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Investigadora que realizó libro sobre fauna de la Patagonia destacó en la PUCV descubrimiento de 50 nuevas especies

La Dra. Vreni Häussermann, junto a su esposo, el investigador Günter Försterra, presentaron en Valparaíso esta inédita publicación, la que ha sido reconocida por especialistas de todo el mundo, quienes la han catalogado como un “notable aporte a la ciencia”.

Lunes 16 de mayo de 2016

Investigadora que realizó libro sobre fauna de la Patagonia destacó en la PUCV descubrimiento de 50 nuevas especies - Foto 1
Investigadora que realizó libro sobre fauna de la Patagonia destacó en la PUCV descubrimiento de 50 nuevas especies - Foto 2

La destacada investigadora alemana, Dra. Vreni  Häussermann, quien en la actualidad se desempeña como Directora del Centro Científico de la Fundación “San Ignacio de Huinay” - fundado en 1998 por Endesa y la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso - visitó Valparaíso recientemente para participar en actividades académicas en la región y presentar el libro ilustrado “Fauna marina bentónica de la Patagonia Chilena”, donde  se describe detalladamente las características de cerca de 500 especies que habitan en los ecosistemas marinos desde la región de Los Lagos al sur.

Lo particular de esta publicación es que, entre las especies descritas, hay al menos 50 de las que no existía registro conocido antes de esta publicación, lo que es  un hecho inédito para la ciencia en Chile.  Sobre esto, la investigadora  indicó: “En alguna oportunidad vi un reportaje de la BBC, donde se anunciaba que en el continente antártico se descubrió un par de nuevas especies, lo que significó un hito para la ciencia contemporánea. Al respecto, no sé cómo podría catalogarse, en la actualidad, el descubrimiento de 50 nuevas especies como las que hemos registrado en esta publicación”.

La trayectoria en Chile de esta especialista en biología y ecología, de vasta experiencia en investigación y que ha desarrollado proyectos Fondecyt, de cooperación internacional y PEW, comenzó en el año 1994 cuando llegó desde Alemania junto a su esposo Günter Försterra, a realizar una pasantía doctoral. Durante la estadía en nuestro país realizó una expedición de Arica a Punta Arenas, donde buceó por toda la costa de nuestro país estudiando las anemonas. Fue en esta ocasión que descubrió la Patagonia, lugar inexplorado y que encierra mucha diversidad en cuanto a especies marinas.

En su visita a la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, la Dra. Vreni  Häussermann, agradeció el permanente apoyo de la Universidad y Endesa, para el exitoso desarrollo de sus trabajos de investigación.

En este contexto, accedió a dar una entrevista donde analizó, entre otros temas, cómo nace el interés por realizar este registro ilustrado de la fauna de nuestra Patagonia y la actual situación que se vive en las aguas emplazadas al sur de la región de los Lagos, afectadas por fenómenos naturales como “El Niño” y problemas graves como son  la contaminación, la marea roja, el calentamiento global, los efectos de la salmonicultura y la sobreexplotación de los recursos hidrobiológicos.

¿Cómo fue esta decisión de venir a radicarse a Chile?

Luego y tras estar un par de años en Estados Unidos y Alemania trabajando sobre el estudio de las anémonas de Chile, decidimos con mi marido realizar dos nuevas expediciones a Puerto Montt y Punta Arenas donde nos contactamos con los profesionales de la Fundación Huinay. Tiempo después y gracias al apoyo de Gabriel Yany quien nos motivó para trabajar en el Centro Científico Huinay como becarios, el Directorio de la Fundación se interiorizó de lo que hacíamos y se dieron cuenta que era muy importante contar con científicos en el centro.

Fue en esos años, cuando el Directorio de la Fundación “San Ignacio de Huinay” (proyecto impulsado por Endesa y la PUCV) nos  encargó el desarrollo de un centro científico en el sector de Hornopirén, desafío que aceptamos con gusto, implementando lo mejor que vimos en otros centros similares de Norteamérica, Nueva Zelanda y Escandinavia, logrando con ello que científicos de todo el mundo nos visiten cada año para realizar estudios de diversa índole. Así, desde el año 2003 me desempeño como Directora Científica del Centro.

¿Qué rol tiene tu marido en esta travesía?

Nos conocimos en Alemania, cuando Günter ya tenía planificado venir a Chile a investigar por un año. En esta situación y como no es bueno estar tanto tiempo separados al comenzar una relación, decidimos al año siguiente postular juntos a esta pasantía. Después de un año en Concepción, volvimos a Alemania para terminar los estudios. Luego estuvimos otro año en Estados Unidos y regresamos a Chile durante el Doctorado. Para nosotros es un gran desafío estar investigando en un lugar donde aún se puede explorar para descubrir nuevas especies, bucear en lugares donde nunca antes nadie lo hizo y conocer miles de años de historia arraigados en la naturaleza de la zona. Nos asentamos en Chile principalmente porque nos fascina la diversidad marina que existe en el sur del país.

