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Benjamín Sagredo Reyman

Mi nombre es: Benjamín Sagredo Reyman
Soy de: Villa Alemana, Quinta Región
Estudié en la Escuela de Derecho PUCV entre los años: 2005-2009
Soy alumni desde el año: 2010
Trabajo en: Fiscal Regional del Ministerio de Obras Públicas Región de Magallanes y Antártica Chilena y profesor de Litigación Oral en la Universidad de Magallanes
Estudios de posgrado (en el caso de haber): Magíster en Derecho Administrativo en la PUCV

1.- El mejor recuerdo que tengo de la Escuela. 

Cuando terminaba el segundo año de universidad, mi hermana María Inés (QEPD) se enfermó muy gravemente de Lupus y tuvimos un problema con nuestra ISAPRE, que terminó en un complejo recurso de protección, dado el elevadísimo costo mensual de su tratamiento, lo que arruinó muy rápidamente la economía de nuestro hogar. En medio de dicho conflicto, y en nuestra desesperación de no contar con los fondos para paliar sus medicamentos mientras se tramitaba su recurso de protección, como familia organizamos la venta de rifas y un evento muy modesto para recolectar fondos, llamada Tallarinata, que consistía en una cena con pastas en un local porteño, a base de donaciones, con un precio que ayudaba en algo al pago de sus medicamentos mientras se tramitaba la acción. Recuerdo que era época de exámenes de fin de año, en que cada uno estaba sumido en sus estudios, ya no habían clases presenciales, y en mi desesperación por intentar conseguir vender las entradas, acudí a mis incondicionales amigas y a varios compañeros de la Escuela pidiéndoles ayuda, cuya amistad, que felizmente conservo hasta hoy, se probó a fuego, socorriéndome en todo lo necesario, ayudándome a colgar afiches, distribuir rifas y promocionar el evento, todo en medio del estudio. Me alegró el alma ver cómo, en medio de la angustia propia de cada estudiante, que se margina de todo su entorno en intentar concentrarse en el tan extenuante estudio de los exámenes, muchos de ellos procuraron destinar un tiempo en proporcionarme ayuda. Recuerdo que varios profesores y compañeros, muchos de ellos de forma anónima y para quienes yo era aún un desconocido en ese momento, me preguntaban por mi hermana y buscaban colaborar de alguna forma en ayudarnos como familia a salir adelante, siendo esa solidaridad clave para levantar mi moral y recuperar la concentración en los estudios. Al poco tiempo, felizmente, el recurso favoreció a mi familia, y la normalidad fue retomando nuestro hogar y también mi vida cotidiana, pero esa generosidad y solidaridad de mis amigas,  compañeros y profesores de la Escuela la tendré por siempre presente.

2.- Algún bochorno académico o anécdota universitaria.  

En cuarto año de universidad el profesor de Derecho Civil nos invitó a un asado en su espectacular casa en Casablanca, lugar donde lo pasamos increíble. El profesor auspició toda la actividad, y el asado terminó en un muy entretenido carrete con piscina, hasta altas horas de la noche, olvidándonos todos del estudio, las preocupaciones, y en mi caso, también de mi mochila, con apuntes incluidos. Cuando desperté al día siguiente y asumí el  trágico extravío, en medio de la resaca me daba tanta vergüenza acudir donde el profesor que le pedí a una querida amiga sin desinhibición que acudiera en mi lugar a la Sala de Profesores a rescatarla.

3.- ¿Qué otras actividades o pasatiempos pudiste desarrollar en tu época universitaria? 

¡Ninguno! ¡No daba el tiempo! Para quienes los dábamos en diciembre y casi siempre con algún repechaje en marzo, nuestro único recreo era entre exámenes, oportunidad en que, sin importar si era con aprobación o rojo para mazo de por medio, nos organizábamos con un escuálido presupuesto, de nunca más de dos mil pesos por cabeza, para ir a hacer la previa al Coyote Quemado y posteriormente salir bailar al Huevo, La Torre y algún otro local porteño, en extenuantes y muy divertidas jornadas de baile de reggaetón antiguo, riéndonos de todo y conversando sobre cómo sería el mañana.

4.- ¿Cómo se ha hecho presente el sello PUCV en tu vida personal y/o profesional?

A nivel profesional, creo que las interminables jornadas de estudio que exigía nuestra formación universitaria, muchas veces se me presentaron como una experiencia muy dura, que sin lugar a dudas, permitió formar una disciplina y rigurosidad que permitió sortear exitosamente diversos desafíos profesionales, hasta el día de hoy.

Sin embargo, en mi vida personal, sufrí mucho con la postergación que tantas veces significó ese nivel de dedicación, sin poder destinar tiempo a otros aspectos importantes en la formación de nuestra personalidad, tales como el deporte, la recreación, la vida afectiva y el esparcimiento. La circunstancia de ser hijos del rigor me ha permitido precisamente ser más empático sobre la materia y ser un convencido de que disciplina no es sinónimo de calvario, y que el estudio debe procurar ponderar excelencia junto con calidad de vida.

5.- ¿Qué le aconsejarías a nuestros alumnos y futuros alumnos de Derecho PUCV?

Les recomendaría, de todas maneras, estudiar en la Escuela de Derecho PUCV, que creo, tras 13 años desde mi egreso, se ha consolidado como una de las mejores del país. Mi consejo, a quien recién inicia allí su estudio, iría en el sentido de buscar equilibrios, de procurar establecer un estudio adecuado junto a una vida saludable, de establecer áreas y espacios para profundizar sobre otras áreas, diversas al Derecho, en el entendido que la vida universitaria nos define como profesionales y que ésta no puede agotarse únicamente en el extenuante estudio, y que es deber de los estudiantes, y de quienes los forman, alentar la existencia de parámetros de bienestar y de calidad de vida, en los cuales se lleve a cabo la docencia y el aprendizaje en los mejores términos posibles, para que conocimiento adquirido y el recuerdo de la facultad sea siempre grato, ameno y con el orgullo posible.