30.09.2016
Con la sinfonía N° 10 de Félix Mendelssohn comenzó el Concierto “Vuelo Mágico de Bartók a Chausson” que ofreció la Orquesta de Cámara de la PUCV con la participación de los destacados solistas Analia Marigiliano en piano y Cristian González en violín. Todos bajo la dirección del académico del Instituto de Música, Pablo Alvarado.
El público respondió a la invitación realizada por la Unidad de Extensión Cultural de nuestra Casa de Estudios y repletaron los asientos instalados en el foyer del Teatro Municipal de Viña del Mar y disfrutaron de un concierto cargado de emotivas creaciones del período romántico de la música.
La sinfonía N° 10 cuenta con la particularidad de que está compuesta en un solo movimiento aunque tiene la estructura de Adagio, Allegro y Piu Presto. La mayoría de las sinfonías están escritas en tres o cuatro movimientos. Este tipo de obras, Mendelssohn solía presentarlas en casa con una orquesta de cámara para sus familiares. La particularidad que tiene esta creación es que fue escrita para una orquesta de cámara.
“Hoy preparamos un programa muy variado. Partiendo con Félix Mendelssohn, autor alemán del Romanticismo, una música llena de emociones, muy expresiva, realmente muy interesante. Mendelssohn recuperó el trabajo realizado por J.S. Bach que había desaparecido en el clasicismo porque su estilo no estaba acorde con el pensamiento filosófico, era muy complejo para la gente. Compuso cuatro sinfonías para orquestas completas y 12 para orquestas de cuerdas, esta se encuentra dentro de esas”, agrega el director Pablo Alvarado.
Luego se ofreció el “Crisantemi para Cuerdas” del autor italiano Giacomo Puccini, famoso por sus óperas. Esta pieza fue compuesta luego de la muerte del segundo hijo del rey Víctor Manuel II, Amadeo de Saboya, duque de Aosta y fugaz rey de España. Sorprendido y alterado por este triste acontecimiento, Puccini compuso un sencillo cuarteto de cuerdas al que denomino Crisantemi (Crisantemo) por estas plantas asociadas a los ritos funerarios. Esta es la obra instrumental más conocida de Puccini y se sigue interpretando a nivel internacional.
EL PIANO FUE PROTAGONISTA
Posteriormente, se tocaron las “Danzas Rumanas para Cuerdas” del húngaro Béla Bartók. Alvarado agrega que este compositor realizó muchos estudios de etnomusicología, adentrándose en las raíces de Hungría y de otros países vecinos. Lo que investigó se vinculaba al mundo folclórico y luego lo insertó en el repertorio más docto.
Bartók comenzó a recopilar música folclórica rumana en los alrededores de Belényes Beius animado por su amigo rumano y maestro de la zona János Busitia. Basándose en el material recolectado compuso en 1915 la pieza para piano “Danzas Folclóricas Rumanas” que dedicó a su amigo y la transformó en una obra para orquesta de cuerdas.
La mejor parte del concierto vino al final con el Concierto para Piano, Violín y Cuerdas Opus 21 del francés Ernest Chausson, donde se lucieron los solistas Analia Marigliano (piano) y Cristian González (violín). Chausson fue un compositor romántico francés que escribió esta obra entre 1889 y 1891, donde no utilizó al grupo orquestal confrontando a los solistas. El conjunto de cámara funciona simplemente como acompañamiento dejando que destaquen los concertinos.
“Esta es una obra muy compleja de interpretar pues es muy expresiva. Está dentro de la línea del romanticismo, con cambios de emociones y momentos más intensos. Es una creación muy difícil de tocar pues se debe dominar el mundo expresivo que el autor va desarrollando”, agregó el director Pablo Alvarado.
En ese sentido, el punto más alto de la jornada fueron los espectaculares duelos entre los solistas Marigliano y González, quienes interpretaron esta obra a la perfección, preocupados del más mínimo detalle y con una excelente comunicación con el director y la orquesta.
El público se retiró agradecido y se lo demostró a los músicos con un largo aplauso al final de la presentación, luego de disfrutar de un repertorio novedoso y de extremada complejidad técnica, creaciones que no se habían escuchado antes en el Teatro Municipal de Viña del Mar, epicentro de la música clásica de la Ciudad Jardín.
Por Juan Paulo Roldán
Dirección General de Vinculación con el Medio
Fotos: Ángela Tobón Coral
