05.04.2018
En la década de 1880, Chile triunfó en la Guerra del Pacífico e incorporó a su territorio las provincias de Tarapacá y Antofagasta. En esta zona la extracción del salitre o nitrato de soda, harían del país el principal productor mundial de este abono natural.
“La palabra nitrato de Chile surgió porque el negocio se hacía fundamentalmente en Valparaíso. Hacia 1872 el salitre supera al guano peruano en el mercado mundial de los fertilizantes”, señaló el doctor Sergio González Miranda, Premio Nacional de Historia 2014, encargado de inaugurar el Año Académico del Postgrado en Historia de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
El profesor en su conferencia destacó el exitoso negocio del salitre en Chile, mineral que llegó a todos los continentes del planeta. “El nitrato de soda puso a Chile en el mapa del mundo. Hasta 1910 aproximadamente el nitrato estaba proporcionando casi la mitad del ingreso fiscal de nuestro país. No era un monopolio, como siempre se ha mencionado, porque estaba el sulfato de amonio y el nitrato de cal, entre otro tipo de fertilizantes, que competían en el mercado de la época”, precisó.
El historiador agregó que en Chile la región salitrera no tuvo un centro, ya que los mantos calichales estaban esparcidos de manera natural desde Pisagua a Taltal. “Había zonas más productivas que otras. Hubo una competencia en el mercado interno y otra en el mercado exterior”, comentó.
Durante la Primera Guerra Mundial, los químicos alemanes Fritz Haber y Carl Bosch desarrollaron el salitre sintético que fue industrializado por el proceso Haber-Bosch, marcando el fin de la era comercial del salitre natural (este proceso fue un hito en la industria química lo que le valió a Haber el Premio Nobel de Química en 1918).
A partir de ese momento, los capitales ingleses fueron abandonando paulatinamente el territorio salitrero chileno, dejando un tremendo problema social de cesantía y desplazamiento de obreros que dejaban el Norte Grande para engrosar las filas de desempleados en la capital de nuestro país. A esta etapa se le conoce como la crisis del salitre.
Oficina Salitrera Ramírez
En 1872, la oficina salitrera Ramírez era solo una “parada”, pero el ferrocarril salitrero procedente de Iquique terminaba allí su ruta, lo que la hizo más atractiva, porque se aseguraba la exportación.
“Los descendientes de Pérez Obrigado vendieron la oficina salitrera Ramírez a otro minero tarapaqueño porque sus hijos no se interesaron en el negocio. Se lo dejaron a Simeón Castro”, indicó el doctor.
En julio de 1876, ya en el periodo de la expropiación peruana de las salitreras, Castro vendió la oficina al gobierno del Perú a través de los bancos asociados.
"Castro vendió la oficina de Ramírez a John Thomas North (importante empresario inglés del salitre) y a su socio Robert Harvey. Desde ese minuto la salitrera comenzó a ser considerada como importante”, destacó.
“La oficina Ramírez poseía un capital social de 200 mil libras esterlinas dividida en 40 mil acciones de 5 libras cada una, con una gran capacidad productiva mensual, 15 empleados y 420 trabajadores. Poseía mucha tecnología y medios de transporte disponibles”, aseveró.
Agregó que “durante el gobierno del Presidente José Manuel Balmaceda (suceso previo a la Guerra Civil de 1891), el 4 de febrero de ese año, y debido a las órdenes del coronel Robles, para evitar que los obreros en huelga de los cantones del sector norte de la pampa salitrera bajaran a Iquique (hubiese sido la primera marcha obrera a pie), desde la pampa hacia el puerto grande fueron a enfrentar a los obreros y éstos se refugiaron en la oficina Ramírez. Este capítulo pasa a formar parte de unos de los episodios más desconocidos de la historia de Chile”, informó González.
El campamento de Ramírez fue tomado por asalto por el sargento mayor Martín Larraín, al mando de un centenar de soldados, y fusilando a una decena de obreros. “La historia de la Revolución de 1891 suele omitir esta masacre obrera concentrándose solo en los lugares donde se libraron batallas con las fuerzas regulares de balmacedistas”, enfatizó.
La crisis de la oficina salitrera de Ramírez ocurrió cuando finalizó la Primera Guerra Mundial. “Probablemente la estocada final fue un decreto de la Intendencia donde se decidió que la escuelita número 17, ubicada en el campamento Ramírez, se trasladara a otro lugar”, comentó el académico.
“Hacia 1920 ya no eran los ingleses, sino los norteamericanos, y tampoco era Tarapacá sino Antofagasta, donde se conversaba de salitre. El centro de la economía del mundo ya no estaba en Londres. El nitrato había permitido que Chile participara, aunque fuera desde la periferia de un capitalismo inglés en ascenso de la segunda mundialización, pero se terminaba su ciclo y todo parecía tener aspecto de crisis. La ciencia y su desarrollo, dejaban atrás el viejo modelo de la Revolución Industrial y con el también a la industria del salitre”, concluyó el profesor.
Por Natalia Cabrera Vásquez
Instituto de Historia