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¿Qué es un algoritmo? Introducción para abogados

Por Pablo Bravo

24.02.2021

En esta serie de columnas abordaré, en términos simples y prácticos, temas sobre Inteligencia Artificial (IA) y Derecho. Los abogados tienen un gran interés en cómo la IA irrumpirá en el Derecho y, viceversa, cómo el Derecho regulará la IA, pero comprender estos temas es difícil porque Derecho e Informática han sido profesiones distantes. Debido a esa distancia a ratos se confunde lo que es ciencia ficción o futurología a 20 años, por una parte, con lo que la IA realmente es al día de hoy (2021), por la otra.

Escribo estas columnas no solo desde una perspectiva académica. Las escribo más bien a partir de mi experiencia como abogado y programadora la vez. Hoy en día paso más tiempo programando (Python) que redactando escritos. No solo he leído sobre IA, sino que sé cómo una IA se programa en la práctica; sé cuáles son las partes fáciles y difíciles de programar, dónde es factible implementar una IA y dónde no, cuánto tiempo toma desarrollarla, cuáles son sus etapas, qué equipo de profesionales se necesita reunir, cuánto cuesta, por ejemplo. Compartiendo mi experiencia en ambos mundos, el propósito de esta serie es acortar la distancia entre Derecho e Informática. Y dado que los temas de IA son especialmente complejos u oscuros para quienes no tienen entrenamiento matemático, optaré por un modo simple y didáctico de explicarlos. Comencemos.

Anglicismos en boga como machine learningdeep learning o big data se escuchan frecuentemente en esta área. Incluso el término mismo de “inteligencia artificial” se ha desdibujado a medida que aumenta en popularidad (tema para una columna aparte), pero uno de los conceptos más básicos es el de “algoritmo”, tan básico entre informáticos que ellos lo dan por descontado. Mas para un abogado ajeno al mundo de la informática, qué es un algoritmo no resulta obvio, y la precisa definición de cada término, como sabemos, es particularmente importante en nuestra profesión.

En vez de citar una definición de la literatura matemática o su etimología, en esta primera columna daré una (re)definición simplificada. Después de entender qué es un algoritmo, en futuros artículos podremos abordar otros temas jurídicos derivados. Por ejemplo, la responsabilidad (civil o penal) por errores en un algoritmo.

Entonces, ¿qué es un algoritmo? Es “un conjunto de reglas o instrucciones (relativamente breves y sencillas) que, repetidas muchas veces, logran resolver un problema mayor”. Cuando se habla de algoritmos usualmente pensamos en un (complicado) programa de computador, en código fuente. Aquí explicaré este concepto más en abstracto, con un ejemplo cercano a los abogados que no involucre computadores.

En abstracto, un algoritmo es un particular modo —un modo “repetitivo”— de encontrar la solución a un problema. A primera vista puede parecer extraño que un problema mayor pueda ser resuelto (simplemente) repitiendo una misma solución, repitiendo un mismo grupo de instrucciones, pero para demostrar que sí es posible tomemos a los estudiantes de Derecho como ejemplo.

Todos los semestres ellos enfrentan un problema mayor: aprobar sus exámenes. Los estudiantes resuelven ese problema de un modo algorítmico, esto es, repitiendo muchas veces un mismo set de instrucciones. ¿Cuáles? A riesgo de ser simplistas, “el algoritmo del estudiante de Derecho” es como sigue:

(i) Leer los apuntes.
(ii) Subrayar los apuntes.
(iii) Recitar en voz alta.

Cuando se acerca el período de exámenes vemos a los estudiantes de Derecho en los pasillos repitiendo esas tres instrucciones —leer, subrayar, recitar— una y otra vez. Lo repiten tantas veces, frase por frase a través de los apuntes, con el propósito de resolver su problema mayor: recordar la respuesta correcta frente a preguntas aleatorias del profesor en un examen oral. Y muchos de ellos, tan solo repitiendo esas tres instrucciones previamente, logran aprobar. Su algoritmo funcionó.

Entonces ahí donde se busca resolver un problema por medio de repetir un set de instrucciones —sea un computador, un estudiante de Derecho o en cualquier otro contexto— hay un algoritmo en funcionamiento. La evolución darwiniana, como segundo ejemplo, es un “algoritmo” en este sentido abstracto. El problema mayor que busca resolver es la sobrevivencia de las especies. Sus instrucciones sencillas son la reglas de selección natural (solo los más adaptados se reproducen), y esas instrucciones se repiten, generación tras generación, por millones de años. La evolución de la vida es el resultado de un algoritmo.

Cuando un banco implementa una inteligencia artificial clasificadora de riesgos, como último ejemplo, es también un algoritmo en el mismo sentido del estudiante de Derecho o la evolución darwiniana. El problema mayor es predecir si un nuevo deudor pagará su crédito. Las instrucciones sencillas son obtener datos de pagos anteriores y hacer ciertos cálculos, y dichas instrucciones se repiten a lo largo de una gran base de datos de deudores previos. Con ese algoritmo predictivo, entonces, el banco seleccionará a quién le otorga crédito y a quién no.

En conclusión, entre los estudiantes de Derecho, la evolución darwiniana y los clasificadores de riesgo de los bancos —por extraño que parezca— existe algo en común: en todos ellos se busca resolver un problema mediante la repetición de instrucciones. Los algoritmos, pues, no son algo exclusivo de la informática. Existen muchas áreas que, según este concepto abstracto, están subyacentemente gobernadas por “algoritmos”, aun cuando no involucren computadores. Así visto, los algoritmos de IA son solamente una extensión de ese modo general (y repetitivo) de resolver problemas, tan solo que ahora está potenciado gracias a la informática.

En el resto de esta serie nos enfocaremos en algoritmos que sí son computacionales. Aclarado ya qué es un algoritmo, la siguiente columna abordará la pregunta ¿qué es importante en un algoritmo? De este modo sabremos en qué aspectos un abogado se debería enfocar.

Esta columna fue publicada en El Mercurio Legal, accede a la publicación original ACÁ

*La columna no representa necesariamente el pensamiento institucional de la Facultad y Escuela de Derecho PUCV.

Facultad y Escuela de Derecho PUCV