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La alegría de servir en el Comedor de La Matriz

El barrio de la Matriz es uno de los más antiguos de la ciudad puerto y se encuentra en lo que fue el centro neurálgico de Valparaíso en sus inicios. En este espacio hoy se encuentra el comedor solidario 421 de la Iglesia La Matriz que ha atiende a más de 150 vecinos y gente en situación de calle, erigiéndose como un bastión de solidaridad. Es en este espacio, dónde la académica del Instituto de Estadística, Bárbara Villarroel, participa activamente hace más de 13 años.

Todo comenzó en noviembre de 2009, cuando fue invitada por una amiga del movimiento de Schoenstatt para participar en la preparación de un desayuno para las personas en situación de calle que acuden a este lugar. Su conexión con el comedor 421 se generó desde su primera visita, señalando al respecto: “fue muy bonito, porque pese a que uno lleva de todo para preparar el desayuno, no es nada en comparación a lo que la gente devolvía desde el corazón”.

Desde ese momento la profesora del Instituto de Estadística compartió constantemente con la gente de La Matriz en los desayunos del cuarto domingo de cada mes. A lo largo de los años, Bárbara se fue convirtiendo en una habitual del comedor comunitario, buscando siempre, entregar cariño en cada una de estas instancias. Los desayunos consistían especialmente de sándwiches de jamón con queso, queques y frutas, aunque recuerda con especial alegría momentos en los que buscaron hacer cosas distintas: “en algunas ocasiones se nos ocurrió hacer huevos revueltos y fue toda una odisea, porque hacer huevos revueltos para 150 personas, y quedamos sobrepasadas por todo lo que había que hacer. Lo importante si, es que siempre atendimos a todos y lo hacíamos con mucho amor y desde el corazón”.

El comedor de la Matriz no solo alimenta cuerpos, sino también almas, y para ella, cada visita es una vitamina para el corazón. Sin embargo, la pandemia presentó desafíos significativos, obligándola a alejarse temporalmente debido principalmente a que vive con su madre quien en aquel entonces ya era una adulta mayor y que hoy ronda los 99 años. Respecto a ese tiempo, la académica del Instituto de Estadística recuerda: “fue muy doloroso para mi tener que dejar de ir a La Matriz. Ese espacio nunca dejó de funcionar durante la pandemia, encuentro loable la labor de este gran grupo, que está todos los días apoyando con desayuno, once y cena”.

Esta actividad que realizaba junto a sus hijos y su madre tiempo atrás, también la ha podido vivir desde la Universidad. Esto porque la PUCV ha tomado la posta en los almuerzos de los días viernes y en este espacio, son las distintas carreras o unidades académicas, quienes se responsabilizan del almuerzo. “Me alegra mucho que la Universidad, desde la pastoral, este participando los días viernes en ir a preparar un almuerzo a La Matriz, creo que, para nosotros como Universidad Católica, son importantes estas instancias para que cada uno se empape y quede nuestro sello valórico”, agregando que: “Así nosotros como Instituto de Estadística participamos al menos una vez por semestre, con colegas, funcionarios y también algunos estudiantes que nos acompañan. También nos sirve a nosotros como actividad de camaradería, participando en estos espacios”.

En el último tiempo Bárbara no ha podido estar presencialmente en el comedor comunitario por temas personales. Sin embargo, se mantiene siempre activa y pendiente para poder brindar toda la ayuda que sea necesaria para este espacio que ha tomado una parte importante de su corazón.  “Siempre estoy atenta en cualquier actividad en que el comedor pueda necesitar ayuda, para de alguna manera poder canalizar y gestionarlas” agregó la profesora, quien también señaló que intenta estar presente, dado que para ella es un lugar con un cariño especial.

Fuente Facultad de Ciencias