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María Cecilia Herrera y su rol como mujer dirigente sindical en la PUCV

En el año 2018, María Cecilia Herrera asumió el rol de dirigente sindical en el Sindicato Interempresa N°1 de la Universidad Católica de Valparaíso, enfrentando el desafío adicional de adaptar su labor en este órgano a las condiciones de la pandemia. 

Ese mismo año participó de la Comisión encargada de dar forma a lo que sería el primer reglamento para la prevención, acompañamiento y sanción en conductas de acoso, hostigamiento, violencia y discriminación arbitraria en la PUCV, y desde ahí es parte de la Comisión CAHVDA.

Conversamos con ella para conocer su experiencia y reflexiones sobre la participación de las mujeres en sindicatos y la importancia de conciliar la vida familiar y laboral.

Sobre tu experiencia como dirigente sindical. ¿Cómo te involucraste en el sindicato y cuáles han sido los principales desafíos que has enfrentado desde que asumiste el cargo?

Durante varios años participé en diferentes comisiones del sindicato, es decir, conocía el funcionamiento, pero nunca postulé a un cargo porque en el caso de las mujeres nos cuesta más entrar al terreno de las dirigencias por el tiempo que implica sumar una carga extra a lo familiar y laboral.

Tengo una hija y precisamente decidí en el 2018 postularme porque ya estaba estudiando en la universidad, entonces tenía más disponibilidad de tiempo.

Siento que la pandemia hizo que la gestión sindical sea más amigable en el sentido de los tiempos, porque incorporó la posibilidad de reunirse en modalidad online. Antes estábamos en la sede sindical hasta las 20:00 horas a veces y eso para alguien con niños pequeños es imposible. Los horarios presenciales se han ido acortando, pero no significa que el Sindicato deje de funcionar, ya que las y los dirigentes podemos ser contactados en caso de urgencias por nuestras socias y socios. La labor dirigencial no se acota solamente al horario laboral.  

Entonces yo creo que, en el caso de las mujeres, el desafío principalmente es conciliar la vida familiar con la vida laboral y a la vez la gestión del sindicato. 

¿Qué es lo que más destacas de la labor que llevan a cabo?

Las preocupaciones del sindicato no solo tienen que ver con el tema remuneracional,  sino que también con aspectos de bienestar y calidad de vida de sus socias y socios. El mundo laboral de la PUCV no es el mismo que existe en el mundo privado o en otras universidades, que es bastante más precario, entonces eso habla de una buena gestión sindical y un real compromiso institucional de la Universidad con el cuidado de las personas. 

Las directivas de los dos sindicatos PUCV tienen una alta predominancia de mujeres ¿Se está trabajando en alguna línea específica de género?

Si bien  los sindicatos de la PUCV tienen en su mayoría representación femenina, es importante que no solo sea una representación superficial. En el caso del Sindicato del cual soy dirigente, se apela a que este compromiso se lleve a la práctica en propuestas concretas que permitan impulsar el aumento en la participación de las mujeres y también iniciar un trabajo con los hombres que pueda generar mayor participación en las tareas domésticas, familiar y de cuidados de los hijos, lo cual permite liberar a las mujeres para la participación.  Eso es un aporte al cambio cultural.

En concreto, a partir de las últimas negociaciones colectivas hemos robustecido el capítulo “Corresponsabilidad parental y vida familiar” dentro del contrato colectivo. Esto apunta a promover el principio de corresponsabilidad parental en las labores de cuidado y vida familiar. En este capítulo se detallan garantías para sala cuna, jardín infantil, y cuidado parental, entre otras que también están en línea con lo que dice la ley, pero que nosotros negociamos por sobre lo que se estipulaba en ésta en beneficio de nuestras socias y socios.  

Y en la línea específica de género no teníamos nada, además este es un sindicato que inicialmente estaba compuesto casi solo por hombres, entonces partió siendo muy machista. Este año hemos formado una comisión de género dentro del sindicato, que está en una etapa más bien inicial de conformación y capacitación. 

Además, estamos participando como sindicato en la Dirección de Equidad de Género de la Universidad, dialogando en lo que queremos proyectar como política de igualdad y equidad de género en esta Institución.

Esta comisión es triestamental, lo que fue algo pionero a nivel nacional ¿Cómo es la experiencia de trabajar a la par con estudiantes, pero también con docentes y autoridades?

Desde el inicio valoré mucho el carácter triestamental de la Comisión, porque finalmente las personas que llegan sienten que es más legítimo que todos estemos representados. El funcionamiento ha demostrado que independiente de las diferencias de cargos y formación, logramos conformar un equipo que lleva un trabajo sostenido con mucha responsabilidad.

Las y los comisionados entendemos que las resoluciones de la Comisión afectan a personas, entonces se realizan con rigurosidad. Hay que leer las investigaciones antes para tomar una decisión responsable, fundada y además que se enmarque en lo que dicta el reglamento, siempre con una mirada humana, intentando ayudar y contener a las personas que recurren a esta Comisión.

En ese sentido, ¿qué ha sido lo más desafiante de estos años participando en la Comisión?

Yo diría que el inicio, porque había mucha presión desde el estamento estudiantil para que el Consejo Superior aprobara el reglamento y las políticas y exigían un rápido funcionamiento de la Comisión. Ninguno de nosotros tenía experiencia, entonces de repente había muchas denuncias a la espera de que se implementara, por lo tanto, ese primer año fue de trabajo muy arduo. 

Las sesiones se extendían por muchas horas, ahora son más breves porque hemos ido aprendiendo en la medida que transcurre el tiempo y, aunque no todos los casos son iguales, ya tenemos ciertos parámetros de experiencias anteriores. 

Siento que hemos ido mejorando mucho con el tiempo y yo diría que en este minuto los desafíos que se nos plantean son casos específicos, pero el mayor desafío sigue siendo la prevención para seguir avanzando en una cultura de respeto a la dignidad de cada persona que forma nuestra comunidad universitaria.

Para finalizar, me parece muy importante relevar la labor que cumple Paula Zúñiga, secretaria ejecutiva de la Comisión. Ella recepciona las denuncias, atiende a denunciantes y denunciados/as,  redacta las actas, hace las notificaciones y las resoluciones que emanan desde la Comisión, entre otras tareas como difusión y charlas. Su rol como ente articulador dentro de la Comisión es imprescindible. Además, contar con un equipo que apoya otras tareas como la contención y la prevención, creo que también ha sido muy relevante para mejorar el funcionamiento de la Comisión.