Con el objetivo de resignificar poner en valor la vida de barrio, un grupo multidisciplinar de académicos de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, trabajaron el proyecto “La Ruta de la Matriz”, que contempla un recorrido turístico por este tradicional sector porteño, el cual incluye visitas a posadas, miradores y un acercamiento la historia del lugar.
La iniciativa liderada por la académico de la PUCV, Jacqueline Reveco contó con el con apoyo financiero de la Dirección de Innovación y Emprendimiento de la universidad y, actualmente, se encuentra operando como un recorrido del Tour Operador de Valparaíso Ecomapu.
A continuación, compartimos con ustedes una entrevista a la profesora Reveco, quien reveló detalles sobre su experiencia, los hitos más significativos y los alcances de su proyecto.
¿En qué consiste este proyecto?
Este proyecto, es el tercero de una serie financiados por la DIE, y es el resultado de un trabajo de larga data en el sector de La Matriz. En primera instancia exploramos los sentimientos de las personas con su entorno y el lugar donde habitan, fue así como surgieron elementos interesantes que nos llevaron a seguir trabajando en el lugar. Un ejemplo de esto, lo pudimos observar cuando pedimos a los vecinos que compartieran con nosotros, la idea o sensación que su barrio les producía. La mayoría de las respuestas hablaban de inseguridad y suciedad.
En una segunda etapa, realizamos actividades lúdicas recreativas en las que los vecinos pudieron participar, generando lazos entre ellos. De esta manera, surgió la confianda entre ellos y su entorno, lo que nos permitió ver que era factible generar un tipo de emprendimiento y una ruta turística, cuyo principal valor era rescatar la sustancia del lugar, más allá de las construcciones y el entorno físico, porque de esta manera pudimos promover la trascendencia de las personas que habitan allí.
Fue la última etapa en que algunos vecinos mostraron su talento preparando postres, cola de mono, confeccionando escapularios y sacos de la abundancia, incluso relatos poéticos originales, entre otras expresiones, para entregar a quienes realizan la ruta. De esta manera rescatamos las expresiones culturales y artísticas propias de los habitantes de La Matriz.
¿Cómo surgió la idea de trabajar en este proyecto?
Con las profesoras Gladys y Maite, quienes comparten el apellido Jiménez, tenemos el gran objetivo común de proyectar desde una mirada holística, la importancia del Sello Valórico PUCV a nuestros estudiantes y futuros profesionales. Por ello, desde el año 2002, comenzamos a incluir la responsabilidad social en nuestras asignaturas y, de esta forma, ofrecer una formación integral y reflejar estos valores trascendentes en el currículum.
Estos vínculos se consolidaron al cursar un diplomado en responsabilidad social y, desde ese momento, hemos seguido trabajando en la prosocialidad, generando entre otros, lazos entre Gladys y el padre Gonzalo, lo que nos ha permitido en el marco de este proyecto, formar un equipo que se basa en la interdisciplinaridad y donde el aporte de cada disciplina es importante.
Ser prosocial es una actitud de vida, la que hemos llevado también a los cursos de formación fundamental. En la actualidad, tenemos una asignatura conjunta sobre responsabilidad social en la que contamos con más de 90 estudiantes. Este curso está desarrollado específicamente para destacar en nuestro alumnos PUCV sus valores trascendentales.
¿Qué lazos se han establecido durante la realización del proyecto?
Hay un grupo estable de personas que ha trabajado de manera permanente en la iniciativa, entre ellos hay un historiador-poeta muy particular, Máximo Marín. Él, siempre ha vivido en este sector, por lo que tiene muchas anécdotas que contar. Al equipo, también se suma el operador turístico Felipe Muñoz, quien es el encargado de realizar el recorrido a los turistas y, además, fue quien nos ayudó con ideas para crear la ruta.
Ver a los mismos vecinos tan empoderados en el rescate del patrimonio intangible de su sector, nos da cuenta de que el proyecto ha logrado su objetivo. La idea, siempre ha sido que los vecinos aporten, ya sea desde la realización de sus artesanías, hasta incluso rescatando la tradición oral, cultural e intangible del sector de La Matriz. De esta manera buscamos dar vida al patrimonio, rescatando y proyectando en el tiempo la vida del sector, más allá de lo que podríamos rescatar a partir de una publicación que solo recoje un momento.
¿Cuál es la sensación que deja ya finalizada la experiencia?
Desde mi rol de ingeniero de alimentos y con el sentido prosocial que me caracteriza, puedo afirmar que fue una experiencia gratificante, principalmente, porque se vincula de forma directa con el Sello Valórico de nuestra universidad. Del mismo modo, fue muy satisfactorio sentir la calidez de las personas con las que trabajamos y lo dispuesto que estaban, por trabajar por su comunidad.
Sin duda, el proyecto ha funcionado tal como lo esperabamos e incluso mejor. Al ver esta etapa ya finalizada, me quedo con la sensación espiritual que produce el recorrido, desde aquella primera vez que realizamos la ruta con autoridades y vecinos. Fue muy gratificante ver como los participantes se impregnaban de una ruta turística de profundo sentido social y patrimonial.
¿Cómo decidieron que la ruta fuera en el sector de La Matriz y el Cerro Santo Domingo?
Elegimos este lugar porque el padre Gonzalo Bravo, es el párroco la iglesia del sector, lo que nos facilitó superar las barreras de entrada con los vecinos. Desde mi perspectiva, creo que sería muy dificil levantar este proyecto en otro lugar, donde eres un extraño y no hay nadie que tenga una conexión íntima y cercana con el lugar.
