resguardo de la dependencia, un 42,2 % de los adultos mayores con dependencia funcional es cuidado por algún miembro del hogar, mientras que el 4,3% no cuenta con ningún tipo de cuidador. 

Ello denota la relevancia que sigue existiendo en la población por el cuidado que está a cargo de la familia, sin que ésta cuente con suficientes redes de apoyo para cumplir este objetivo.

- En 1987 el Papa Juan Pablo II dijo en Chile que los pobres no pueden esperar. ¿Estamos donde mismo? - Ciertamente no, ya que desde ese año 1987 hasta ahora se ha avanzado enormemente en Chile en vistas a la superación de la pobreza, en un modelo que requiere ajustes pero que ha mostrado ser eficaz, basado en un sistema económico que articula emprendimiento, subsdiariedad y solidaridad. 

Si bien este último rasgo es el más descuidado, y debiese ser acentuado, no podríamos enfrentar una situación de crisis descomunal como la que estamos viviendo sino se hubiese contado con los recursos de los que hoy disponemos. 

El problema está en que aunque la superación de la pobreza ha pasado de un 40% a un 7% en 30 años, los frutos de aquel modelo de desarrollo no han logrado descender a esferas de la población que se autoperciben como carentes de los beneficios del desarrollo económico.

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