02.04.2020
Hace algunos días leía alarmadas recomendaciones para prevenir el Coronavirus de parte de una serie de “negacionistas” del cambio climático. Con estas actitudes se observa claramente que no es la base de su postura una desconfianza a la evidencia científica, ya que han demostrado que sí le creen a la ciencia, sino que es una cuestión de intereses, de lo que les afecta directamente, porque los efectos del cambio climático no les llegarían de manera directa, sino que diferidos espacio-temporalmente.
El sistema global, la importación de bienes y la sobreexplotación de recursos de todo el planeta les asegura, cual acumulador de alcohol gel y mascarillas, una sobrevida cómoda a los países centrales por unos cuantos años más, mientras hunden a las futuras generaciones de todo el globo. Pero este paradigma puede cambiar.
El Covid-19 aparentemente ha venido, además de hacer mucho daño en ciertas aristas, a despertar conciencia. Hoy en día los “negacionistas” están atónitos, el país más capitalista del mundo, el mismo que se fue del acuerdo de París, sufre hoy el mayor impacto del virus y su economía se paralizará, sus más temidas profecías macroeconómicas son inminentes.
La pandemia se generó por invasión de las áreas prístinas donde el virus habitaba en equilibrio con sus huéspedes alados. El ser humano intervino esas áreas de manera irrespetuosa y la globalización lo diseminó. Algunos países decidieron no frenar la economía por una gripe más y allí, en la ignorancia, explotó el potencial reproductivo y mutante del microorganismo.
En 2035 se podría plantear la siguiente noticia: “las crisis económicas que intentaron frenar no aplicando medidas tempranas de mitigación igualmente se vieron impactadas porque no se puede ir en contra de la naturaleza”. Sería una nota que claramente se referiría al cambio climático. Hoy esa noticia podría perfectamente enmarcarse por el efecto del Coronavirus.
Debemos aprender que no podemos seguir destruyendo ambientes naturales, no sólo porque son necesarios para mitigar los efectos del cambio climático, sino porque además esconden microorganismos (como este virus zoonótico) para los que desconocemos cualquier solución y porque sigue siendo una violencia del ser humano sobre el resto de las especies.
Al respecto, se podría afirmar que esta pandemia vino a despertar conciencia. No podemos seguir viviendo como si los recursos fueran infinitos, pensando en los bienes y servicios ecosistémicos como “recursos” y sólo para el usufructo del ser humano.
Como sociedad hemos transformado el espacio que ocupamos mucho más allá de lo necesario y en esa transformación nos hemos desconectado por completo de la naturaleza a través de gruesas murallas tecnológicas.
Ojalá ahora que debemos obligatoriamente aislarnos, podamos valorar lo que es la naturaleza a la que tanto desprecio le hemos demostrado, que la relación sociedad-naturaleza es un diálogo, no un monólogo. Debemos volver a convivir respetuosamente con el medio que nos sustenta.
Esperemos que esta pandemia sea la sinopsis que nos alerta de lo que nos puede pasar con el impacto del cambio climático y que nos genere un despertar consciente, para no ser sólo espectadores del futuro.
Dirección General de Vinculación con el Medio