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Dr. Edgardo Toro: “Es necesario visibilizar y entender la explotación sexual infantil, para hacerla evidente y comprensible para la sociedad”

El profesor e investigador de la Escuela de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Edgardo Toro, fue nombrado, recientemente, como editor asociado para la publicación inglesa “Child Abuse Review”, siendo el primer latinoamericano en ocupar este importante cargo. Asimismo, en el mes de agosto volvió a Chile, tras finalizar exitosamente sus estudios de Doctorado en Ciencias Sociales Interdisciplinarias en Salud en la Universidad de Edimburgo (Escocia).

05.12.18

Sus publicaciones académicas más recientes, están vinculadas al bienestar social y políticas públicas; lugares y costumbres; y la masculinidad en la explotación sexual comercial de los niños. En esta misma línea, desarrolló entre los años 2016 y 2017 destacadas investigaciones sobre legislación y políticas sociales en la infancia indígena y el desarrollo de un programa grupal para proteger a los niños del abuso sexual. Además, junto a la ONG Paicabí realizó en la zona norte de nuestro país, una investigación sobre la explotación sexual de niños y adolescentes, la que incluyó el tráfico sexual y el fortalecimiento del modelo de atención a las víctimas en América Latina.

De esta manera, el investigador PUCV Edgardo Toro, reconoce su inquietud por las Ciencias Sociales y reconoce que el gran valor de su formación profesional, se ha sustentado en una parte teórica desarrollada en la academia, como profesor de la PUCV y, por otra, con el trabajo en terreno, realizado con diversas organizaciones, donde ha trabajado temas relacionados con violencia, infancia y derechos de los niños.

Para hablarnos de estos y otros temas como investigador, nos reunimos con el profesor Toro en el edificio Monseñor Gimpert de nuestra Universidad, donde nos habló un poco de su vida, de su labor como académico y, por supuesto, del desarrollo de su carrera como investigador destacado PUCV.     

¿Cómo tomó la decisión de estudiar Trabajo Social?

Siempre me interesaron las Ciencias Sociales. Fue así como cursé la carrera en la UV, entre los años 1992 y 1996, finalizando con una tesis de pregrado que vinculaba la infancia con la prevención del consumo de drogas, lo que me permitió una vez egresado, trabajar casi 3 años en centros comunitarios de niños y jóvenes y, además, en comunidades terapéuticas.

En este contexto, dos años después comienzo a trabajar con unos colegas en una ONG enfocada en temas de violencia sexual infantil y, en paralelo, doy mis primeros pasos en la Escuela de Trabajo Social de la PUCV, asumiendo como ayudante del curso de fundamentos de la especialidad. Esto, me permitió con el tiempo realizar cursos optativos de violencia e infancia, acompañar a los estudiantes en sus prácticas profesionales, asumir como jefe de extensión y, en definitiva, transitar hasta convertirme el 2018 definitivamente en profesor de la Universidad.

¿Cómo transita hacia la investigación?

Tiene que ver con la inquietud  por generar conocimiento. En este punto, es importante destacar que, en nuestra profesión, cuando realizamos intervenciones, necesitamos un soporte empírico y teórico para comprender mejor las cosas y, de esta manera, provocar un cambio. Desde esta perspectiva, los resultados de investigación, cuando entran en diálogo con los estudiantes y el mundo profesional, promueven la reflexividad en temas tan complejos como la violencia sexual en la niñez. Así, el acto de investigar o de hacerse preguntas, trae consigo repuestas provisorias que tienen que ver con los momentos históricos. No obstante, nos motiva a realizar intervenciones o profundizar la comprensión, respecto de alguna temática contingente en la materia.

¿Cuál diría usted que es el primer valor que descubre en la investigación?

En la importancia de generar información para toma de decisiones respecto de la elaboración de políticas públicas efectivas, en temas tan complejos como los mencionados. En esta línea, debo realizar un reconocimiento a la calidad profesional de los académicos de nuestra Escuela.

¿En este camino, realizó algún magíster?

El 2000 realicé un magíster en Ciencias Sociales Aplicadas en la Universidad de la Frontera, que incluía un programa de doble titulación en conjunto con la Universidad de Paris XII, Val de Marne, lo que me posibilitó primero graduarme en Chile y, luego, viajar a Francia a realizar una pasantía para sacar la maestría. En este contexto, trabajé la construcción social de los derechos de los niños en autoridades, dirigentes sociales y profesionales de la Región de Valparaíso.

¿Nos podría comentar cómo fue esta experiencia?

