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Un espacio para conectarse con la naturaleza y desconectarse de la ciudad

Dentro de los lugares que ha visitado, destaca también la quebrada de Macul, Cerro San Cristóbal, Curauma y el sector Las Palmas cerca de Santo Domingo.

Victor Moya, profesor del Instituto de Biología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), no solo dedica su vida a la ciencia y la enseñanza, sino que también a las actividades que le permitan conectar con la naturaleza y los elementos que a su parecer le permiten avanzar hacia una buena salud mental y física, así se encontró con en el mountainbike (MTB), una actividad que le permite conectarse con la naturaleza de una manera única y revitalizante.

Desde niño, el Dr. Moya sintió una atracción especial hacia las bicicletas. “Creo que desde que era niño y vi una bicicleta, siempre me llamó la atención. Desde que aprendí a andar en bicicleta en Santiago, siempre le dediqué mucho tiempo porque me gustaba”, señala el oriundo de la comuna de Independencia. Para él, la bicicleta no era solo un medio de transporte, sino una fuente de aventura y una forma de exploración. Esa sensación de libertad y velocidad lo cautivó desde el principio, creando un vínculo que ha perdurado hasta la actualidad, comentando: “me he dado cuenta que el mountainbike me vuelve a conectar un poco con lo mismo, con ese niño que uno sigue siendo y disfrutando de las mismas cosas”.

A lo largo de su vida, Moya ha experimentado diferentes etapas en su relación con la bicicleta. Durante su juventud en Santiago, comenzó a explorar el cerro San Cristóbal, lo que lo llevó de dar vueltas por la ciudad, a descubrir esta disciplina que lo cautiva hasta el día de hoy. Sin embargo, en algún momento de su vida se distanció de la bicicleta, centrándose en otras actividades como el trekking y principalmente los estudios y no fue hasta que se mudó a Curauma, que volvió a despertar su interés por este deporte.

“Cuando llegué a vivir a Curauma, empecé a darme cuenta de las nuevas tendencias en el mountainbike. Aunque ya tenía mis años, me entusiasmé, me compré una mejor bicicleta y de a poco fui mejorando mi equipo para hacer esta actividad”, relata el académico del Instituto de Biología. A medida que exploraba los senderos cercanos a su casa y recorría el Tranque La Luz, observaba a otros ciclistas que se adentraban en distintos caminos y esto despertó su curiosidad. En este entorno natural y privilegiado se aventuró a conocer nuevos lugares, lo que lo llevó a recorrer caminos desconocidos, a subir cerros y a ensuciarse con el barro, en un proceso de descubrimiento y reconexión con su niño interior.

El MTB no es solo un pasatiempo para Moya; es una actividad fundamental para su bienestar personal. “Para mí es muy importante porque me permite estar en contacto con la naturaleza, algo que me gusta por mi salud mental y emocional”, explica. Dedica al menos dos veces por semana a recorrer distintos senderos, en sesiones que duran entre dos y dos horas y media. Este tiempo lo describe como un “tiempo de conexión”, en el que se desconecta de las presiones de la vida cotidiana y se sumerge en la serenidad del entorno natural para conectarse con su yo interno.

Para él, este deporte no solo es una forma de mantenerse en forma, sino también una oportunidad para reflexionar sobre la relación entre el ser humano y la naturaleza. “En la ciudad creemos que estamos desconectados de la naturaleza, pero eso es una ilusión. Nosotros somos parte de la naturaleza y este tipo de vínculo es necesario para el desarrollo humano”, comenta desde su oficina. En cada recorrido, Moya encuentra un momento de contemplación y conexión profunda con su entorno agregando al respecto: “Parte de este deporte es disfrutar, parar, encontrarte en ciertos lugares y simplemente sentarte a conectarte con el entorno y entrar en un estado de contemplación, que es algo maravilloso y súper energizante, algo que para mí es súper necesario”.

El Dr. Moya destaca que esta práctica le brinda una paz interior única, especialmente cuando sale solo. Sin embargo, también disfruta de la compañía en sus salidas, experiencia que ha vivido especialmente junto a colegas del Instituto de Química. Dentro de sus ideas relacionadas con esta actividad, comenta que le gustaría formar un grupo que relacione el mountainbike con la educación ambiental, para mostrar a la gente el impacto que el desarrollo urbano y los incendios han tenido en la flora y fauna de Curauma. “La fauna de este sector es muy linda. Aquí mismo, en el estacionamiento de la Universidad, me he encontrado con zorros y otros animales. Esa posibilidad de ver y aprender de la naturaleza es increíble”, comenta con entusiasmo.

El profesor del Instituto de Biología nos recuerda, a través de su pasión por el MTB, la importancia de mantenernos conectados con la naturaleza, no solo por nuestra salud física, sino también por nuestro bienestar emocional y mental, esperando también que con la conformación de este grupo pueda a más gente a valorar y proteger el entorno natural, destacando que cada salida en bicicleta es también una oportunidad para observar, aprender y reflexionar sobre el impacto que tenemos en la naturaleza.

Fuente Facultad de Ciencias