"En Chile hay mucha hambre. Hambre de pan, hambre de amor, hambre de respeto…”
Esta semana la Nunciatura Apostólica en Chile comunicó el nombramiento de dos nuevos obispos: Julio Larrondo como obispo auxiliar en Santiago y Gonzalo Bravo como obispo de San Felipe. Compartimos entrevista que le hicieron al padre Gonzalo Bravo, decano de la Facultad Eclesiástica de Teología PUCV, en Kairós News.
31.05.2020
Gonzalo Bravo Álvarez ha vivido contrastes sociales y una gran diversidad desde que nació. Es uno de los siete hijos de un matrimonio cuya vida podría ser gran guión de telenovela. Su padre fue un campesino de la zona de San Fernando, en la región de O’Higgins. Su madre, la hija del comandante en jefe de la Armada. Su padre, un comunista. Su madre, de derecha. Pero “ellos tuvieron un matrimonio súper bonito. Se conocieron mediante el folclore, y mi mamá hizo la opción de vivir esa vida con mi papá. Estuvieron enamorados hasta la muerte”.
Una niñez en el campo en la zona de Quilpué formó a una persona sin cercos ni límites, hasta que llegó a la Universidad Federico Santa María donde Gonzalo Bravo estudió ingeniería civil. Ahí le cambió la vida. No solo la revolvió, sino que luchó como todos los universitarios de esa época contra la dictadura militar. Salía a protestar y con su grupo se tomaba la Av. España y después la Universidad. Fue a carretes, pololeó y se enamoró. “Era bien engrupido”, acota.
Conversión
“Yo no era creyente y en la universidad me acerqué a la fe con la física cuántica, física atómica. Cuando percibí que en el mundo atómico las cosas no se ven y existen. Con el principio de indeterminación de Heisenberg, que dice que no se puede determinar al mismo tiempo la velocidad y el desplazamiento, que los tiempos son relativos, los espacios son curvos… Entonces, empezó a caer toda la línea materialista que traía en mi mente. Y comencé a ver que, más allá de la nada, estaba el todo. Ahí se me acabó el sistema materialista. Y a partir de la ciencia, de la razón, comencé a pensar que había algo que tendría que haber orquestado esto y que no era casualidad que el universo hubiera estado en movimiento. Así llegué racionalmente a algo poderoso. Creo que fue don de Dios que este algo después fuera Alguien. Y este poderoso fuera amoroso. Fue un don de Dios”.
¿Pasó del poder al amor?
Sí, exactamente. Y es por eso que tengo tan claro que el amor al poder es la destrucción del cristianismo y de la vida humana. En cambio, el poder del amor es la construcción de la vida humana y la cristiandad. Son dimensiones para mí tan dolorosas. Creo que una gran crítica a la Iglesia Católica hoy y con mucha, mucha razón, es que se le entregó un poder que no salva, un poder que tortura y oprime. Y eso es justamente la quintaesencia de lo que es el cristianismo.
¿Por qué se hizo cristiano?
Bueno, porque mi mamá fue catequista, y había una cultura cristiana y cuando yo estaba terminando mi tesis en la Santa María, mi hermano me dio un libro, Las confesiones de San Agustín.
Vocación
Una cosa es el encuentro con Jesús y otra el ser cura.
Yo trabajé en Santiago, siendo de Valparaíso, y pasaba por el Seminario. Sabía que ahí estudiaban los curas y me decía qué cosa más horrible estar ahí, es como estar preso.
Sigue siendo horrible…
(Risas). Mi primer año de seminario me costó muchísimo porque no tenía claro que quería ser sacerdote. La solidaridad experimentada en mi vida universitaria me acercó a la persona de Jesús y me cambió el concepto de libertad. Antes creía que libertad era hacer lo que quería. Después sentí que libertad era hacer lo que Dios me pedía, que es muy distinto. Porque cuando yo hacía sólo lo que yo quería, en el fondo era esclavo de mí mismo, y no era libre. En eso me ayudó San Agustín, Mi experiencia en el seminario fue con muchas dudas además hasta ahí nunca se me había ocurrido ser sacerdote. Nunca. Y cuando se me mete esto en la cabeza, percibí que esto no era mío. En un clima de discernimiento percibí que no era yo quien lo había planteado.
Y entre ser sacerdote y ser obispo también hay diferencias. ¿Por qué cree que lo eligieron obispo?
He sido muy crítico de la estructura jerárquica de la Iglesia, y no creo que sea distinto ser obispo que ser sacerdote, todos somos pueblo de Dios con distintas funciones. Somos hijos e hijas de Dios y me parece que eso es lo principal. La diferencia es de los carismas que están al servicio de la comunidad. Y si esos carismas no se ponen al servicio de la comunidad, no son de Dios.
