PUCV
Gran Canciller preside misa por el 60 aniversario del Sindicato Alberto Hurtado Cruchaga
Estuvo acompañado por el Vice Gran Canciller Fray Cristian Eichin y el Capellán General Juan Pablo Valencia
En un ambiente de profunda alegría pascual y memoria agradecida, el martes 13 de mayo se celebró en la Catedral de Valparaíso la misa por los 60 años del Sindicato de Trabajadores San Alberto Hurtado de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV). La eucaristía fue presidida por Monseñor Jorge Vega Velasco, Obispo de Valparaíso y Gran Canciller de la Universidad, junto a Fray Cristian Eichin Molina OFM, Vice Gran Canciller, y el Padre José Pablo Valencia, Capellán General de la PUCV.
La celebración litúrgica coincidió con la Fiesta de Nuestra Señora de Fátima y estuvo marcada por el espíritu del tiempo pascual, la memoria agradecida por seis décadas de servicio del sindicato y la reciente elección de Su Santidad León XIV como nuevo Obispo de Roma.
Durante su homilía, Monseñor Vega destacó tres motivos de gozo: el Evangelio del Buen Pastor, el aniversario del sindicato y la elección del primer Papa agustino. Citando al nuevo Pontífice, recordó que “la paz de Cristo resucitado es una paz desarmada, desarmante y perseverante” y animó a todos a caminar “sin miedo, unidos, mano a mano con Dios y entre nosotros”, en la construcción de puentes y de una Iglesia sinodal y misionera.
En un sentido reconocimiento a la historia del sindicato fundado en 1965, el Gran Canciller valoró su papel como “voz profética, espacio de solidaridad y actor clave en la construcción de una universidad más humana, democrática e inclusiva”. Destacó la vocación de sus miembros por proteger la dignidad del mundo del trabajo, especialmente ante un nuevo proceso de negociación colectiva que “debe vivirse como un acto de responsabilidad colectiva” que fortalezca los vínculos institucionales y comunitarios.
El Obispo también vinculó esta conmemoración al centenario de la Diócesis de Valparaíso, recordando el legado social de la Iglesia que inspiró la fundación de la PUCV y subrayando la necesidad de responder con discernimiento ético a los desafíos actuales, como la inteligencia artificial, desde una visión cristiana del bien común.
La homilía concluyó con un llamado a que esta celebración sea también una renovación del compromiso: “Que la historia del sindicato siga escribiéndose con justicia, fraternidad y esperanza. Y que se diga de esta comunidad universitaria y eclesial: Miren cómo se cuidan. Miren cómo trabajan por la justicia. Miren cómo viven la alegría del Evangelio" . A continuación el mensaje completo del Gran Canciller Monseñor Jorge Vega Velasco.
Homilía del Obispo de Valparaíso y Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Martes de la IV Semana de Pascua – Fiesta de Nuestra Señora de Fátima 60° Aniversario del Sindicato de Trabajadores Alberto Hurtado Cruchaga – PUCV
Queridos hermanos y hermanas:
La Iglesia, en este tiempo de Pascua, camina con la luz del Resucitado que disipa toda tiniebla. Y hoy, al celebrar esta Eucaristía, lo hacemos con triple gozo: en primer lugar, por el Evangelio del Buen Pastor que nos ha sido proclamado; en segundo lugar, por el 60º aniversario del Sindicato de Trabajadores Alberto Hurtado Cruchaga de nuestra Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; y en tercer lugar, con inmensa alegría, por la elección del nuevo Obispo de Roma y Sucesor de Pedro, Su Santidad León XIV, primer Papa agustino en la historia, elegido para guiar a la Iglesia universal como pastor misionero y constructor de puentes.
La oración colecta de hoy resuena con fuerza y esperanza: “Dios todopoderoso, concédenos que al celebrar el misterio de la resurrección del Señor merezcamos recibir la alegría de nuestra redención”. Y esa alegría es hoy palpable, concreta. El misterio de la Pascua se hace presente en cada gesto de unidad, en cada palabra de consuelo, en cada paso hacia la justicia y la paz. El Resucitado sigue caminando entre nosotros.
El Evangelio de san Juan nos presenta a Jesús en una de las imágenes más entrañables y cercanas de toda la Escritura: el Buen Pastor. “Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás” (Jn 10, 27-28). Una voz que no se impone, sino que llama; una voz que no grita, pero que consuela y guía. Esa misma voz hoy resuena en la Iglesia universal a través del testimonio y las primeras palabras de Su Santidad León XIV, pronunciadas desde la logia central de la Basílica de San Pedro:
“La paz sea con todos ustedes. Este es el primer saludo de Cristo resucitado, el Buen Pastor que ha dado la vida por el rebaño de Dios…
Esta es la paz de Cristo resucitado, una paz desarmada, desarmante y también perseverante…”
El Papa León XIV, siguiendo el espíritu de san Agustín, nos recordó que es “con ustedes cristiano y para ustedes obispo”, y nos invitó a caminar juntos, sin miedo, proclamando el Evangelio y siendo constructores de puentes. En su saludo expresó una visión de Iglesia sinodal, misionera y acogedora, como esta misma plaza –dijo él– que abre los brazos a todos. Sus palabras son, en este tiempo pascual, un soplo renovador de esperanza:
“Estamos todos en las manos de Dios. Por lo tanto, sin miedo, unidos, mano a mano con Dios y entre nosotros, andemos adelante… Ayudémonos los unos a los otros a construir puentes con el diálogo, el encuentro, uniéndonos todos para ser un solo pueblo, siempre en paz.”
