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Homilía Aniversario 130 Escuela de Derecho

Homilía Fray Cristian Eichin Molina, OFM.

Queridos hermanos y hermanas.

Hoy, mientras nos reunimos para celebrar los 130 años de la Escuela de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, en un momento litúrgico particularmente significativo: el jueves de la quinta semana de Pascua, en la memoria de San Atanasio, Padre y Doctor de la Iglesia, un gran defensor de la fe y de la verdad.

San Juan en su Evangelio nos recuerda las palabras de Jesús: 

“Como el Padre me ha amado, así los he amado yo; permanezcan en mi amor. Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea completa." (Juan 15, 9-11).

En este pasaje, Jesús nos habla de la profundidad del amor que debe caracterizar nuestra vida, un amor que se manifiesta en la obediencia a sus mandamientos y que busca la plenitud de la alegría en quienes lo siguen. Este mensaje resuena con la misión de nuestra Escuela de Derecho, la cual se dedica a formar profesionales competentes en su campo, así como personas íntegras y justas, comprometidas con el amor y la verdad.

Hoy también recordamos a San Atanasio, cuya vida fue un testimonio de coraje y constancia en la defensa de la verdad. Atanasio nos enseña la importancia de permanecer firmes en nuestros principios, especialmente en momentos de adversidad y desafío. 

Enfrentó numerosas pruebas y dificultades al luchar contra la herejía arriana, defendiendo la verdadera fe en la Trinidad. Su ejemplo es un faro para nosotros, especialmente en una época donde la verdad a menudo es cuestionada.

Su ejemplo de defensa de la Trinidad es un faro para todos nosotros, especialmente en una era donde la verdad a menudo se encuentra bajo ataque.

Al mirar hacia el futuro, nuestra Universidad también se prepara para conmemorar su centenario, un momento significativo que nos llama a reflexionar sobre nuestro compromiso con el Pacto Educativo Global propuesto por el Papa Francisco. Este pacto nos invita a renovar nuestra misión educativa a través de siete principios transformadores:

  1. Centrar la educación formal e informal en la persona completa, asegurando que cada estudiante sea visto, valorado y entendido.
  2. Fomentar el diálogo entre estudiantes y profesores, creando un ambiente de respeto mutuo y aprendizaje continuo.
  3. Promover la interdisciplinariedad, integrando diversas áreas del saber para enriquecer la formación jurídica.
  4. Priorizar la inclusión, asegurando que nadie quede atrás, especialmente los más vulnerables. Las familias son indispensables en la formación cristiana y valórica. 
  5. Ejemplificar valores en la enseñanza,donde los actos de nuestros educadores reflejen los principios de justicia y ética que enseñamos. Abrirnos a los más vulnerables y marginados debe seguir siendo una fortaleza de nuestra escuela.
  6. Buscar la colaboración más allá de nuestras fronteras, expandiendo nuestra visión y alcance global. Que la economía y la política estén verdaderamente al servicio del hombre y de la sociedad. 
  7. Comprometernos con la sostenibilidad, protegiendo y defendiendo nuestra casa común para las generaciones futuras.

Asimismo, no debemos olvidar los desafíos que enfrenta nuestra ciudad, Valparaíso, desde las cuestiones socioeconómicas hasta la urgente demanda de una gestión urbana y ambiental sostenible. En tales áreas, la Escuela de Derecho tiene un papel de vital importancia.

Desde sus orígenes, en el llamado Curso de Leyes de los Sagrados Corazones (1894) hasta su incorporación a nuestra Universidad,  la Escuela de Derecho nació como una oportunidad para los jóvenes de la zona que querían estudiar leyes en la ciudad y permanecer junto a sus familias.

Con el tiempo se ha transformado en formador de líderes para el cambio que necesita la ciudad, abogando por la justicia e influyendo en las políticas públicas que buscan mejorar la vida de todos sus habitantes. Es por ello que su permanencia en Valparaíso es y será un aporte a la formación moral e intelectual de muchos jóvenes que eligen esta casa de estudios para servir al hombre y a la mujer en especial a los más vulnerables.

En este contexto pascual, reafirmamos nuestra esperanza en la Resurrección que nos promete renovación y crecimiento. Que el amor de Cristo, que permanece en nosotros cuando guardamos sus mandamientos, sea el fundamento de nuestra misión educativa y el sello de nuestros futuros juristas. Agradezcamos al Señor por la presencia de muchos que han participado en este proyecto: profesores, estudiantes, funcionarios, laicos y clérigos, y tantos otros que han aportado a una identidad clara al desarrollo de nuevos abogados.

En este día especial, el ejemplo de San Atanasio nos inspira a vivir profundamente arraigados en el amor de Cristo, comprometidos con la verdad y la justicia. Que nuestra Escuela de Derecho siga siendo un lugar donde la ley no solo se enseñe, sino que también se viva como expresión del amor divino.

Que Dios nos bendiga en esta misión, y que María, Sede de la Sabiduría, nos guíe siempre.

Amén.