¿El Papa Francisco le dijo o le mandó a decir lo que esperaba de usted, como obispo?
No. La respuesta es no. Pero el nuncio (Alberto Ortega) ha sido muy buena persona conmigo, y quiero destacarlo. Para mí toda la jerarquía era como lo es para la gente. Le dije a monseñor, que he sido muy crítico. Y él me dijo: sí, sí lo sé. Entonces, comencé a pensar en la gente del Puerto, de mi parroquia y no estaba escondiendo nada de lo que he sido. Quizás haya algunas que tienen una forma distinta de acercarse a la gente y establecer un servicio. Hay mucho miedo, cuando uno tiene mucho miedo, se esconde en forma, se esconde en dolores, y en vez de tender un puente que comunique, se pone un muro que separa, sin que haya maldad de por medio. Son reacciones que son posibles. Y en mi caso yo, como he sido bendecido con amor, con ternura, nunca he tenido eso.
Visión de Chile
¿Cómo cree usted que va a ser del Chile de la pos pandemia?
Hay varias posibilidades pero creo que podríamos agruparlas en dos. Una, despertar una solidaridad que yo he visto que se ha ido manifestando en las cosas súper sencillas. Hoy hemos ido valorando lo sencillo, a la familia, a los amigos. El abrazo, la mirada, la estrechez de corazón, un café, un completito, una chelita con amigos después de la pichanga… Entonces hay una posibilidad de que Chile salga por ahí más solidario, más cercano, más humano.
«Y la otra posibilidad es que sigamos con las diferencias y volvamos con un tono totalmente neurótico a seguir trabajando con horas horribles, a seguir pensando que el dinero es dios, a seguir utilizando al ser humano como un objeto de un sistema, al cual tiene que rendir y ser eficiente.
«Por tanto, sé que la oportunidad de Chile es, o volvernos a un sistema neurótico, que nos oprime como sociedad, donde somos esclavos del dinero, o formamos, entre todos y todas, una sociedad con mayor solidaridad, responsabilidad, organización vecinal y comunitaria. Que realmente sirvamos no al interés particular sino que a todos».
¿El cambio de Constitución Política puede ayudar a eso?
Sí, claro. En Chile existen muchas leyes que no se aplican y derechos que no está normados como el derecho a acceder a la salud. Entiendo que tienen que haber nuevas bases constitucionales porque al mundo de la pobreza no se le da garantías de nada. Tú supieras la cantidad de gente que nos han prometido en Valpuerto. Se han inaugurado un montón de cosas y ahí están. Entonces, el cambio de la Constitución tiene que ir acompañado de un brutal cambio constitucional del corazón de los chilenos y chilenas. Porque podemos tener una carta magna súper linda que todos sabemos como ocurre con el “ámense los unos a los otros”. Eso está escrito pero ve tú entre los cristianos cómo nos tratamos.
¿Cómo cabe la Iglesia en el Chile pos Covid-19?
La Iglesia es el pueblo de Dios. Si por Iglesia decimos los obispos, que son la jerarquía, es un error teológico y comunicacional de primer orden. Eso hay que desbaratarlo completamente porque la iglesia es el pueblo de Dios.
Eso implicaría, entonces, que hay que desarrollar fuertemente las comunidades de base y el laicado.
Sí, totalmente. Y no solo las comunidades. Hay gente que no tiene tiempo de estar en las comunidades por sus condiciones laborales y mientras no cambien esas cosas estructurales, es muy difícil congregarse. Hoy, una comunidad que se congrega periódicamente es casi una élite como comunidad.
Usted trabajó en cárcel ¿qué opina de la situación carcelaria?
Es un sistema que ha fracasado, desde los niños y niñas y adolescentes que han pisado y han pasado por Sename. El 80% de las personas que han pasado por Sename, terminan en la cárcel. Pero hoy los derechos de los niños, niñas y adolescentes no son prioridad en Chile. Las leyes que deberían velar por los derechos fundamentales de ellos y ellas no se han desarrollado. Nosotros, como corporación La Matriz tenemos un consultorio jurídico, y mediante él recurrimos hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos para exigir al Estado de Chile el cumplimiento de derechos pero no ha sido fácil. Hoy las visitas a los hogares no se fortalecen. Los vínculos son totalmente represivos. Uno ve una persona que delinque, un joven que hizo un portonazo, horrible, con 17 años… pregúntele qué tipo de vida le dio la sociedad. Voy a decir algo que no es legal, pero acaso una persona, que se vea privada de sus derechos, ¿no podría demandar al Estado, a la sociedad toda? Porque nunca le dieron un hogar, un cariño, una oración, un regalo, nunca lo trataron bien, nunca lo respetaron como persona. ¿No sería razonable pensar una cosa así?