La elección del nuevo Papa como León XIV nos llena de esperanza, pero también nos interpela con un renovado compromiso. No es un detalle menor que haya elegido el nombre de León XIII, el Papa de la Rerum Novarum, cuyo magisterio social transformó profundamente la relación de la Iglesia con el mundo del trabajo y las realidades sociales de su tiempo. Fue precisamente esa enseñanza la que inspiró a las familias fundadoras de nuestra Pontificia Universidad Católica de Valparaíso hace ya un siglo, dando origen a un proyecto educativo nacido desde la preocupación social cristiana, centrado en la dignidad de la persona, el bien común y el servicio a la sociedad. Lo que hoy somos como universidad tiene su raíz en esa visión social de Iglesia, que el nuevo Papa honra al retomar ese nombre. Hoy, el desafío es otro, pero igualmente urgente: asumir con discernimiento ético y responsabilidad compartida los retos de una nueva revolución industrial —la de la inteligencia artificial— que nos llama a una sociedad aún más unida, justa y humana.
Hermanos y hermanas, este mensaje resuena con especial fuerza hoy, cuando celebramos también los 60 años del Sindicato de Trabajadores de nuestra Universidad, nacido precisamente desde esa vocación de escucha, cuidado mutuo y construcción de comunidad. Fundado el 14 de mayo de 1965, ha sido testigo de los procesos sociales más importantes de nuestra historia reciente, acompañando con
fidelidad y compromiso la vida universitaria desde la perspectiva del mundo del trabajo.
Este sindicato, que lleva el nombre del Padre Hurtado, ha sido voz profética, espacio de solidaridad y actor clave en la construcción de una universidad más humana, democrática e inclusiva. Como Jesús, ustedes también han escuchado la voz de quienes muchas veces no tienen voz, han protegido la dignidad de sus hermanas y hermanos trabajadores, y han ofrecido espacios de unidad incluso en medio de las diferencias.
Hoy, ante el nuevo proceso de negociación colectiva que se aproxima, les animo a afrontarlo con el mismo espíritu que es una tradiciónl en este sindicato: un camino marcado por la responsabilidad, el respeto mutuo y el compromiso con nuestra Universidad. A lo largo de su historia, ustedes han sabido vivir estos procesos con altura ética y sentido comunitario. Como lo expresó el Papa Francisco en su discurso a la Organización Internacional del Trabajo, esta etapa debe vivirse como “un acto de responsabilidad colectiva que fortalece los vínculos entre personas, instituciones y generaciones”. El bien común no es una idea abstracta, sino el fruto concreto del trabajo bien hecho, del diálogo sincero y del respeto recíproco.
Este aniversario se inscribe también en el centenario de nuestra Diócesis de Valparaíso, semilla sembrada por el Papa Pío XI en 1925, que ha dado fruto en tantas comunidades, entre ellas nuestra Universidad y este sindicato que lleva adelante la memoria viva de San Alberto Hurtado. Él mismo decía: “El que no vive para servir, no sirve para vivir”. En esa línea, ustedes han hecho del servicio al prójimo una verdadera vocación y un camino de santificación.
Y en este día en que la Iglesia celebra a Nuestra Señora de Fátima, pedimos su maternal intercesión por la Iglesia universal, por el Papa León XIV, por nuestra diócesis, nuestra universidad, y por el mundo del trabajo. Que María, como lo recordó el Papa desde la logia de San Pedro, camine con nosotros, esté cerca de nosotros y nos ayude con su amor a vivir la misión que el Señor nos ha encomendado.
Queridos hermanos y hermanas: que esta celebración no sea solo conmemoración, sino renovación. Que el ejemplo del Buen Pastor nos inspire a ser pastores unos de
otros. Que la voz del nuevo Papa nos anime a la unidad, al diálogo y a la paz. Que la historia del sindicato siga escribiéndose con justicia, fraternidad y esperanza.
Y que se diga de esta comunidad universitaria y eclesial: “Miren cómo se cuidan. Miren cómo trabajan por la justicia. Miren cómo viven la alegría del Evangelio”. Amén.
Coordinación de Gestión
Vice Gran Canciller
