Académico expuso sobre histórico texto que propone un sistema de educación primaria de alcance nacional
Ricardo Iglesias, académico del Instituto de Historia de la PUCV, dictó una ponencia sobre el libro "De la Instrucción Primaria en Chile: lo que es, lo que debería ser" de los hermanos Miguel Luis y Gregorio Víctor Amunátegui. El texto fue publicado en Santiago el año 1856 y en el Fondo Budge de nuestra Universidad se conserva un ejemplar de su primera edición.
Miguel Luis Amunátegui fue uno de los intelectuales más brillantes del siglo XIX. Hijo del destacado abogado liberal José Domingo Amunátegui y de Carmen Aldunate Irarrázaval, nació el año 1828. Ilustre historiador e ideólogo liberal, su obra estuvo marcada por el rechazo hacia el legado español y por la afirmación de los valores republicanos surgidos del proceso de Independencia. Al finalizar su educación superior, junto a su hermano Gregorio Víctor, fueron nombrados profesores de humanidades del Instituto Nacional.
El libro "De la Instrucción Primaria en Chile: lo que es, lo que debería ser", de autoría de estos hermanos, fue analizado por el profesor Ricardo Iglesias, en el marco del Proyecto de Sello Valórico "El patrimonio bibliográfico de la PUCV según sus académicos", donde participa la doctora Virginia Iommi, profesora del Instituto de Historia como investigadora responsable.
Este texto es considerado de gran valor histórico debido a que aborda de manera adelantada a su época la importancia de desarrollar un sistema de educación primaria de alcance nacional.
Los tópicos en que se centra el libro pueden dividirse en los siguientes puntos: valor e importancia de la instrucción primaria; asistencia y ausentismo escolar; financiamiento; currículum; mujeres en la educación y requisitos para ser profesor (preceptor).
“No tenemos sistema de instrucción pública hasta después de 1860. La legislación sobre esta materia se concretó en esta década, pero no existía un sistema educativo consolidado. Durante el siglo XIX hubo una gran resistencia a que los niños fueran a la escuela, por lo que esta institución inició su fortalecimiento recién a partir del siglo XX”, precisó Iglesias.
Estado garante de la Educación
Para los hermanos Amunátegui el Estado en el siglo XIX estaba más preocupado de temas bélicos que de instruir a la población. En cuanto elemento moralizador y resguardo del orden social, la instrucción primaria era fundamental para tener a personas educadas y con principios, lo que disminuiría la ocurrencia de delitos en la sociedad de la época.
Los autores comentaban que la desidia de las familias era la segunda causa de la baja concurrencia de los niños a la escuela. De acuerdo a los datos estadísticos la cobertura educativa siguió siendo un problema hasta principios del siglo XX. “En 1854 menos del 10% de las personas en edad escolar asistían a las escuelas, pero en 1907 aumentó esta cifra en un 30% aproximadamente”, informó el académico.
Tras la promulgación de la Ley de Instrucción Primaria en 1860, que fue la gran aspiración de los hermanos Amunategui, el Estado se convirtió en el principal sostenedor de la educación. La ley garantizaba la gratuidad de la enseñanza primaria y la responsabilidad fiscal con respecto a ésta. Esta legislación se resumía básicamente en lo siguiente: la instrucción primaria se daría bajo la dirección del Estado; la educación sería gratuita para personas de ambos sexos y existían dos clases de escuelas (elementales y superiores).
Financiamiento de la Educación
En el texto se menciona que al gobierno le correspondía establecer un sistema general de educación, siendo su derecho y deber, pero no debía coartar ni a los particulares ni a las corporaciones la facultad de abrir una o muchas escuelas.
Respecto al financiamiento se menciona que la educación primaria debía ser gratuita, pero se invitaba a los padres de familias pudientes a que contribuyeran con lo que correspondía en el sostenimiento de la escuela. Además, se invitaba a la Iglesia para que apoyara al sistema escolar con los recursos que tenía.
Propuestas de los autores
En relación al currículum en la instrucción primaria se enseñaban fundamentalmente tres cosas: la lectura; la escritura del idioma patrio y elementos de aritmética práctica. En la enseñanza superior se incorporaban otros contenidos como Historia y Formación Ciudadana.
Los autores señalaban que la mujer era el mejor de los maestros, citando en su obra lo siguiente: “Nadie conoce más bien el idioma de un niño que aquella que lo ha llevado en su vientre, que lo ha arrullado en sus brazos, que ha velado sobre la cuna en que dormía, que lo ha cuidado mientras estaba despierto, que se ha llevado con él a todas horas. El conocimiento práctico que la mujer tiene de la infancia, hace que ella sea el más sabio de los preceptores; la suavidad de su carácter hace también que sea el más querido”.
Por último, los requisitos para ser admitido como alumno de la escuela normal y convertirse en futuro profesor o preceptor eran los siguientes: ser mayor de 18 años; presentación de documentos tales como certificados de buena conducta; pertenecer a una familia honrada y juiciosa firmado por una persona con crédito, un certificado de buena salud firmado por un facultativo, entre otras exigencias.
Natalia Cabrera Vásquez
Instituto de Historia