Desde el año 90, cuando se firma la convención internacional de los derechos de los niños, se asume que éstos deben mirarse como sujetos de derechos. Desde esta perspectiva, me pareció interesante ver cómo las autoridades, dirigentes sociales y profesionales de la Región de Valparaíso, percibían este nuevo enfoque.

De esta forma y a través de la metodología de análisis de discurso, descubrí que la temática abordada se entendía transversalmente de tres maneras: como un imperativo, es decir, algo que hay que hacer como obligación; que la convención era un parámetro, en la relación que se establece con los otros, son como condiciones para relacionarse con los niños desde un enfoque de derechos; y, finalmente, el tercer significado se asociaba a la construcción de una cultura en derechos en la que vivimos.

¿Qué vino después de que terminó el magíster?

Tras el magíster y la publicación de algunos artículos y capítulos de libros vinculados a los resultados de la investigación académica, se generó una discusión respecto del tema desde el enfoque de la violencia. Fue así como se generó mi participación en un equipo de la Escuela de Trabajo social junto a SENAME y a la ONG Paicabi,  en la elaboración en 2005 del único diagnóstico regional que se ha realizado respecto a la violencia sexual infantil. En éste, se relacionaban las miradas de políticas públicas, la escuela y las ONG’s.

Gracias a este diagnóstico, descubrimos la prevalencia, es decir, el número de casos reconocidos en los servicios e instituciones que trabajan en la quinta región con temas de violencia y explotación sexual. Además, localizamos las principales formas de violencia, características demográficas, edad, etc. En este punto, definimos explotación sexual desde la ocasión donde se desarrolla un mercado ilícito de comercio sexual infantil, habiendo detrás una transacción económica, que deja un beneficio que puede o no llegar a los niños.

¿Cómo así?

En nuestro país y en todo el mundo, existen organizaciones formales e informales que profitan de los niños víctimas de explotación  y que se agrupan en categorías que van desde el comercio sexual - por ejemplo, cuando hay un prostíbulo de niños - hasta personas que abusan de los niños de sus familias o de sus amigos. Existe también la modalidad de trata, donde vemos como redes reclutan niños para ser llevados fuera del país tras cumplir su mayoría de edad, el turismo sexual y la generación de imágenes abusivas sexuales  (conocido comúnmente como pornografía infantil) el que, posteriormente, es comercializado a través de internet. 

¿Cómo obtienen estos datos para realizar sus investigaciones?

Los datos los obtuvimos del poder judicial, de las policías o de los programas especializados que atienden niños que han sido víctimas de violencia sexual infantil, lo que nos hace pensar que, tras cada 1 caso conocido, hay 5 o 10 que no se conocen. Sin embargo, esta es una cifra probabilística. 

¿Cómo continúa su carrera como investigador?

Fue el año 2011, donde lideré una investigación sobre explotación sexual infantil en la zona centro-  norte de Chile. En este estudio, intentamos entender las nuevas modalidades en explotación, porque de esta forma, podríamos entender de mejor manera la violencia y, con ello, generar intervenciones y políticas públicas más efectivas En este estudio, agregamos una nueva variable de género, investigando la explotación sexual infantil en niños.

En lo personal y teniendo información sobre la prevalencia, las formas de explotación, las dinámicas y actores del fenómeno en estudio, avancé como profesional hacia un nuevo cuestionamiento, relacionado con descubrir qué pasa y cómo se desarrolla la intervención en estos casos, principalmente en los planes nacionales que abordan este tema.

¿Existe relación entre este nuevo cuestionamiento y sus estudios de doctorado?

Por supuesto, los estudios realizados en el diagnóstico regional y explotación sexual, que vienen del año 2005, comienzan a tomar un mayor peso en lo personal y con los grupos de trabajo con quienes me vinculo, y con ello, en los procesos formativos de nuestros estudiantes. Así, el cuestionamiento de cómo se abordan las intervenciones en Chile respecto de los temas de explotación sexual infantil, fue la principal motivación para cursar estudios de doctorado.

¿Dónde realiza sus estudios doctorales?

Gracias al financiamiento de Becas Chile, el 2013 viajé a Edimburgo, Escocia, para cursar el doctorado en Ciencias Sociales Interdisciplinarias en Salud, del que egresé recientemente. En este punto, me gustaría explicar que mi trabajo los 4 años que estuve allá, estuvo centrado en desarrollar el primer año la propuesta de investigación, luego vino el levantando datos y, finalmente, la elaboración de mi tesis doctoral. 

En mi caso, al ser un estudiante senior, tuve una relación muy fluida con mis profesores supervisores, quienes me desafiaron permanentemente para profundizar mi trabajo de investigación, el que estaba relacionado con políticas públicas y el marco legal, por una parte, y los modelos de intervención y las prácticas de explotación sexual infantil en Chile, por otra. Fue así como trabajé analizando mucha información documental – oficial y no oficial - entre los años 2004 y 2014, para intentar descubrir qué articula y vincula las políticas públicas, las organizaciones gubernamentales especializadas en el tema, la academia y los integrantes de las ONG´s.