Así, nos interiorizamos con los vecinos y hablamos de lo que el sector La Matriz les producía, lo que les gustaría rescatar, cuáles eran sus motivaciones para trabajar en el proyecto y, de esta manera, logramos tener una relación directa con ellos, lo que nos permitió que todo resultara tan bien.
¿Cómo prepararon la ruta?
Realizamos talleres donde pensamos la implementación del trayecto, identificacndo junto a los vecinos aquellos lugares que había que visitar sí o sí. Esta visión fue compartida con el Tour Operador que se involucró en el diseño de la ruta, desde el comienzo del recorrido cerro arriba, para luego descansar en un almuerzo compartido en la casa de una vecina del Cerro Santo Domingo y, finalmente, bajar y terminar el recorrido en la Plaza Echaurren.
Con el éxito que tuvieron, ¿les gustaría replicar la ruta en otro lugar de Valparaíso?
Tendríamos que interiorizarnos con el lugar antes, ver la factibilidad que tiene el sector y la disposición de la comunidad. Es algo que no está completamente descartado, pero igual lo veo difícil, ya que habría que encontrar otro padre Gonzalo. En este equipo ya existía una sintonía, lo que nos facilitó el trabajo.
Podría ser, pero se tienen que dar muchas condiciones. No es como una receta o un proyecto de investigación donde se busque realizar un producto concreto. Lo nuestro es intangible y, por tanto, no existe una sola receta.
¿Cuál es la importancia de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso en el proyecto?
Todo lo que se ha hecho es gracias a la PUCV. Sin su apoyo hubiera sido imposible desarrollar esta línea de trabajo que se vincula directamente con la misión institucional en la búsqueda del gran objetivo de proyectar a los estudiantes y a toda la comunidad universitaria, la trascendencia valórica de trabajar con personas de nuestra región que solo requieren de una oportunidad para cumplir sus sueños.
Desde esta mirada, no puedo dejar de destacar el valor intrínseco de las iniciativas impulsadas por la Vicerrectoría de Investigación y Estudios Avanzados, a través de sus direcciones de Investigación e Innovación y Emprendimiento, donde se apoya y motiva a la comunidad universitaria, para participar de proyectos de un marcado sello social y valórico.
¿Actualmente se encuentra trabajando en algún proyecto?
En relación con lo anterior, también estamos participando del proyecto de Sello Valórico PUCV, donde buscamos rescatar las tradiciones propias del patrimonio intangible del sector de La Matriz.
¿En qué etapa se encuentra hoy en día la ruta de La Matriz?
La ruta ha sido realizada varias veces a turistas extranjeros, que buscan un recorrido que les permita conocer, de otra forma, los lugares que visitan y, al mismo tiempo, les permita alejarse de lo material y acercarse al valor espiritual de las personas que habitan nuestros barrios. De esta manera, ha permitido que las personas que habitan el sector de La Matriz logren empoderarse, vencer sus temores y abrir la puerta de sus vidas para trabajar junto a la comunidad.
La ruta de La Matriz tiene dos características bien definidas. La primera es que su formato no es estandar, es decir, el relato de cada ruta se irá construyendo a partir de las conversaciones que fluyan naturalmente durante el recorrido. La segunda, es que su concepción fue pensada para un número reducido de turistas, manteniendo la cercanía de un servicio personalizado, ya que si tuviera un carácter masivo se perdería el sentido de lo que buscamos.
¿Qué rol le otorga a este proyecto dentro de su función como académico?
Este proyecto es muy importante, porque nos permite poner en práctica la misión de nuestra universidad, que declara sus componentes valóricos y trascendentes como parte del sello del profesional PUCV.
En esta línea, los proyectos como la ruta de La Matriz, nos permiten incluir en nuestras asignaturas reflexiones sobre responsabilidad social de primera fuente, lo que genera en nuestros estudiantes cambios positivos asociados a un componente valórico prosocial, que junto con motivarnos de seguir adelante, es un valor agregado importante para el futuro desempeño profesional de nuestros jóvenes. Para nadie es secreto que las organizaciones hoy en día buscan buenos profesionales y, al mismo tiempo, buenas personas.
¿Cuál considera que fue el impacto social del proyecto?
El hecho de que algunas personas del barrio dejen de lado su percepción negativa del entorno y comiencen a adueñarse de su territorio, sintiéndose parte de su espacio. Esto, es muy positivo y nos alegra profundamente haber tenido ese impacto en los vecinos.
Por otro lado, las personas que se involucraron con el proyecto y forman parte de él se sienten valoradas e incluso en el caso de la venta de artesanías, reciben un pequeño beneficio económico.
Finalmente y desde mi particular visión, un aspecto fundamental es que por medio de este proyecto estamos rescatando la voz de los vecinos y, con ello, la identidad del Cerro Santo Domingo, el más antiguo de Valparaíso. En este punto, los pobladores se sienten parte del lugar y nos han manifestado que les agrada que la gente venga a conocer su barrio, sobre todo, si son ellos mismos quienes lo muestran.
¿Algo que desee agregar?
La verdad es que estoy muy contenta con la experiencia y le agradezco al equipo porque sin ellos no se podría haber levantado la idea, ni el proyecto.
También quiero reconocer la labor de la Vicerrectoría de Investigación y Estudios Avanzados, que gracias a la acción de sus direcciones, nos acerca al Sello Valórico PUCV permitiéndonos financiar estos proyectos sociales. En este sentido, espero que muchos otros profesores aprovechen esta oportunidad.