¿Hay hambre en Chile?
Mucho. En Chile hay mucha hambre de pan. Pero también hay mucha hambre de amor, de respeto… Hay hambre de ser respetado, de ser potenciado. Nosotros tenemos un programa súper lindo, llamado FutValores que educa través del fútbol. Son cerca de 500 niños en Valparaíso, también en Quilpué. Y en este programa lo único que nosotros hacemos es encontrarse en el desencuentro de las diferencias. Hay niños que no obedecen instrucciones pero los monitores y monitoras van sacando lo mejor de ellos. Muchas veces, esos niños dejan de tomar desayuno y yo percibo que hay hambre… Se requieren estructuras no solamente más solidarias, que todavía tienen un tinte asistencialista, sino que estructuras más justas. Y se puede. Cuando uno dice que tenemos un ingreso per cápita altísimo, ¿por qué no ajustar y efectivamente igualar la cancha? Eso es posible. Yo creo que se ha igualado mucho pero también falta muchísimo.
La iglesia
¿Cuál sería el gran aporte del Papa Francisco a la iglesia de hoy?
Creo que es una persona más cercana, sencilla, con un lenguaje latinoamericano, que todos lo entendemos, no sé si le pasará lo mismo a los alemanes pero nosotros hasta las bromas le entendemos. Sus mensajes ecológicos y sus salidas, exigen una renovación de nosotros mismos. Y también una disposición al cambio.
Y rescatando que el Papa habla permanentemente de la “conversión”, Bravo dice que lo que propone el Papa en esta línea es “anda más allá de tu certeza”. Es decir, “anda más allá de tu zona de seguridad. Y agrega: “Hay gente de la clase baja que no conoce el mundo de la clase alta y gente de la clase alta que no conoce nunca un espacio pobre. Entonces, ese salir me parece que está dinamizado por una relacionalidad mucho más amplia, mucho más fluida, mucho más humana”.
Se acaban de celebrar cinco años de la Laudato Si’ ¿Cuál sería el potencial que podríamos sacarle en Chile a este documento?
Mucho. Piensa tú solamente en los grandes problemas del agua, en las explotaciones (mineras). En el grave problema de los últimos recursos. Del proceso de enseñanza del manejo de los residuos. En la posibilidad de reciclar, de los compost, de autocultivo en nuestras casas para los que tengan un pedacito de patio. Somos personas interrelacionadas con la creación, continuadores de la obra creadora de Dios en la relacionalidad y también en la ecología humana. Me parece que se ha insistido poco en esta relación.
“Hay una frase del Papa en este documento, que en el fondo, el problema de la ecología no es sólo el problema de mi relación con la naturaleza sino de mi naturaleza relacional. Si pienso que los otros y otras no son parte de mi relación, que no tengo una estructura relacional, eso no va a cultivar la ecología ni la relación humana. Además, entiendo que existan logros de corto plazo y metas económicas, pero no puede hipotecarse un sustento de naturaleza para las siguientes generaciones por una ganancia puntual”.
El padre Mariano Puga era un fanático de la Biblia y le enseñaba a los pobres a usar la Biblia. ¿Cómo evaluaría usted el acceso a la formación bíblica de la pastoral nacional?
No conozco la pastoral nacional y cuando el padre Mariano nos venía a ver con su acordeón, nos enseñaba cosas maravillosas. La Biblia no solamente hay que leerla o informarla, sino también vivirla. Suena casi cursi lo que estoy diciendo pero creo que por ahí va. La Biblia me va a inspirar en la medida de que quien me enseñe también lo veo inspirado por ella. Sino queda como un documento.
“Conozco un gran profesor de Biblia que me dijo mira yo no soy creyente, lamento no creer en esto, pero la enseña y es uno de los tipos más brillantes. Entonces, no se trata de enseñar el conocimiento, sino que más bien, tener la experiencia de vivir la Biblia, y eso se puede enseñar incluso aunque no se sepa de Biblia. Entendiendo que la Biblia es esa experiencia de fe, que está llamada a esculpir los corazones de quienes la leen y quienes la comparten”.
Usted ayudó al padre Felipe Barriga a darle fuerza a la Vicaría Pastoral a fines de los años ’90 en Valparaíso. ¿Qué aportes le entregó esa experiencia y que lo desafían para San Felipe?
El padre Felipe le puso le puso talento y Renzo Ramelli y yo fuimos unos aprendices solamente.
¿Qué aprendió?
