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Bárbara Quezada Virgilio, alumni Derecho PUCV

El camino de una abogada corporativa al interior de una compañía global

24.04.2025

Ingresó a la Escuela de Derecho PUCV en 2001, y hoy lidera el equipo legal de una de las mayores compañías de alimentos del mundo. Se trata de una ex alumna que actualmente se desempeña como gerente legal de Kraft Heinz para Sudamérica, con un rol clave en la región hispana, prestando además apoyo a América Central y el Caribe cuando se requiere.

Su camino profesional ha sido tan diverso como enriquecedor. Tras titularse, inició su carrera en tribunales y estudios jurídicos, enfrentándose al desafío de descubrir su vocación dentro del amplio abanico que ofrece el ejercicio del Derecho. “Te dicen que como abogada puedes trabajar en muchas áreas, lo que es bueno, pero después hay que buscar el focus y ver lo que a uno le gusta y en qué quiere desenvolverse. Una cosa es estudiar y otra muy distinta es trabajar”, reflexiona.

Hace siete años, Bárbara dio un giro a su carrera y se integró al mundo de la empresa privada, un área que —aunque desconocida entonces— siempre le había generado interés. Desde entonces, ha pasado por varias compañías, consolidando una trayectoria en constante movimiento. “Me di la vuelta larga, pero encontré el área que me gustaba. Es algo muy dinámico y multifacético lo que se da en el mundo privado”, asegura.

Su formación ha sido clave para transitar este camino con solidez. A los estudios de Derecho sumó un máster en Derecho Internacional, Inversiones, Comercio y Arbitraje, además de un diplomado en Compliance cursado en la misma PUCV y otros cursos en contratos. “Cuando me di cuenta que era el área que quería, me fui especializando cada vez más”, comenta.

Desde hace un año y medio, lidera el equipo legal de la multinacional Kraft Heinz en Sudamérica, con foco en Chile, Perú, Colombia y Argentina. Su responsabilidad principal es dar soporte jurídico en todas las áreas que puedan impactar a la compañía: contratos, temas laborales, societarios, litigios, fiscalizaciones, entre otros. “Como abogada corporativa tienes que tener capacidad de cambiar rápidamente el switch y poder saltar de un tema a otro. Estás negociando un contrato y de repente hay que ver un tema laboral, o una urgencia con aduanas, etc.”, explica.

Ese ritmo acelerado exige un profundo conocimiento del entorno empresarial y la habilidad para traducir el lenguaje jurídico en soluciones prácticas. “Tienes que tener un conocimiento general del rubro empresarial, donde uno claramente no va a ser experto en todas las áreas, pero sí conocer de todo y saber cómo guiar a la compañía”, dice. Agrega que “el equipo legal debe ser siempre un partner del lado comercial” y que el rol del abogado corporativo es encontrar el equilibrio entre lo jurídico y lo comercial, teniendo siempre una mirada “pro negocio”, pero dentro del marco normativo.

Para ella, ser abogada in-house significa involucrarse en todo lo que pueda tener un impacto legal para la empresa. Su rol principal está vinculado al área comercial, pero también trabaja en temas de litigios, fiscalizaciones —relevante en el rubro alimentario— y corporativos. Todo esto, en el contexto de una compañía global que constantemente busca nuevas estrategias para adaptarse a los distintos mercados.

“El departamento legal no es una barrera al negocio, es uno más que camina junto a los proyectos y objetivos de este”, afirma. Y añade, que uno de los grandes desafíos del rol es interactuar con profesionales de distintas disciplinas. “Es muy enriquecedor porque aprendes de otras áreas. Como desafío, uno tiene que bajar el derecho a la realidad del área y ver cómo aplicar esto de la manera más práctica y conveniente para la compañía”.

Ese pragmatismo no implica perder rigurosidad. “El abogado comercial tiene que ser flexible y riguroso a la vez. Flexible porque hay que estar alineado con la compañía y buscar siempre los instrumentos legales más adecuados para que esta logre sus objetivos. Pero ya cuando se toma una decisión, viene toda la rigurosidad legal para que se haga de la manera correcta”.

Al mirar hacia atrás, guarda con afecto su paso por la Escuela de Derecho de la PUCV. “Tengo muy buenos recuerdos de mi periodo académico. Es una etapa muy linda que en el momento se ve larga, pero después te das cuenta que es muy breve”, señala.

Destaca especialmente el valor del criterio jurídico aprendido en la universidad: “Lo que me dejó la PUCV y que aplico hasta hoy, es el criterio jurídico. Es ese gran olfato jurídico, que te hace cuestionar y pensar críticamente un poco más las cosas para saber por dónde se deberían abordar. También, la rigurosidad del proceso universitario me ayudó en la formación de carácter, de temple, lo cual hace la diferencia en el día a día. No hay que olvidar que el Derecho es de detalles, por lo que uno pequeño puede hacer una gran diferencia”.

Además, recuerda con cariño al profesor Farouk Garfe (Q.E.P.D.): “Siempre me quedó marcado su método de clases porque el Derecho Internacional era un tema muy amplio, y solía mezclar las clases con sus historias, además de hacernos realizar algunas actuaciones. Eso hacía las clases muy amenas. Siempre sus clases estaban llenas”.

Con la experiencia de haber encontrado su camino profesional, tiene un mensaje claro para quienes hoy estudian Derecho en su misma escuela: “Les diría que aprovechen esta linda etapa que están viviendo, que no se apuren, que vivan el proceso, y que confíen en el proyecto educativo que los profesores y la universidad están llevando a cabo con ellos”.

Y añade: “A veces, uno se cuestiona por qué se hacen así algunas cosas, pero claramente es porque existen objetivos educativos detrás, que de seguro, el día de mañana van a marcar la diferencia en la calidad de tu trabajo como abogado”.

Facultad y Escuela de Derecho PUCV