En unos días, cumpliremos un año desde que los profesores dejamos nuestras salas de clases, pero no nuestras responsabilidades. Historia conocida es que realizamos clases desde nuestras casas, tuvimos que aprender a enseñar a distancia, usamos todos los recursos disponibles para llegar a cada uno de nuestros estudiantes y mucho más, pero pareciera que, al comenzar marzo, olvidamos que la pandemia no ha terminado; es así como algunos volvemos a los colegios con más preguntas que respuestas.

En esta semana de retorno a clases, todo ha estado enfocado en la organización de planes de acción, protocolos de limpieza, conectividad, proceso de vacunación docente y pensando en todo lo que podría o no suceder, tratando de organizar en la imaginación todas las acciones necesarias para cumplir el fin último que es que los niños aprendan, pero cómo lograrlo si existe el temor permanente al contagio, cómo relajar las tensiones entre lo que se debe y lo que se puede hacer en el contexto en el que estamos.

Si bien como profesores estamos insertos en el proceso de vacunación, es solo el comienzo de una gran tarea, la cual traerá tranquilidad en la medida que se logre la mayor cobertura posible de la población y no solo pensando en profesores y asistentes de la educación, ya que recordemos que cada apoderado o estudiante al regresar al colegio se encuentra propenso a contagiar o ser contagiado y llevar el virus a sus hogares aumentando el problema actual.

Sin duda, resolver cada nudo crítico que implica no tener clases presenciales no depende solo de los profesores, tenemos que pensar como sociedad en el bien mayor en cada comunidad educativa, dejando de lado el individualismo y pensar en el bienestar colectivo, y para eso, cada comunidad educativa tendrá que crear de manera autónoma su mejor respuesta según su realidad, teniendo en cuenta que hoy existe más incertidumbre que certeza. 

Después de un año enseñando a distancia estoy convencida de que los profesores seguiremos adelante, cumpliendo nuestra labor de educador ya sea presencial, online o en el formato que sea. Algunos tendrán una visión empresarial y pensarán que es solo nuestro trabajo y en parte tienen razón, pero estoy segura que en cada profesor existe la idea de que esto es más que un trabajo, es una misión de vida, somos idealistas y soñadores de una mejor sociedad y para eso nos levantamos cada mañana con la esperanza, con la ilusión de ser un aporte en la vida de esos niños y niñas, no para un mañana, sino que para un hoy. Es por ello que siempre un profesor va a pensar primero en el bienestar de sus estudiantes, aunque por ello sea criticado. 

Joyce Maturana Ross
Profesora de Biología y Ciencias Naturales
Magíster en Didáctica de las ciencias experimentales