Un campesino había cultivado una sandía inmensa en la huerta de su choza. Nadie en el pueblo había visto sandía más grande, y el hombre estaba orgulloso de su gran logro.

Un día el rey de la comarca salió a dar un paseo por el campo disfrazado de comerciante. Al pasar por la casa del campesino se sorprendió de ver tamaña sandía.

-"¡Qué linda su sandía señor!" ¿Usted me convidaría un pedazo para probarla? le preguntó al campesino.

-"Por supuesto que no" le respondió el campesino.

- "¿Me la vende"? le pidió el rey

-Tampoco, no está para la venta"...replicó el campesino

- "Y entonces qué va hacer con ella", preguntó el rey

- " Se la llevaré mañana de regalo al rey..."

- Ya veo...es para regalarla. ¿Pero qué pasa si el rey no la quiere?

-"Bueno, si no la quiere... ¡el rey se puede ir al infierno! exclamó el campesino.

Unos días después llegó el campesino con la inmensa sandía al palacio del rey.

Inmediatamente reconoció al rey pero no mostró ningún signo de haberlo conocido antes.

"-Le traigo esta sandía para usted su Majestad" dijo humildemente.

"-Qué maravilla, dijo el rey, pero suponga que no la quiera"

"-Entonces mi señor, usted sabe mi respuesta..." dijo tímidamente.