La argumentación matemática en la educación chilena
Para el académico del Instituto de Matemáticas de la PUCV, Dr. Manuel Goizueta, el estudio de la argumentación en el aula de matemáticas, ha sido un elemento que le ha interesado desde el inicio de su formación en la investigación de la Didáctica de la Matemática. Espacio y lugar en el que se ha dado cuenta que el desarrollo de las clases y también la educación a nivel general funcionan como un gran espejo de lo que somos como sociedad y también de las dificultades y falencias del sistema educacional en los diferentes niveles de cada país.
Durante el desarrollo de su proyecto FONDECYT Iniciación, ha buscado en el discurso del profesor sobre la argumentación y cómo se desarrolla señalando que: “La idea o hipótesis de fondo es que la idea que tiene el profesor sobre la argumentación y cómo se desarrolla, implica también muchos elementos culturales del aula, como quién puede hacer uso de la palabra, quién tiene la potestad para decidir si algo es válido o no, son cosas que se desarrollan sobre todo desde la influencia del discurso que sostiene el profesor”.
En la educación matemática, la habilidad de argumentación ha sido tradicionalmente vista como fundamental para el desarrollo del pensamiento crítico, teniendo en cuenta que el desarrollo de esta disciplina es principalmente una actividad argumentativa. Sin embargo, Goizueta destaca que en el aula, especialmente en cursos como Matemáticas para cuarto medio, esta habilidad es poco prominente. En lugar de fomentar la discusión y la reflexión profunda, las clases a menudo se centran en el cumplimiento del curriculum y se ven especialmente afectados los cursos que rinden pruebas estandarizadas como la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES) y de la evaluación del Sistema de Medición de la Calidad de la Educación (SIMCE). Estas pruebas tienden a priorizar la memorización y la resolución rápida de problemas, lo que limita el tiempo y los recursos dedicados a desarrollar habilidades de argumentación y discusión y que además, ejercen presión sobre los profesionales de la educación al sentirse evaluados por sus jefaturas y por el ranking que se genera desde los medios de comunicación y también desde los mismos establecimientos educacionales con respecto a los resultados obtenidos.
En relación a estas evaluaciones y según lo comentado por el Dr. Goizueta, la mayoría de los profesores consideran que estas pruebas estandarizadas no miden las habilidades argumentativas de los estudiantes, a pesar de que, los diseñadores de SIMCE como de PAES, argumentan que sí lo hacen, complementando: “Esto orienta la actividad docente de forma definitoria, las clases de cuarto medio y los años en que se rinde SIMCE, están fuertemente marcadas por la necesidad de obtener buenos resultados”.
Para esta investigación se trabajó con 9 profesores pertenecientes a la Región de Valparaíso y la Región Metropolitana, donde mediante grabaciones se buscaba observar lo que acontecía en el aula, al respecto el académico del IMA comentó: “queríamos era ver qué es lo que sucede en la sala, tomar un conjunto de clases que de algún modo representen el año escolar”, agregando también: “Con esto podíamos tener el abanico de acciones docentes que el profesor suele hacer que es la presentación del tema, dar algunos ejemplos, ejercicios, hacer problemas y evaluar. Yo creo que lo mínimo que grabamos algunos profesores fueron 3-4 sesiones y algunos otros fueron hasta 11, durante 2 años”.
En relación al rol del profesor dentro del aula, también manifestó la importancia del profesor y la trascendencia e influencia con los estudiantes comentando: “Siempre los profesores en algún momento demuestran algún tipo de actitud argumentadora. Típicamente cuando trabajan de cerca con los estudiantes en la resolución de problemas, haciendo un juego de fingir que son pares, haciendo preguntas como: “¿qué pasa si hago esto?, ¿qué me puedo preguntar?, ¿cómo podríamos resolver esto?, entonces juegan un papel como un par aventajado”, elementos que buscan abordar e incentivar la argumentación del alumnado.
Dentro del desarrollo de esta investigación, se encontraron también con que los profesores tienen una idea muy básica de lo que es la argumentación dentro de la disciplina, lo que parece ir de la mano con algo que es común entre los docentes, que es el no contar con una formación solida respecto al desarrollo de esta habilidad en particular, lo que ocasiona que tengan una mirada del desarrollo de la argumentación muy simplista. Al respecto el académico del Instituto de Matemáticas señaló: “La investigación educativa siempre es un gran espejo y los resultados que obtienes hablan de alguna manera de tu propia docencia y las falencias que tienen los programas de estudios dentro de las universidades”.
En los primeros años de la educación, los estudiantes comienzan a desarrollar habilidades básicas a través de la manipulación de objetos físicos y materiales concretos. Sin embargo, el salto hacia conceptos matemáticos abstractos y el desarrollo de la argumentación requiere un enfoque diferente. Goizueta subraya la importancia de crear espacios en el aula que promuevan la exploración, la conversación y el debate, facilitando así el desarrollo de habilidades argumentativas más sofisticadas. Este enfoque no solo es crucial para el aprendizaje matemático, sino también para fomentar una cultura de participación y colaboración que es vital en la sociedad moderna.
La brecha en la formación docente también contribuye a este problema. A pesar de la importancia reconocida de la argumentación, muchos profesores no reciben una preparación adecuada en esta área. Goizueta aboga por una revisión de los programas de formación docente para incluir estrategias efectivas para enseñar y evaluar la argumentación matemática, lo que podría ayudar a abordar esta deficiencia.
Fuente Facultad de Ciencias