Hablar del profesor Carlos Covarrubias en la Escuela de Arquitectura y Diseño (EAD) es sinónimo de poesía, de palabras que toman valor en el tiempo, de pausas que son necesarias. Pero sobre todo es hablar de un legado que permanece en las distintas generaciones de profesionales que han tenido al arquitecto y poeta de maestro, de un joven profesor que llegó a estudiar en 1964 y que en 1969 se convirtió en fundador de Ciudad Abierta, un espacio que se creó con el objetivo de aunar vida, trabajo y estudio, bajo el relato de Amereida.
Esta semana, en su querida Escuela en Recreo, el académico Covarrubias recibió de la PUCV la distinción de Profesor Honoris Causa, como un importante reconocimiento a su trayectoria. La ceremonia se desarrolló en la terraza de la EAD, donde participaron diversas autoridades entre ellas el rector Claudio Elórtegui; el vicerrector Académico y futuro rector, Nelson Vásquez; el decano de la EAD, David Luza; entre profesores (as), funcionarios (as) y estudiantes.
El rector Elórtegui recordó que conoció al profesor en algunas de sus diversas visitas a la Escuela y fue observando en cada una de ellas la centralidad del rol que cumple, tanto en ocasiones alegres como también en momentos tristes, donde siempre aporta con la palabra precisa.
“Siempre me llamó la atención este rol de Carlos y el respeto que él concita, cómo su palabra es oída y acogida con tanta atención e interés. Tiene toda una trayectoria en la Ciudad Abierta, en la Escuela, en la docencia, aportando algo que a esta Escuela la ha caracterizado hace mucho tiempo como es la poesía y esta relación entre la poesía, la arquitectura y el diseño”, indicó.
Por su parte, el decano David Luza añadió que “hoy estamos de fiesta, celebrando el nombramiento de Carlos Covarrubias como Profesor Honoris Causa, un poeta en propiedad en la academia. Muchos de los presentes recibimos una formación que se sostiene en la construcción de su lenguaje, de su conformación. ¿Es posible la lectura de habitar la palabra? Sí, en los libros. Pero cuando está el poeta de cuerpo presente, la palabra cobra un sentido en la voz, por su tono y en la gráfica, su semblante. Una de las características que me entregó la Escuela en el periodo de formación inicial fue la atención al lenguaje, la posibilidad de su singular conformación”, reflexionó.
EL DON DE LA PALABRA EN LA MANSEDUMBRE
El arquitecto y poeta Carlos Covarrubias ha participado en varias travesías de la Escuela y desde 2009 es profesor de la asignatura “Taller de Amereida” para todos los alumnos.
El profesor Jaime Reyes, dio a conocer algunas características durante su paso por la PUCV. “Son muchas las dimensiones personales, humanas, académicas y poéticas que han estado plenamente a la luz de todos nosotros durante décadas. Me veo obligado a escoger dentro de esas dimensiones iluminadas (…) Su poética y su poesía han sido desde la mansedumbre, en el trato con los estudiantes y todas las personas, con las palabras y el lenguaje, con sus maestros y discípulos, con su familia, con sus hermanos humanos y sus otros (as) hermanos (as): el agua, las flores, la luna, el sol, los caballos y otros”.
“Sus indicaciones orientadoras, sus voces, han sido por la paz por el otro y por el otro, sin excepción ni excusa. Una vez caminé con Carlos Covarrubias en Reñaca en las altas dunas cuaternarias en un acto poético, con más de 3 mil estudiantes de América Latina. Era una multitud que hervía en energías juveniles, esparcidas por las arenas. Junto con Carlos y Manuel Sanfuentes debíamos dirigir y timonear el acto y el juego que consistía en bajar la duna en unos deslizadores de arena. Era una especie de caos festivo y nosotros íbamos y veníamos de un lado a otro, intentando dar algunas instrucciones. Le comenté a Carlos que aquello era imposible, no había forma de guiar a ese gentío entusiasta y él solemne y tranquilo me pidió confianza ciega en el acto poético. No sé cómo lo hizo, pero a viva voz mansamente logró congregar a los miles, hablarles y consumar el juego y el acto. Todos deslumbrados y felices”, recordó.
El profesor Carlos Covarrubias dio gracias por este valioso reconocimiento otorgado por la PUCV y reflexionó sobre la mansedumbre. “Tenía siete años cuando comenzó esta Escuela. La nueva manera de la Escuela es la invención magistral de Godofredo Iommi y Alberto Cruz, con sus amigos y su conjunto, de pedir la palabra por aquí, la acción por acá y construir con ambas manos, ambos ojos, una mirada. De esa mirada nació la Escuela, que cuida el ocio como gran fuente de libertad y de mansedumbre. La mansedumbre es la clave de la libertad. Si tratamos de recordar a nuestros grandes maestros históricos: Jesús, Sócrates, Lao-Tzu y Buda, los cuatro coinciden en la mansedumbre como camino de libertad. En eso la Escuela ha sido fiel en ese canto, a esa luz. No hay errores en la mansedumbre”, concluyó.
Por Juan Paulo Roldán
Dirección General de Vinculación con el Medio
Fotos: Ángela Tobón Coral