Cuéntanos por favor, ¿cómo se ha desarrollado tu carrera como investigadora?

Terminé en Chile la investigación del doctorado que cursaba en Alemania. Posteriormente, viajé a Munich solo a defender mi trabajo doctoral, ya que había comenzado a trabajar para la Fundación Huinay.

En la actualidad, junto a mi condición de Directora Científica del Centro Científico, me desempeño en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso como Investigador Asociado, lo que me ha  facilitado la postulación a fondos concursables para la investigación científica y entre muchas otras cosas también, publicar el libro “Fauna marina bentónica de la Patagonia Chilena”, libro ilustrado que incluye 500 especies marinas que habitan en áreas remotas de la naturaleza de este lugar. Al respecto, el 10% de estas especies son nuevas para la ciencia, es decir, no existía registro acabado de ellas antes de este libro.

El libro que recoge la fauna de la Patagonia ¿podrías contarnos un poco más de él?

Cuando empezamos a bucear e investigar con mi esposo, registramos distintas especies como corales, esponjas y medusas, dándonos cuenta que en muchas de ellas, no existía registro científico alguno de su existencia. Esto permitió realizar esta publicación conjunta, que nace desde que descubrimos que no existía literatura alguna sobre esta región y las especies que habitaban en el mar de la Patagonia.

¿Qué metodología utilizaron?

Primero recolectamos especies, sacamos fotos en sus respectivos hábitats y enviamos las imágenes a destacados investigadores de todo el mundo, vinculados a esta materia. La mayoría, nos respondió que no tenían tiempo por su carga laboral, así que nos demoramos casi tres años en consolidar el equipo definitivo de trabajo en esta labor de reconocimiento y descripción de las especies del Pacífico-Sur.

De esta manera, trabajamos con investigadores chilenos de Coquimbo, Concepción y Punta Arenas, pero en su mayoría eran del extranjero, porque en Chile la taxonomía es una disciplina que ha perdido fuerza en las últimas décadas. En la historia, la taxonomía se asocia a gente rica que lo hacía casi por hobbie, por ello, hay mucha información de Europa y Estados Unidos, pero nadie llegó a estas latitudes a descubrir e identificar nuevas especies, por tanto, no hay información disponible. Volviendo al plano local, creo que programas como Fondecyt deberían abrirse a este tipo de investigaciones taxonómicas, lo cual permitiría mejorar el conocimiento de la rica biodiversidad presente en nuestro territorio.

¿Hubo especies que no fueron identificadas?

Sí, aunque muchas fueron descritas como nuevas especies, en este libro incluimos 50. En frascos tenemos por lo menos 200 que aún no son descritas, lo cual es una situación excepcional y una gran oportunidad para la formación de científicos con interés en esta área de la ciencia. En nuestro caso tenemos cientos de especies nuevas, pero muy poca gente lo sabe.

¿Cómo han realizado la difusión?

Directamente desde nuestra web de Huinay y es así que hemos recibido  pedidos de investigadores de todo el mundo, por ejemplo de Japón, Nueva Zelanda, Australia y China. Me da la impresión que nuestro trabajo es conocido a nivel global. Otro medio de difusión han sido los propios investigadores que hemos acogido en el centro y que han comentado sobre nuestro trabajo en sus universidades. Finalmente, me gustaría mencionar que la mayoría de los comentarios que recibimos son muy positivos y nos señalan que lo que hacemos, es un trabajo único a nivel mundial

¿Piensan en una segunda parte?

Claro, me gustaría hacer una segunda edición e investigar toda la costa chilena y, con ello, complementar la información existente. En este punto, siento que nadie conoce más la fauna marina de aguas someras de la  Patagonia como nosotros y esto nos motiva a extender este conocimiento a todo el país, más que como anhelo personal, como contribución a la ciencia y a las nuevas generaciones.

Enfocado en las nuevas generaciones ¿Qué temas consideran preocupantes para la conservación de los ecosistemas en el sur de Chile?

Huinay es un sector pequeño, donde habitan un par de familias de pescadores y que, sin duda, son el futuro de esta región. Digo esto, porque es importante conservar estos sectores por medio de un desarrollo sostenible. Al respecto, me asusta mucho el tema de las salmoneras, porque crecieron fuertemente sin los suficientes estudios de capacidad de carga y de impactos ambientales, lo cual  ha significado que se esté afectando la diversidad de los ecosistemas que albergan estos cultivos,  Desde mi perspectiva, el crecimiento desde el 2003 donde había tres salmoneras chicas, a la actualidad donde hay 23 grandes, en el mismo fiordo, es por decirlo de alguna manera, muy preocupante.

¿Hay algún vínculo en lo que planteas con el “bloom de algas” que mató millones de salmones en la región de Los Lagos?