¿Cuál fue el resultado de esta investigación doctoral?

Los resultados me indicaron que la principal articulación entre los actores, está relacionada con el reconocimiento de la explotación. De esta manera, es necesario visibilizar y entender la explotación sexual infantil, para hacerla evidente y comprensible para la sociedad en su conjunto.

En Chile, hubo un caso real que se dio en una local nocturno que se llamaba los Ángeles de Charlie, donde había comercio sexual infantil. Tras descubrirse el ilícito, la cara visible era la del administrador a cargo, sin embargo, era evidente que había más involucrados. Luego, tras la investigación judicial, se descubrió que además había una red de tráfico de drogas y de trata internacional, donde participaban policías, abogados y, en general, una red de personas influyentes que nos permiten darnos cuenta de la magnitud de estas asociaciones ilícitas.

¿En qué edad se da mayormente la explotación sexual infantil?

La explotación sexual en Chile se da entre los 0 y 18 años, y comprende desde la toma de imágenes abusivas en niños de 0 o 2 años - que incluso son producidas por las mismas familias - hasta lo más visible que son jóvenes sobre 15 años que se prostituyen. Sé que cuesta imaginarse esta realidad, pero le aseguro que en Chile existe y desde la llegada de internet, la velocidad con que se propagan estos fenómenos, ha dificultado aún más la comprensión y la intervención profesional efectiva en temas relacionados con explotación infantil, derechos de los niños y violencia

Tras finalizar el doctorado, regresa a chile en agosto de este año ¿Cómo fue la experiencia de reencontrase con sus colegas?

Tras mi llegada del doctorado, nos hemos propuesto consolidar el grupo de estudio en niñez, integrado también por las docentes Claudia Espinoza y Yesika Herrera. En este contexto, nos estamos preparando para enfrentar el desafío próximo de investigar los efectos en los niños y niñas de la contaminación en Quintero y Puchuncaví. En este proyecto financiado por la Defensoría Nacional de la Niñez, intentaremos recoger la voz de los niños, tras los eventos de contaminación vividos recientemente.  

Además, como Escuela de Trabajo Social de la PUCV, presentamos un proyecto al Banco Mundial en conjunto con la Escuela de Psicología de la UPLA, la ONG Paicabí y la Universidad de Edimburgo, con el objetivo de rescatar en la población general de niños víctimas de violencia en internet, las formas en que ésta se genera y, con ello, generar un plan integral de prevención. A esto se suma el desarrollo de un proyecto de postdoctorado que estamos trabajando también, junto a la Universidad de Edimburgo relacionado con la victimización en internet.

Tras el doctorado ¿Mantiene alguna red de investigadores con quienes colabora?

En esta misma línea, con la reconocida investigadora Ethel Quayle - con quien estuve trabajando en mi doctorado en Escocia – hemos generado una interesante red de trabajo colaborativo en temas vinculados a explotación sexual en internet. La idea es aprovechar su experiencia para iniciar nuevas líneas de investigación en Chile, relacionadas con victimización online en temas asociados, por ejemplo, al ciber-bullying y/o la generación de imágenes abusivas.    

¿Qué opina usted de la factibilidad de generar estas líneas de investigación en nuestro país?

Para responder a estas temáticas, puedo mencionar que, en el ámbito de la educación continua, estamos impartiendo programas de formación en violencia, considerando desde la violencia infantil hasta la intrafamiliar. Además, elaboramos un Diplomado en Enfoque Comunitario y Niñez. También, hemos trabajado investigando con agencias nacionales e internacionales, por ejemplo, en estudios sobre niñez indígena, lo que nos permitió articular un grupo de estudios de niñez que, en la actualidad, tiene presupuestado realizar un estudio con la Defensoría Nacional de la Infancia respecto de los problemas de contaminación que afectan a este colectivo en la zona de Puchuncaví-Quintero.

¿Cómo ve el tema de la violencia en Chile?

En Latinoamérica, Chile junto a Uruguay y Colombia, tienen programas de violencia más especializados. En el caso de la política pública chilena, puedo asegurar que en el diseño es bastante sofisticada, lo que genera que en cualquier parte del país donde se abra un programa enfocado a temas de abuso o explotación, al primer mes se llena y, al segundo, ya hay lista de espera.

