Ir a pucv.cl

Los ciegos y el elefante

Se encontraba el Buda en el bosque de Jeta cuando llegaron muchos ascetas de diferentes escuelas metafísicas y tendencias filosóficas. Algunos sostenían que el mundo es eterno, y otros, que no lo es; unos que el mundo es finito, y otros, infinito; unos que el cuerpo y el alma son lo mismo, y otros, que son diferentes; unos, que el Buda tiene existencia tras la muerte, y otros, que no. Y así cada uno sostenía sus puntos de vista y polemizaban sobre el asunto.

Todo ello fue escuchado por un grupo de monjes del Buda, que relataron luego el incidente al maestro y le pidieron aclaración. El Buda les pidió que se sentaran tranquilamente a su lado, y habló así:

Monjes, esos disidentes son ciegos que no ven, que desconocen tanto la verdad como la no verdad, tanto lo real como lo no real. Ignorantes, polemizan y se irritan como me han relatado. Y les contó la siguiente historia:

"Había un maharajá que mandó reunir a todos los ciegos que había en Sabathi y pidió que los pusieran ante un elefante y que contasen, al ir tocando al elefante, qué les parecía. Unos dijeron, tras tocar la cabeza: "Un elefante se parece a un cacharro"; los que tocaron la oreja, aseguraron: "Se parece a un cesto de aventar"; los que tocaron el colmillo: "Es como una reja de arado"; los que palparon el cuerpo: "Es un granero". Y así, cada uno convencido de lo que declaraba, comenzaron a debatirse entre ellos".

El Buda hizo una pausa y rompió el silencio para concluir:

Monjes, así son esos ascetas disidentes: ciegos, desconocedores de la verdad, que, sin embargo, sostienen sus creencias.