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Contralor General de la República y su ratificación en el Senado:

“El apoyo transversal es un reconocimiento a mi independencia”

El abogado de la Católica de Valparaíso, Jorge Bermúdez, confiesa que ésta es la primera entrevista que da a un medio escrito tras haber sido confirmada, por el Parlamento, la nominación hecha por la Presidenta Michelle Bachelet.

Lunes 18 de julio de 2016

“El apoyo transversal es un reconocimiento a mi independencia” - Foto 1

Por Juan Pablo Guerra

A mediados del mes de diciembre del año pasado, la unanimidad del Senado ratificó al abogado y exalumno de la Católica de Valparaíso, Jorge Bermúdez como Contralor General de la República, tras haber sido designado por la Presidenta Michelle Bachelet.

En aquella oportunidad, con la opción de realizar una conferencia de prensa en el propio Congreso Nacional, lugar en el que se estaba desarrollando la noticia, optó por recibir a los medios de comunicación en Casa Central de la Universidad, lo que habla de su identificación con la Institución y con la propia Escuela de Derecho en la que se formó: "soy muy agradecido de la Universidad por todo lo que me ha dado, el espacio y la libertad", confiesa.

¿Cuáles son los recuerdos que guarda de su paso por la Escuela de Derecho como estudiante?
Ingresé a la Católica de Valparaíso en 1987. Los recuerdos que tengo de esa época es de un país gris y la Universidad era uno de los pocos lugares en que había algo más de libertad, donde uno se podía sentir más tranquilo. De hecho, ésa fue una de las razones por las que opté estudiar acá. En ese tiempo, la Escuela era muy exigente, con medios más precarios de los que tiene ahora, pero que estaban en contexto con lo que era Chile en ese momento. Era muy rigurosa, donde había que estudiar mucho para avanzar académicamente.

¿Qué significa para usted la Escuela de Derecho PUCV?
Es muy importante, porque me formó como profesional. Hay tres académicos a los que recuerdo con mucho cariño, que me marcaron en mi desarrollo: mi profesor de Derecho Civil, José Antonio Galván. Lo fue durante cinco años y, pese a que no me especialicé en esa área, me enseñó la metodología del derecho, que es fundamental para enfrentar cualquier especialidad; el profesor Nelson Reyes, que me ayudó mucho a tomar buenas decisiones para la vida; y el profesor Alejandro Guzmán que, pese a nuestras diferencias, siempre tuvo las puertas abiertas para que me incorporara a la Escuela de Derecho. Es cierto que en la carrera inciden más personas, pero ellos para mí son íconos.

¿Y cómo la ve en la actualidad?
Siento que ha evolucionado mucho, y para bien. Y ahí hay un gran mérito, tanto de las autoridades actuales como de las anteriores. Creo que nueve años de gestión de esta dirección marcan un antes y un después en la Escuela de Derecho, ya que tuvo que llevar adelante todo un proceso de semestralización, de modificación de hitos muy importantes, como la memoria, las prácticas e, incluso, los exámenes de grado. Asimismo, ha llevado adelante el Plan de Desarrollo Estratégico de la Escuela, la acreditación y, si bien es malo compararse, el hecho de que la Escuela aparezca siempre, al menos, en el tercer lugar, es en buena parte mérito de la gestión de las autoridades.

¿Cómo ve a las nuevas generaciones de abogados que se están formando en la PUCV?
Soy crítico de aquellos que dicen que las generaciones actuales son peores a las de antes. Al revés, creo que son mejores. Siento que son más educados, más despiertos, más curiosos, y el déficit nuestro está en cómo poder motivarlos con materias áridas y formas de aprendizaje que están un poco anquilosadas. Hace 500 o 600 años, un profesor hablando de la materia delante de los alumnos o leyendo un libro, era lo más entretenido que podía haber. Hoy obviamente que eso no es así y el desafío está en los profesores, no tanto en los estudiantes.


"NO VALORAMOS EL PAÍS QUE TENEMOS"
Pese a que la responsabilidad de su nuevo cargo le demanda una gran cantidad de tiempo, no se ha desprendido completamente de sus labores académicas en la Universidad, por lo que permanentemente se le sigue viendo en Casa Central. Y una de las razones por las que sigue ligado a la enseñanza es, según reconoce, por lo "agradecido" que está con su alma mater.

¿De qué manera puede compatibilizar la realización de clases con las exigencias como Contralor General de la República?
Es muy difícil, casi imposible, pero he tratado de hacerlo y he hecho las clases con las que me comprometí.

Sigue existiendo la motivación por la docencia...
Sí, y además soy muy agradecido de la Universidad por todo lo que me ha dado, el espacio y la libertad. Si esto uno lo aprovecha bien, profesionalmente hablando, puede alcanzar muchos logros. Desde el punto de vista académico estoy muy satisfecho de mis libros, de mis publicaciones y del reconocimiento que he logrado, y todo ha sido gracias al apoyo que he tenido en todo sentido por parte de la Católica de Valparaíso. Ahí no me refiero únicamente a la Escuela de Derecho, sino también a la Universidad, como por ejemplo cuando me autorizó, entre enero y julio de 2014, estar en Alemania para terminar mi libro. Cómo no lo voy a agradecer.

¿Cuál es la sensación que le queda tras la confirmación de su nominación por la unanimidad del Senado? Un apoyo transversal por parte de todos los sectores políticos...
Primero tiene que ver con que yo soy una persona independiente, lo que no quiere decir que no tenga ideas. Las tengo, pero no necesariamente van a coincidir con las de un partido político, y por eso no voy a estar en uno. El apoyo transversal, más allá de las circunstancias, es un reconocimiento de esa independencia y creo que habla bien, a pesar de que muchos la critican, de nuestra clase política, porque al final reconocieron que era importante que una persona independiente estuviera en un cargo como el de Contralor General de la República. Creo que era muy malo que hubiera sido negociado para poder obtener otras cosas. Creo que aquí hubo un poco más de altura de miras.

Desde su cargo, ¿qué mirada tiene del Chile actual?
Como en todas las cosas, no hay solo blanco y negro. Hay buena y mala gente en todos lados. Creo que hay una suerte de desazón generalizada y eso es malo, porque desde un punto de vista psicológico, no somos solo racionalidad. Cuando uno es pesimista del futuro, las cosas probablemente van a ir mal. De eso nos pasa un poco en Chile, y no solo respecto al gobierno, sino que también en los ámbitos privado y empresarial. Es diferente a lo que ocurría a comienzo de los 90, donde pensábamos que todo iba a ser mejor y efectivamente lo fue. Lo que pasa es que no valoramos el país que tenemos y, por lo mismo, no lo cuidamos. Creo que debemos tener más optimismo, porque esa desazón y las malas vibras son contagiosas.

¿Cuáles son sus desafíos en el cargo?
La Contraloría está en una situación expectante, porque tiene rango constitucional y no es indiferente a la actual discusión, esto es cómo va a quedar en la nueva Constitución. En segundo lugar, es un órgano que tiene un espacio muy relevante en nuestra institucionalidad, sobre todo en la lucha contra la corrupción, donde está en una primera línea administrativa. Cuando llega a la justicia penal, ya es tarde y muy reactivo. En este plano tiene muchos desafíos que se cumplen teniendo capacidades humanas y materiales, que espero algún día las tenga. Para eso, necesita recursos que le sirvan de apoyo. Entonces, en un contexto en que el Estado ha ido asumiendo más tareas, inversiones y programas, la Contraloría tiene que estar a la altura de ese Estado más activo.