Primero, la comunidad, la inmersión en la comunidad. Segundo, escuchar lo que Dios ya ha puesto en la iglesia. Pretender decir algo nuevo, me parece poco práctico, cero empatía por la contemplación de lo que el Señor ha puesto en la tierra. Y tercero, una cosa súper linda: organizar para servir, no para oprimir. La organización no tiene un sentido en sí misma, sino un sentido de cuerpo. Entonces se hablaba de una pastoral de conjunto, que no era un conjunto de pastorales, se hacía la diferencia, y después se pasaba a lo orgánico, que era un cuerpo que servía. Todo ese proceso fue muy bien instruido por el padre Felipe.
Mujeres y Laicado
El obispo presidente del episcopado alemán, dijo recientemente que la consagración de la mujer al sacerdocio es una demanda que está ahí, “en el centro de la iglesia”. Y que los argumentos en contra presentados por el magisterio, como que ya no son muy bien aceptados. ¿Está usted de acuerdo con eso?
Para afirmar eso tendría que saber bien lo que dijo. Lo que sí puedo decir, es que las diaconisas es un tema que se está estudiando y que es un amplio campo a desarrollar. El rol de las mujeres tiene que ver con aspectos que deben estar en las instancias decisivas de la Iglesia jerárquica y no solamente como ministerio sacerdotal. Porque tal vez se podría correr el riesgo de ser (mujeres) sacerdotes y que no tengan espacio de decisión.
“La mayor parte de las personas que participan hoy en la iglesia son mujeres. Imagino que el elemento femenino falta muchísimo a las decisiones del entorno masculino que es en el cual nos solemos mover. Tuve profesoras mujeres que siempre dan una visión distinta de la realidad. En acciones de solidaridad, cuántas mujeres podrían trabajar. Entonces, el tema no es solo sacerdocio ministerial, en el sentido de un sacramento que se recibe, sino también participación en instancias decisivas. Y podríamos tener muchas mujeres en distintos cargos pero si no son cargos decisivos, no estaría completa ni llena la demanda. Siento que es posible y debe ser así. Entiendo que es una demanda social y que hay que ver técnica y teológicamente si va por el lado sacramental solamente o por el lado decisional, que yo sí veo que es una cosa súper urgente y necesaria. Por los dones que la dimensión femenina aporta a aspectos que son masculinos».
Pero reconocer el rol ministerial aportaría también a las decisiones…
Sin lugar a dudas pero no se puede quedar ahí. Por ejemplo, nosotros tenemos un programa con la Comunidad Teológica Evangélica de Chile, y ahí he visto el rol que tienen las pastoras, que es maravilloso. ¡Maravilloso! Ellas incitan y motivan. Y con su talento, con su talante femenino, uno dice: pucha, ¡qué maravilla seríatener esto! Percibo que en muchas comunidades, en nuestras comunidades… por ejemplo, el Comedor 421 (de la Iglesia de La Matriz de Valparaíso), es llevado técnicamente por mujeres. La catequesis nuestra, en mayor parte son mujeres las que deciden, son activas. Para qué decir las juntas de vecinos…
Pero usted tiene la última palabra, usted es el párroco.
No, no, para nada. En las comunidades en las que he estado, no ha sido así.
Como experto en Biblia, ¿usted ve algún impedimento para el sacerdocio de las mujeres?
Desde la Biblia, no hay ordenación de mujer, no hay inclusión de ella como mujer. Pero sí te puedo decir, por ejemplo, que son súper importantes desde el discipulado. Las mujeres están en Marcos 14, 50, donde dice que todos los discípulos abandonan a Jesús. “Y habiéndolo dejado, lo abandonan”. En cambio, de las mujeres dice que lo siguieron desde Galilea hasta la cruz. Entonces, hago la diferencia desde el discípulado: si pienso que el orden sacerdotal es para mandar y no para servir, tendríamos que hincarle mucho más el diente porque el orden es para servir.
En ese sentido, si el orden es un servicio el laicado debería participar en la elección de sus obispos ¿o no?
Claro, en la medida en que eso se regule. Según me dijo el nuncio, se había consultado a muchas personas cuando le pregunté cómo llega a mi nombre. No sé quiénes, cuántos y cómo se eligen esas personas. Ciertamente todo es mejorable. Yo percibo, incluso, que no solo debiera consultarse para los obispos sino que también para los sacerdotes. Hay comunidades que tienen sensibilidades particulares. Por ejemplo, en una comunidad, una parroquia de gente joven, una persona más antigua, con otros parámetros, no les va a servir. Entonces, yo creo también tiene que pasar por la elección de los servidores de la comunidad. Es un desafío y una dimensión que hay que tener.
Muchos cristianos que militan en la iglesia de base, han estado presentes en Plaza Dignidad y en otros lugares de Chile como “Plaza Dignidad”. y hoy, con la pandemia están muy presentes en las ollas populares y comedores parroquiales moviendo la solidaridad ¿Qué opina de esa iglesia más de base, que da testimonio de Jesús? ¿La va a convocar a trabajar con usted?
