En las emociones está lo peor y lo mejor de nuestras vidas. El miedo, la ansiedad, la angustia, el estrés, la depresión, la ira y la predisposición a la violencia. Los grandes problemas de la humanidad tienen claramente un fondo emocional, pero en ellas también están la alegría, el amor, la compasión, la solidaridad, el equilibrio, la armonía, la paz anterior, el sosiego y la felicidad.
El catedrático emérito de la Universidad de Barcelona y presidente de la Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar (RIEEB), Rafael Bisquerra, efectuó en la Casa Central la conferencia inaugural del Seminario Internacional de Investigación de la Escuela de Pedagogía PUCV titulado “Escuela de hoy que se proyecta hacia el mañana”, ocasión en la que el experto se refirió a la necesidad de avanzar en pleno siglo XXI de una educación cognitiva a una emocional.
En nuestro país, este año las denuncias por violencia escolar aumentaron en un 28%, concentrándose en la Región Metropolitana con 1.837 denuncias. Entre 2020 y 2022, se registraron más de 5.934 casos graves de acoso escolar en nuestro país, según la organización Bullying sin Fronteras.
“Nos comportamos en función de nuestras emociones. Si tenemos ira, rabia, enojo, nos dan ganas de atacar. Si tenemos miedo, huimos. Nuestras emociones son la activación de nuestro comportamiento. Uno de los problemas a nivel mundial es la violencia. La regulación de la ira para la prevención de la violencia debería ser uno de los objetivos más importante de todo sistema educativo. La potenciación del bienestar emocional es otra prevención importante. Cuando uno está bien no tiene necesidad de agredir, ni atacar, de consumir drogas o realizar comportamientos de riesgo”, expresó el académico.
Bisquerra explicó que el estudio de las emociones recién comenzó a considerarse con profundidad a partir de 2005 y en 2012 se reconocieron oficialmente siete emociones: sorpresa, curiosidad, confusión, ansiedad, frustración, aburrimiento y entusiasmo.
EL IMPACTO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL
El catedrático se refirió al impacto que ha tenido el Chat GPT en la educación, donde a un grupo de alumnos de primer año de universidad se les ha consultado cual es la primera palabra que asocian con la lectura y la respuesta fue “aburrimiento”. Entre las emociones más recurrentes entre el estudiantado se encuentran la confusión, frustración y la ansiedad, que en un grado elevado puede llegar a un trastorno emocional. Es común que este sentimiento se incremente por exigencias académicas y en el caso de la poca tolerancia a la frustración, si esto permanece puede provocar un abandono en el aprendizaje.
Al respecto, el académico entregó una serie de recomendaciones o técnicas para enfrentar la ansiedad y el estrés, entre ellas: relajación, respiración consciente, meditación, mindfulness, música y técnicas diversas de visualización, imaginación emotiva, análisis del lenguaje interior y creencias paralizantes.
“Una opción es mejorar la autoestima, resiliencia, el control de la impulsividad y un conjunto de técnicas que constituyen una parte importante de la educación emocional. Esto es indispensable si queremos avanzar hacia un futuro mejor, pero la situación es muy crítica: o nos implicamos a fondo en la educación emocional para prevenir la ansiedad, el estrés, depresión, violencia, ideación suicida, acoso escolar o cada vez habrá más índices elevados de estas emociones”, añadió.
EXPERTOS DESTACARON SEMINARIO
La directora de la Escuela de Pedagogía PUCV, Marcela Jarpa, expresó que el seminario busca visibilizar las líneas de investigación: ecosistema de enseñanza-aprendizaje; ciudadanía, diversidad e inclusión; y liderazgo educativo, política pública y gestión institucional.
“Nuestras carreras de Educación Especial, Educación Básica y Parvularia tienen asignaturas sobre cómo abordar el manejo de las emociones con los apoderados, las familias y los estudiantes, como también en las comunidades educativas. Hemos efectuado diagnósticos preliminares de los climas en el aula en algunas escuelas rurales y urbanas, trabajamos con las comunidades para ver cómo están afrontando el impacto de la pandemia a nivel emocional sobre todo en los niños. Hemos generado mecanismos formativos para que los estudiantes en práctica puedan afrontar las diversidades que existen en el aula producto del estallido y la postpandemia, dos situaciones que han marcado la cultura socioemocional de los colegios”, expresó.
Arnaldo Canales, presidente y director ejecutivo de la Fundación Liderazgo Chile impulsó en 2016 la ley de educación emocional que se presentó en 2019 como proyecto de ley y hoy continúa en el Parlamento.
“La educación emocional se anticipa a la enfermedad, a los problemas de salud mental, a la ansiedad, la depresión y el estrés. Cuando uno se prepara y conoce su mundo emocional tiene más herramientas para poder lidiar con la frustración, la rabia y la ansiedad. La depresión es contraria a la expresión y muchas veces no nos enseñan a expresarnos. Si un estudiante o un profesor puede lograr que cada estudiante orbite con su mundo interno y su vinculo con otros, logra ese bienestar y encontrar un equilibrio para no afectar los climas emocionales dentro del aula”, concluyó.
Por Juan Paulo Roldán
Dirección de Comunicación Estratégica