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El Vaticano

León XIV es el nuevo Papa

La paz esté con ustedes fue su primer mensaje desde la Plaza San Padro a toda la humanidad

El Papa León XIV, Cardenal Robert Prevost.

La elección del Papa León XIV, el primer pontífice agustino y segundo americano en la historia de la Iglesia, marca un nuevo capítulo de esperanza para el mundo y para nuestra comunidad universitaria. Desde la Logia de las Bendiciones, su primer mensaje resonó con fuerza en todos los rincones del planeta: “¡La paz esté con todos ustedes!” , como una invitación auténtica a que el Evangelio de Cristo resucitado vuelva a latir en los corazones de todos los pueblos.

El nuevo Papa —un “hijo de San Agustín” que ha vivido en el Perú y ha servido en las periferias— trae consigo  la sabiduría de una vida consagrada al servicio pastoral y la sensibilidad de quien conoce de cerca los desafíos del continente latinoamericano.

La elección del nombre “León XIV”, en memoria de León XIII y su histórica encíclica social Rerum Novarum, es también una señal para nuestra época, la cual clama por nuevas formas de construir el bien común. En sus primeras palabras, el Papa expresó su deseo de que “el mal no prevalecerá” y nos animó a caminar juntos, sin miedo, como discípulos de Cristo.

Este saludo encuentra en nuestra Universidad un eco profundo. Como comunidad universitaria que  está enraizada en el corazón de la Iglesia, la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso se siente especialmente interpelada por este llamado. Porque, como afirma Ex Corde Ecclesiae, “una Universidad Católica participa en la misión evangelizadora de la Iglesia” (Juan Pablo II, Ex Corde Ecclesiae, n. 13). Y esa misión, en estos tiempos, debe comenzar desde la paz, la justicia y el encuentro.

Desde esta casa de estudios que es también Iglesia, queremos expresar nuestra profunda gratitud por este nuevo Pastor universal. Elevamos nuestras oraciones por su pontificado y renovamos nuestro compromiso con la verdad, el servicio y la paz, para que nuestra comunidad universitaria sea, también, un humilde instrumento del Reino de Dios en la historia.

Discurso completo del Papa León XIV

La paz esté con todos vosotros. Queridísimos hermanos y hermanas. Este es el primer saludo de Cristo resucitado que ha dado la vida. El Buen Pastor que dio la vida por el rebaño de Dios. Yo también querría que este saludo entrase en nuestro corazón y llegase a vuestras familias, a todas las personas, estén donde estén. A todos los pueblos, a toda la Tierra. La paz esté con vosotros.

Esta es la paz de Cristo resucitado. Una paz desarmada y una paz desarmante, humilde y perseverante. Proviene de Dios. Dios, que nos ama a todos de manera incondicional. Aunque ahora, nosotros aquí seguimos conservando en nuestros oídos esa voz débil, pero siempre valiente, del Papa Francisco que bendijo a Roma.

El Papa que bendijo a Roma daba su bendición al mundo, al mundo entero. Esa mañana del día de Pascua. Permitidme seguir esa bendición. Dios nos quiere. Dios nos ama a todos. Y el mal no prevalecerá. Todos estamos en manos de Dios.

Por lo tanto, sin miedo Mano a mano, unidos hoy de la mano de Dios y entre nosotros, avancemos hacia adelante. Seamos discípulos de Cristo. Cristo te precede. El mundo necesita su luz. La humanidad necesita de él como el puente para ser alcanzada por Dios y por su amor. Ayudadnos también a ser vosotros, los unos con los otros, a construir puentes con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos todos para ser un único pueblo siempre en paz. Gracias al Papa Francisco.

También quiero dar las gracias a todos los hermanos cardenales que me han elegido para ser el sucesor de Pedro y caminar junto a vosotros como Iglesia unida, buscando siempre la paz, la justicia, buscando siempre trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo. Sin miedo, para proclamar el Evangelio, para ser misioneros.

Soy un hijo de San Agustín. Agustiniano. Que dijo “Con vosotros soy cristiano y por vosotros obispo”. En este sentido podemos todos caminar juntos hacia esta patria que nos ha pereparado Dios.

A la Iglesia de Roma, un saludo especial. Debemos comenzar juntos una iglesia misionera. Una iglesia que construya puentes de apertura y de diálogo siempre abierta a recibir. Como esta plaza, con los brazos abiertos a todos. Todos aquellos que necesitan caridad. Nuestra presencia, el diálogo y el amor.

Y se me permiten, también una palabra, un saludo a todos aquellos y en modo particular a mi querida Diócesis de Chiclayo en el Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado tanto, tanto, para seguir siendo Iglesia fiel de Jesucristo.

A todos vosotros, hermanos y hermanas, de Roma, de Italia, de todo el mundo. Queremos ser una Iglesia sinodal, una Iglesia que camina, una Iglesia que busca siempre la paz, que busca siempre la caridad, que busca siempre estar cercanos, sobre todo a aquellos que sufren.

Coordinación de gestión.

Vice Gran Cancillería.