Quiero insistir que la Iglesia es una sola. Es un pueblo diverso, plural, unido en la pluralidad y en la diversidad. Que tenemos distintos carismas. Que hay distintas formas de decir, hay distintos roles. No todos son apóstoles, no todos enseñan, no todos están en la Plaza Dignidad. No todos están en los monasterios, en los colegios, en los hospitales, en las cárceles. Es decir, es una iglesia que es una con la gran comunidad. Me encantaría expresar eso con total convicción y creo que hay que hacer un salto eclesiológico. Una eclesiología que no es cristológica puede ser una ideología. Y la cristología es el cuerpo de distintos miembros, de una mano, un dedo, un ojo que todo sirve para el funcionamiento del cuerpo.
En su parroquia se acoge a los alcohólicos, prostitutas, gente de la calle ¿qué ha significado para usted esta experiencia?
En nuestra comunidad hay gente que tiene problemas de alcohol, drogas, de ganarse el sustento. Siento que hemos congregado ahí al mismo Jesucristo y hemos creado una estructura de apoyo y de servicio. Yo también me considero dependiente muchas veces de la droga de la autoestima, de la droga de la vanidad. Para nosotros es una alegría servirnos mutuamente y nos ayudamos. Otras veces nos distanciamos, como en una familia. Esa es la dimensión de la eclesiología que yo entiendo. No solamente una eclesiología de comunión con quienes estamos súper bien con Dios, sino una comunión con gente que muchas veces han sufrido, que son dolientes. Que en el fondo no es exclusivo ni excluyente.
“Me ha tocado la comunidad La Matriz, donde hay una integración súper hermosa. Uno si, efectivamente, siendo pobre, puede estar en La Matriz, siendo rico también. No hay discriminación de algún tipo y eso es lo que Dios quiere para su pueblo, que se congregue, sirva y alabe, que se deje influir por él. Es un proceso pascual, desde mi muerte se busca la resurrección”.
Abusos en la Iglesia
¿Cuál es su postura respecto a los graves abusos sexuales, de poder, de consciencia que hemos vivido en Chile por parte del clero?
Los abusos en sí son un desastre, una monstruosidad que han continuado y se han hecho permanente tratando con lejanía a las víctimas. Yo espero que todo el mundo colabore a identificar a los victimarios, a identificarlos y a quitarles todo posible acceso a una dimensión pastoral a alguna persona que haya cometido el delito. Pero no es bueno, es muy doloroso alejarse de las víctimas.
“Me ha tocado acompañar a muchas víctimas e iniciar períodos de búsqueda de información para poner en juicio a algunos sacerdotes. Yo sé lo que esto significa. Sé la fragilidad que esto despierta. Incluso, percibo de que ese dolor no pasa nunca. Se destruye a la persona de un modo horrible. No solamente cuando se le ofendió puntualmente, o periódicamente las veces que fue abusada, sino que al no estar atendida en cuanto a víctima y ocuparse o preocuparse en el mejor de los casos, en el pueblo de Dios, en la Iglesia de Jesucristo, es un dolor que está lacerante y tiene que ser atendido, con toda la providencia humana, cristiana, sabiendo que la persona víctima es realmente una persona que no lo fue una vez, cuando fue abusada; sigue siéndolo porque no ha sido atendida con la posibilidad de ser acogida, hacer un camino de reencantamiento de la propia vida, de superación de este problema gravísimo. La víctima sigue estando en un lugar que podría mejorar mucho, mejorar los espacios de atención a ellos y ellas”.
En algunos de esos espacios ¿usted ha pedido silencio a alguna víctima?
Nunca, nunca. Aun más. Ha sido al revés. Más bien, porque conozco algunos casos que obviamente no los puedo revelar he dicho: No, esta cuestión tiene que ir a juicio. Mire, no, es que me va a significar a mi revivir todo este proceso, y lo estoy superando, me han dicho. Así de grande es el dolor. Así de grande es la mutilación de la propia identidad, que ni siquiera el recordar… es de algún modo revivir y volver a pasar por eso.
Entonces, ¿qué aprendizaje estamos haciendo como iglesia en el tema de los abusos? ¿Estamos aprendiendo algo?
La primera cosa, es que hay una formación, y una oficina y protocolo de la Conferencia Episcopal que también está acá y que me parece súper bien. Pero cada uno debería dar un paso más en la prevención y en la compañía. Vuelvo a la carga. Yo no tengo tan claro si una persona estaría dispuesta a correr el riesgo de perder su trabajo, por ejemplo, si denunciara a una persona que es su director o directora. Y no me refiero solamente a la iglesia. Me refiero al mundo laboral, a las distintas instancias de poder del Estado o del mundo privado, sea un colegio o una empresa. Yo no sé si acaso estamos dispuestos a perder el trabajo por denunciar a una persona que abusa de otra persona.
