07.04.2020
Tiempos inciertos y eternos. Estamos viviendo este período de crisis global, como si el tiempo se hubiese detenido en un momento de nuestra historia personal y nos hubiese hecho entrar en una cápsula de tiempo sorpresivo, expectante. Miles de niñas y niños nos observan, expectantes, ansiosos, leyendo nuestras reacciones, nuestras señales, nuestras conversaciones. Se mantienen en cuarentena, encerrados en sus hogares.
¿Cómo podemos apoyar a los niños y niñas en estos tiempos inciertos, turbulentos, eternos? En este tiempo de cuarentena, en que niñas y niños no asisten a los jardines infantiles, se necesita de forma imperiosa que su bien-estar emocional esté resguardado por adultos cuidadores, que un hilo bello y sólido siga haciendo posible el juego, la imaginación, las experiencias artísticas, el acercamiento a su entorno (ahora lejano). Ese hilo se transformará en un tejido poderoso que puede rescatarlos y rescatarnos de la oscuridad de estos tiempos.
Es la literatura infantil, la lectura cotidiana y permanente, acompañada de un adulto responsivo, la que propicia espacios de reencuentro entre todos, de refugio ante la tormenta, de luz en momentos sombríos… frente a la incertidumbre, entrega certezas, entrega caminos, entrega espacios más allá de las paredes del hogar en cuarentena. Hay relatos de ritmo cansino, que llaman a la reflexión y a la paz, hay relatos de frenesí que invitan a la aventura, y a los viajes, hay relatos que invitan a olvidar el aquí y el ahora y nos proyectan a un futuro esperanzador.
Como una tabla de náufrago, la literatura infantil sostiene al lector avezado y al niño pequeño y los mantienen acurrucados, apapachados, sirviendo de puente de huída de una realidad que quieren dejar atrás. Esa es la magia de la literatura infantil, es una lectura compartida, entre dos o más personas; niños y grandes, que juntos reconstruyen significados, tonalidades, imágenes, como una acción de rebelión frente a la realidad de la cuarentena. El puente es el relato infantil, pero el vínculo es entre ese adulto lector responsivo, y el niño que lo mira, lo escucha, lo siente. Es una experiencia intensa, amorosa, lúdica, que funde la relación afectiva, generando vivencias y sentimientos compartidos. Trasciende así el simple acompañamiento al leer; transformándose, grandes y niños, en compañeros de viajes y aventuras. Se trata simplemente de compartir (partir con…) el deleite del viaje imaginativo, en una lectura cálida, atractiva. No importa si el viaje es real o imaginario, no importa que no se someta a las reglas estrictas de la existencia real, no importa que modifiquemos el texto leído, incluso que lo inventemos (lo que es mejor), pues propiciamos la imaginería, la creatividad y llevamos la relación adulto - niño al reino de la recreación, la alegría y la ludicidad.
La literatura infantil también es un espejo del mundo que están viviendo, reflejando desde la distancia que otorga la imaginación, una realidad difícil, inconexa, incomprensible para el mundo infantil. Esta capacidad de la literatura permite al niño proyectar sus miedos, conflictos, amenazas, que le generan angustia o ansiedad, en personajes imaginarios externos al niño, permitiendo la construcción de un mecanismo de defensa inconsciente para hacer frente a la realidad adversa y servir de refugio frente a una situación a la que el niño no puede hacer frente por el momento. La literatura infantil posee una fuerza inusitada frente a la fatalidad.
Como le dijo un niño rescatado de la guerrilla colombiana a Michêle Petit: “Tener un libro que poder leer es como si afuera estuviera lloviendo y tú sabes que no te vas a mojar”.
Para leer en familia:
https://linternasybosques.wordpress.com/
Dirección General de Vinculación con el Medio