Desde mi perspectiva, creo que hay poca información. No obstante, a modo muy personal, siento que esta idea de que hay que cuidar y prestar atención a los niños y respetar sus derechos es bastante nueva, considerando la historia de la infancia, donde vemos imágenes de niños abandonados, explotados, abusados y que morían masivamente.

¿Nos podría dar un ejemplo de lo que dice?

Por ejemplo, en la reciente época de la Colonia y la República, encontramos el fenómeno de los niños ilegítimos y sin derechos que eran abandonados, vendidos, usados como servidumbre y víctima de abuso sexual. Con esto quiero decir que la época en que vivimos, es la mejor época para los niños, ya que existe la idea de que hay que quererlos, educarlos y protegerlos.

Asimismo, cuando la sociedad naturaliza la violencia, es porque es tan habitual que no logramos distinguirla o porque estamos convencidos que la violencia es parte de la naturaleza del ser humano. De alguna manera la violencia es una construcción social y cultural, es decir, temas como la segregación racial o los campos de exterminio, en algún momento eran parte del orden social, asumiendo que la violencia tiene un propósito justificado, lo que con el paso de los años pierde sentido.

¿Qué deben hacer los profesionales al respecto?

Los especialistas, debemos distinguir cuál es la práctica y el propósito. Así, pegarle a un niño en un momento era signo de educación que tenía un propósito. Lo que pasa es que, con el tiempo, se comprendieron mejor las consecuencias de esta práctica en la vida de los niños y se asumió que no era adecuada, dando paso a una transición donde hay personas que creen que esta práctica no es tan grave y otras que aseguran que esto ocurre porque no se cuenta con herramientas para manejarse con los niños.

Esto también puede llevarse a un contexto social, donde encontramos sociedades que aceptan más la violencia que otras, generándose un abanico cultural que abarca desde una invisibilización de la violencia, hasta otras más democráticas y basadas en el respeto, donde cualquier tipo de violencia es una práctica no deseada.

En el plano local, Chile está viviendo paulatinamente un proceso de transición, alejándose cada vez de las sociedades más tradicionales donde la obediencia y las normas, son valores en sí mismos. Construir una sociedad en derechos, permite a los niños en participar directamente de las decisiones que los involucran y, además, ser consultados sobre qué es lo mejor para ellos.

Desde su mirada como especialista ¿Qué opina de internet? ¿Es un aporte o algo negativo para las nuevas generaciones?

En la actualidad, vemos dos líneas de investigación en Europa y Estados Unidos, una pro-internet y otra en contra que propone un riesgo total. Lo que muestran las investigaciones es que   las personas vulnerables y frágiles en el mundo real, caracterizadas por su incapacidad de establecer relaciones o afectadas por una autoestima baja, sin duda, también replicarán esta conducta en el mundo virtual. Así, en internet encontramos adultos que buscan contactar niños para encuentros en el mundo real, para generar imágenes abusivas solo para esta plataforma y otro fenómeno nuevo sustentado en la violencia entre pares.

Por otra parte, hay investigaciones que aseguran que internet bien usado, puede ser un espacio de apoyo y acompañamiento que los niños no tienen en el mundo real. En definitiva, como adultos hacemos la distinción entre mundo real y virtual. Sin embargo, esta dicotomía en las nuevas generaciones no se observa, porque para ellos internet forma parte del mundo real.

¿Qué se viene a futuro para Edgardo Toro como investigador?

Con la experiencia adquirida, quiero postular a la próxima edición de los concursos internos de la Dirección de Investigación, para sentar las bases de un futuro proyecto FONDECYT o FONDEF, pero dejando en claro que seguiremos atento a otro tipo de fuentes de financiamiento externo que, hasta el momento, han sido las que me han posibilitado realizar mis investigaciones. Además, quiero seguir asistiendo a congresos nacionales e internacionales, presentando los resultados de mi tesis doctoral.

En otro ámbito, postulé a BAPSCAN que es la Asociación Británica de Prevención, donde fui seleccionado como editor asociado de su revista Child Abuse Review, lo que me llena de orgullo, sobre todo, porque se encuentra en un plan de internacionalización de la publicación. Este desafío, es de cierta manera una caracterización de mi vida académica, donde sigo articulando mundos distintos, en este caso el latino y el anglosajón.

¿Algo más que quisiera agregar?

Finalmente, destacar el esfuerzo conjunto que está realizando el equipo de investigadores de la Escuela de Trabajo Social de nuestra Universidad, sobre todo, en el desarrollo de las líneas de infancia y niñez entre otras, abordando estas temáticas desde una mirada interdisciplinaria que, en lo personal, creo es el gran valor y sello distintivo de lo que hacemos en el ámbito de la generación de conocimiento.

Por Marcelo Vásquez, Periodista VRIEA PUCV