“Y no solamente abuso sexual, también de poder, y de conciencia. Por eso creo que tenemos que elevar esta formación para tener esa prudencia y valentía, y decir esto no se puede aceptar como sociedad, no lo queremos. Pero el abuso en general está muy arraigado en nuestro Chile, en distintos espacios. Tú ves a un señor que quiere estacionar un auto y pone un cono y no lo permite. Un guardia que deja pasar, o trata de mal modo. Un cura que dice no, aquí no se atiende y cierra las puertas. O un médico que llegó a atender media hora o una hora de retraso sin explicación. Un profesor o profesora que te trató mal. O un alumno o una alumna que trató mal al profe, a su madre, a la abuela. Es decir, hay una educación chilena que no valora el respeto. Y eso es importante inculcarlo dentro de los procesos de aprendizaje desde los primeros años de la vida académica y de la vida de formación de las personas».
Desgraciadamente, en la iglesia-jerarquía también se da. ¿Cómo va a buscar usted en la Conferencia Episcopal donde deberá participar, la comunión eclesial teniendo teniendo al lado y al frente obispos que han sido señalados como encubridores de abusos?
La comunión tiene que ser en la verdad. La común unión es en la verdad. La común unión tiene diversidad, tiene pluralidad y también tiene distancia y divergencia. Yo pienso que la comunión no es sentarnos Todos juntos como dice la canción de Los Jaivas. La comunión tiene que ser de responsabilidad y capaz de decir esto no está bien o esto si está bien. La comunión requiere un proceso de discernimiento. Ahora, ciertamente hay gente que no me va a soportar y tendré que estar en comunión desde la diversidad. La comunión no es unidad en la uniformidad, la comunión es la unión en la diversidad y la pluralidad. Entonces, la comunión no se rompe porque haya diversidad de opiniones, al contrario, debería fortalecerse. Es la comunión de los discípulos, es la comunión de las primeras comunidades de cristianos. Pablo critica a Pedro. Hay unos que misionan a los paganos, otros que misionan a los judíos. Esa es la comunión. Pensar que la comunión es un pacto de silencio para mantener la unión a costa de la verdad y de la calidad, me parece que es una falta de comprensión del mismo texto.
¿Tiene pensado qué hacer con los sobrevivientes de abusos cuando llegue a San Felipe? Allí aún hay muchos temas pendientes…
Sí, yo espero que me puedan aceptar, reunirnos, encontrar. Espero tener la capacidad de ayudar en procesos. Supe que ahora se está haciendo un equipo multidisciplinario de acompañamiento espiritual, donde hay psiquiatras, sicológos, personas de familia, trabajadores sociales. Espero que eso se,a un eje importante del ministerio de la iglesia-pueblo de Dios que acoge a las víctimas.
“De verdad creo que existen muchas victimas en muchos tipos de abusos. En nuestras parroquias se cometen muchos abusos. Lo mismo en nuestras familias donde la mayor cantidad de abusos sexuales son cometidos por un tío, una tía, un hermano. También hay abusos de personas que son abusadas. Por eso hay que centrarse en la victima en su totalidad, desde sus sensibilidades, de su experiencia traumática, en la monstruosidad que se les ha hecho. Mientras haya una persona que se sienta víctima, tendremos siempre un desafío como iglesia para acogerla, atenderla y ser creativos para que se sienta un día en paz con ella misma y con Dios que le sigue amando. Es muy difícil. Me tocó una vez, en una catequesis cuando hablábamos de la paternidad de Dios. Hubo alguien que me dijo Dios no es padre, porque mi papá me hace daño. Por eso, hablar de la paternidad de Dios cuando el rostro de padre tiene alguien que solamente ha hecho daño, es un camino largo de recorrer».
En los últimos dos meses murieron dos víctimas, dos personas que fueron abusadas sexualmente en la iglesia, sin haber encontrado ninguna ayuda ni apoyo de parte de la iglesia. ¿Qué te pasa con eso, qué siente?
Qué triste. Estoy seguro que alguna persona estuvo cerca de ellas. Pero hay que hacer una reconversión eclesiológica para dejar de pensar que la iglesia son los curas, la jerarquía, los diáconos, los y las religiosas. No, La iglesia somos todos, convenzámonos de eso. Y en ese sentido, espero que esas personas fallecidas hayan tenido a alguien del pueblo de Dios que los haya acogido.
“Yo veo que la iglesia está súper viva. Por eso me duele mucho que la jerarquía sea tan cuestionada y que se vea distante. Hay temores, también. Yo siempre he sido una persona de crear puentes y hoy es un escándalo para los que no son creyentes que como iglesia no podamos entendernos y encontrarnos”.
