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Opinión: Varamiento de sólidos en la Bahía de Quintero Un síntoma más de un ecosistema violentado

Ante una nueva noticia de varamiento de residuos sólidos en la bahía de Quintero, evito la palabra carbón dado que, siendo una posibilidad bastante plausible, no todo sólido negro es necesariamente carbón. Lamentablemente, esta noticia que se repite con una elevada frecuencia, es una más de las que dan cuenta de un gran número de sucesos que se repiten en la zona: Residuos varados, derrame de petróleo, intoxicación de escolares, presencia de una nube amarilla, presencia de polvo negro con elevados niveles de "metales pesados" en los patios de casas y escuelas, etc.

Este y otros sucesos anteriormente nombrados, tienen puntos comunes y otros que los diferencian. Entre los que diferencian al varamiento de residuos sólidos respecto de olores desagradables, nube amarilla o intoxicaciones por una atmósfera tóxica, se basa en que este obedece a un tipo de contaminación sólida que afecta el ecosistema marino de la Bahía.

A diferencia de una contaminación atmosférica, la contaminación del ecosistema marino no genera efectos tóxicos inmediatos. Sin embargo, es altamente acumulativo. En este ecosistema, a los sedimentos se les considera como el reservorio de los contaminantes, es decir, gran parte de los contaminantes arrojados al mar en la Bahía tienden a acumularse en los sedimentos como partículas. Es sabido que este material posee elevados niveles de los llamados "metales pesados", prueba de esto es que los niveles de Plomo o Cobre en sedimentos dentro de la Bahía, solo por nombrar algunos metales, están muy por sobre los niveles normales. Además, los moluscos que se cultivaron en su momento en la zona presentaron niveles elevadísimos de los mismos metales superando los valores máximos permitidos por normas alimentarias, llegando incluso a perder su valor comercial como fue la pérdida del cultivo de ostras que existía en la zona en los años 90. Este tipo de contaminación, por lo tanto, no afecta directamente al ser humano por cuanto no se respira, pero si afecta indirectamente a través de la cadena trófica marina.

El aspecto en común que posee este tipo de contaminación con la atmosférica es que sus posibles fuentes son múltiples. Es sabido que en el sector industrial de la bahía se descargan distintos tipos de sólidos como concentrados de cobre, carbón, etc. Además, este material es utilizado por las empresas mineras o generadoras de energía de la zona. Tanto el transporte de los sólidos, como su almacenaje o el acopio de los residuos sólidos industriales, pueden ser potenciales fuentes de contaminación. Ciertamente el clima de invierno, los vientos y las lluvias, sumado a otros factores, generan que esos sólidos se derramen, se movilicen y aparezcan de vez en cuando en las costas.

¿Cuántas veces más veremos sucesos como estos? Muchas más. Mientras pongamos juntos en un espacio geográfico pequeño a industrias de gran escala con ecosistemas terrestres y marinos mezclados con un asentamiento humano creciente, esa mezcla no resultará en nada bueno ni nada nuevo. Seguiremos viendo anuncios de querellas, promesas de mayores controles, mejores sistemas de monitoreo, becas de estudio para niños afectados, etc. todo lo anterior hasta que ocurra algo nuevo. Como llevo afirmando los últimos 12 años y lamentablemente el tiempo me ha dado la razón, la zona de sacrificio no tiene remedio para esta generación. No hay soluciones perfectas, o las industrias o los asentamientos humanos, pero ambos no pueden estar juntos y a las generaciones actuales solo les digo, hagan todo lo posible por largarse de ahí.

Fuente: Facultad de Ciencias