En parte, porque si bien estas floraciones de algas tienen que ver principalmente con las condiciones oceanográficas que trae el fenómeno de ‘El Niño’, que este año fue mucho más fuerte de lo esperado. Hay otras variables que favorecen esta floración del alga que genera la llamada “marea café” y que causó la muerte de salmones en cautiverio. En lo personal, creo que condiciones naturales y la acción antrópica influyen en los florecimientos de algas y sus efectos perniciosos para otros organismos como es el caso  del fenómeno de marea roja que también se relaciona con la muerte de las ballenas en la décima región. Con esto quiero decir que todo influye de una u otra manera, incluso si analizamos la relación con la contaminación actual y con el cambio climático.

Básicamente, la marea roja ¿qué es?

Es una floración de algas tóxicas, en nuestro caso de la especie Alexandrium Catenella, cuyo crecimiento se ve favorecido  por abundancia de nutrientes y agua tibia. Mientras más suba la temperatura del océano, más floraciones de algas vamos a tener.

Y en el caso de los salmones, ¿esto se pudo haber previsto?

No precisamente prever porque las variables son muchas. No obstante ello, hubiera sido esperable que las salmoneras tuvieran consciencia de que al ingresar muchos nutrientes al fiordo a modo de alimentación, se iba a provocar una eutrofización, que sumado al fenómeno de ‘El Niño’ y su consecuente aumento de temperatura del agua, derivaría en una floración natural de algas.

¿Quién regula estos temas en Chile?

Hace como diez años nos reunimos  con gente de Sernapesca, para darles una visión de la salmonicultura en Chile y lo importante de poner límites y regular el tema. Nuestra opinión, al parecer no fue escuchada, porque el crecimiento colapsó el sistema y, de una u otra manera, sabíamos que en algún momento pasaría algo así.

Desde su perspectiva ¿Cómo se logra el equilibrio entre desarrollo y conservación de los ecosistemas marinos?

Aunque no tengo todas las competencias teóricas en el tema, en mi trabajo he podido observar situaciones muy preocupantes y que tienen que ver con el tan olvidado sentido común. Así, no podemos pensar que nada cambiará si tenemos exceso de nutrientes en un fiordo, sumado a fármacos, cambio climático y contaminación, por nombrar solo algunas variables. Al respecto, es obvio que algo cambiará. Nosotros  hace unos años informamos sobre las densidades de medusas, corales, anémonas y látigos de mar que encontramos en la zona y, en mediciones recientes hemos constatado  que existe 1/4 de lo que había hace diez años.

¿Nos podrías dar algún otro ejemplo de esto que señalas?

Sobre lo mismo, tenemos evidencia de la muerte total y absoluta de ocho y medio kilómetros de corales en el fiordo Comau.  En conclusión, es hora de dejar de pensar en el corto plazo y adoptar políticas de largo plazo donde la protección de los ecosistemas sea lo fundamental, de modo que la muerte de vastas extensiones de corales sea tan preocupante como la muerte de los salmones y, de esta manera, se salvaguarde un patrimonio que es de todos.

La gente desconoce que un coral mediano tiene al menos 70 años de existencia, y así los bancos de corales probablemente cientos de años o más, lo que podría llevarnos a determinar que en la Patagonia hay corales milenarios que están desapareciendo en un par de meses y que, tal vez, nunca más vuelvan a crecer.

¿Cómo puede ocurrir esto en tan corto plazo?

Ocurre probablemente por una condición de muy poco oxígeno - tras la floración de algas - en combinación con  sustancias volcánicas como sulfuro y metano provenientes de grietas submarinas, por ello, murieron. Hay varios ejemplos de esto mismo. Uno de ellos, ocurrió en el arrecife de hidrocorales del canal emplazado en el sector de la isla ‘Madre de Dios’, que parecía el Caribe hace unos  años (2006) y que hoy está muerto. En nuestro libro aparecen fotografías de cómo era hace diez años. Hoy no queda nada.

Algunas hipótesis plantean que la muerte de los corales en este sector, se relacionan a la entrada de agua dulce al canal, pero especies como choritos y cholgas también murieron, por ello descartamos esta idea. En la actualidad, estamos in situ buscando una explicación científica a este lamentable hecho.

Sobre esto ¿Qué solución planteas?

Invertir en el desarrollo de sistemas de cultivos cerrados, tecnología cara pero eficiente que se podría complementar con sacar las salmoneras de los fiordos interiores y ponerlas a mar abierto donde haría menos daño a los ecosistemas. Es importante entender que si seguimos el actual camino, nos acercamos peligrosamente a un colapso, donde las pérdidas serán igual de terribles para las empresas, como para el ecosistema de la zona sur del país.

En síntesis, la Patagonia tiene mucha diversidad, esconde muchos secretos, muchos tesoros todavía, que no hemos descubierto y están muriendo sin que nadie se dé cuenta.

 

 

 

 

 

 

 

Por Marcelo Vásquez

Vicerrectoría de Investigación y Estudios Avanzados