San Felipe
Siguiendo en la misma línea de lo que está explicando. ¿Cómo le gustaría que le llamaran: señor obispo, monseñor, padre obispo, hermano…?
Nooooo, Gonzalo. Ese es mi nombre de pila. Un 6 de enero en la provincia de Quilpué, mi mamita y mi papito me bautizaron con mi tía-madrina, que justamente está viva y es de San Felipe. Pucha, mi nombre me encanta. Ahora, entiendo que si alguien siente que me puede pasar a llevar por decirme Gonzalo simplemente, que me llame como quiera, con independencia. Llámenme como quieran. A mí me gustaría que me llamaran Gonzalo. Pero si les da lata, y no quieren violentar algo o alguien, ni quedar como el choro, como el buena onda… llámenme como sientan en su corazón. Si me pregunta cómo quieres que me llamen, llámenme Gonzalo.
¿Qué significa Gonzalo?
Significa fuerte para luchar.
¿Y como llena su nombre?
Con más fuerte para amar, más que para luchar. Siento de que Dios me ha regalado muchos dones y todavía estoy al debe para poder regalarlos. Soy una persona inmensamente feliz y cuando veo que alguien tiene un plato para comer, un adulto mayor ríe, me encanta, lo encuentro precioso. Entonces, yo soy una persona inmensamente feliz. Creo que ese amor que yo recibí de mi padre, de mi madre, de mis hermanos, mis amigas, de Diosito, me encantaría compartirlo mucho más.
¿Qué sabe de la iglesia de San Felipe? ¿Qué le llama la atención?
Mira… sé súper poco, lamentablemente. Tengo que instruirme porque sé súper poco. Pero sé que hay religiosidad popular bien desarrollada, súper linda. También, por la escuela de Economía de la Universidad Católica, conozco los problemas de sequía que hay. Por los hermanos migrantes que tenemos en La Matriz, sé que hay mucho temporeros y temporeras que vienen de muchas partes de Chile y del extranjero. Conozco también el tema de la sequía. Conozco las vías. Y tuve, cercanía con los sacerdotes porque me tocó predicarles en un retiro espiritual anual. Eso es lo que conozco, pero me encantaría… de aquí a dos, espero, en un mes más, me encantaría responder la pregunta.
Ok, comprometido. Supongo que usted en 2018 leyó atentamente la Carta del Papa Francisco al pueblo de Dios que peregrina en Chile” ¿verdad?
Sí, claro.
¿Qué es lo que más le llama la atención, que tenga que ver con lo que quiere hacer en San Felipe?
La transparencia, la cercanía. Si tú ves, la palabra “pueblo de Dios”, se repite muchísimas veces en la carta. Muchísimas veces. Está poco relevado eso. La intuición radical de esa carta es el pueblo de Dios. Es inédito que le haya escrito una carta al pueblo de Dios. Si es iglesia. Entonces, esa convicción me encantaría transmitirla. Una persona que está vendiendo un helado en la esquina de San Felipe es iglesia, tal cual como el curita que está haciendo un bautizo, o como una señora que está ofreciendo su dolor en el hospital, o que una mamita que está dando a luz, o si está alabando al Señor, o la oración de un monasterio o contemplativo. Ese sentir que lo que yo hago, no lo hago yo solo, que somos un nosotros, que somos una comunidad, que soy parte de un pueblo, me parece que es lo más notable que tiene esa intuición.
San Felipe cuenta con el Santuario Santa Teresita de Los Andes, que es conocido en todo Chile. ¿Cree que Santa Teresita puede ser un modelo para los jóvenes chilenos de hoy, en un Chile cada vez más secularizado?
Lo que aporta Teresa de Los Andes es esta vida interior, que yo percibo que falta. Tengo sobrinos que son jóvenes. Y bueno, son como muchachos, buena onda, súper interconectados. Entonces, yo creo que lo que hoy falta en mucha juventud, es la compañía. Creo que hay un reino de la soledad impresionante. A esa soledad puede responder la vida interior que propone Teresa de Los Andes
Si nada extraordinario ocurriera, y si no lo cambian a otra diócesis, usted probablemente va a ser el obispo del centenario de la iglesia de San Felipe (2025). ¿Conoce a algún obispo, que ha estado en estos cien años, que le llame la atención, en San Felipe?
Bueno, don Enrique Alvear. Me enteré hace poco mediante un documental que había sido obispo de San Felipe. Pero había leído sus cartas, leía sus mensajes. Y una cosa que me impresionó, dije este es hombre de Dios, es su servicio. Muchas veces quien sirve, no siempre va a ser recordado. Yo creo que el servicio debe ser admirado, pero es muchas veces ignorado. Pero como figura, que yo conozca a estos obispos, don Enrique. Me da lata ser injusto con los distintos obispos porque no los conozco.
“Y como no he sido creyente toda mi vida, gracias a Dios, no tengo esta verticalización del servicio. Voy a ser súper jugado y apasionado porque la gente me ha ayudado mucho. Recuerdo una oración, que hacía una persona transexual, Carlita o Carlitos, el nombre dependía de como se levantaba. Y bueno, estaba metido en la droga, y un día me avisan que estaba muriendo. Y por tratar de ser simpático, le empecé a hablar de cómo estamos, cómo te ha ido. Y me dice, padrecito, no me hable de ninguna de esas estupideces, hábleme del niño Dios. De ese Dios grande, que se hizo pequeño. Y a mí eso me estremeció. Creo que eso es la experiencia de nuestra fe. Es hablar de este Dios grande que se hace pequeño. De este Dios que es vida, que asume la muerte. De este Dios que inventó la sonrisa y se hace llanto. De este Dios que viste los ángeles, que viste las montañas, y que se desviste en la cruz por amor a nosotros. Esa es la experiencia de Dios. Y si eso puede ayudar a tener esa experiencia de iglesia en San Felipe… ¡maravilloso!”.
En San Felipe hay 3 santuarios, 29 parroquias, 27 colegios católicos. Haciendo un cálculo aproximado, son más de 5 mil niños y niñas que se relacionan diariamente con la iglesia, con sus curas, sus monjas, sus profesores y catequistas. ¿Qué piensa hacer usted para que estos niños y niñas puedan vivir en una iglesia que sea considerado un espacio de desarrollo seguro, libre de abusos?
A los niños, hay que protegerlos no más.
Pero ¿cómo los va a proteger?
Formando a las personas que están aquí, velando por sus derechos, cuidando de que esas personas se preparen. Pero te insisto, me parece un poco despectiva tu pregunta. Me encantaría que me hubieses preguntado cómo vas a formar a su familia, a los vecinos, a las personas que están más cerca, para que le den amor, le den ternura.
Dígame entonces ¿cómo va a formar a las familias, a los vecinos…?
¡Eso! Yo creo que esa formación, pasa porque cada día tengan esta conciencia del amor que Dios le regala, que la persona que tienes al lado, vulnerable no vulnerable; es sacrosanta, es una persona sagrada, es una persona distinta y no un objeto. Esa es una dimensión que la iglesia tiene que aportar a la sociedad, al Estado, a todas las instancias para que participen de lo mismo.
“Mientras sigamos con que la satisfacción personal es lo único que cuenta, permitiendo la dimensión del placer infinito, permitiendo que el individualismo sea lo que marca la relacionalidad de la sociedad, cualquier persona, sea niño, niña, adolescente, cualquier persona, va a ser sujeto de abuso sexual o abuso de consciencia. Es más macro la dimensión y más grande el desafío. Como obispo, como sacerdote, como persona, voy a prestar atención y vigilar fuertemente que esto sea.
“Pero no puede ser una vigilancia externa sino una transformación del corazón. No son intervenciones puntuales. Son transformaciones sociales permanentes porque ya terminó el tiempo de las intervenciones sociales. Hoy debemos levantar los derechos de las personas, los derechos humanos de las personas, el respeto a la persona, desde la verdad. No es posible que la gente piense que un ser humano es un objeto para un uso de placer, para un uso económico, o para cualquier utilización que ellos o ellas quieran poseer sobre otra persona humana.
¿Colo-Colo o Wanderers?
Claramente, Wanderers.
¿Y la Católica o Wanderers?
La Católica fue un primer amor, pasé por ahí… No, Wanderers, toda la vida Wanderito.
“Mira, Wanderers tiene una historia para quien vive en el puerto. A mí me gustaba un equipo, cuyo nombre no puedo decir, porque me dijeron que no lo dijera, y yo le encuentro razón. Cuando llegué, estando en la parte alta de Valparaíso, en los bautizos en vez de un pañuelo blanco se usaba uno verde. Después, el féretro de uno de los caballeros difuntos, verde. Después el sueño de una persona que yo le fui a dar la unción, un caballero muy piadoso, me dijo que tenía un puro sueño. Sí, dígame le dije. Pensé que me iba a decir venga a rezarme, venga con el coro porque había un coro muy bonito y me pide que venga con un piño de Wanderers a cantarme. En las misas, rezábamos para que Wanderito ganara, pero no siempre ocurría. Pero igual bajábamos caminando para ir a Playa Ancha, a ver a Wanderito. Entonces, claro, esa pasión a uno lo arrastra.
Ahora va a tener que aprender a gritar el Uni-Uni.
Si, claro. Mientras Unión San Felipe no juegue con Wanderers (risas).
[Entrevista de Aníbal Pastor N.]