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Gran Canciller encabeza eucaristía del décimo aniversario de la Capilla San Alberto Magno

En la ocasión entregó un saludo de celebración de Navidad a la comunidad.

En el campus Curauma de la PUCV se realizó la misa en conmemoración de los 10 años de la consagración de la Capilla San Alberto Magno y la celebración de la Navidad, la cual fue encabezada por el Gran Canciller de la Universidad, Monseñor Jorge Vega Velasco, el Vice Gran Canciller Fray Cristian Eichin Molina y el párroco de Placilla Pbro. Sebastián Vásquez. A la ceremonia asitieron autoridades de la Universidad, funcionarios y feligreses de la zona.

En la ocasión Monseñor Vega saludó a la comunidad en tiempo de adviento y destacó la presencia de la capilla como un espacio que encarna la misión educativa y pastoral de la PUCV:  No es solo un edificio de madera, vidrio y cemento; es un símbolo de fe, cultura y servicio.  Su diseño austero y moderno nos habla de una belleza que no está en los excesos, sino en lo esencial. Más importante aún, sus puertas abiertas reflejan nuestra vocación: ser una iglesia en salida, capaz de acoger, incluir y acompañar a todos, como nos exhorta el Papa Francisco.

A continuación la homilía del Gran Canciller Monseñor Jorge Vega Velasco.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

Hoy nos reunimos con gozo para celebrar el décimo aniversario de la dedicación de esta capilla, un espacio que no solo es un lugar de encuentro con Dios, sino también un signo visible de nuestra fe y de la presencia amorosa de Dios entre nosotros. Este aniversario nos invita a reflexionar sobre nuestra identidad como comunidad creyente: una comunidad llamada a ser un templo vivo, abierto, austero y siempre al servicio del Evangelio.

Cristo, nuestra piedra angular

Las lecturas de este día nos conducen al centro de nuestra fe. El profeta Isaías anuncia al Emmanuel, “Dios con nosotros”, un anuncio que encuentra su cumplimiento pleno en Jesucristo. María, en su entrega total al plan de Dios, se convierte en el primer templo vivo, el lugar donde la humanidad y la divinidad se encuentran.

Así, esta capilla, dedicada a San Alberto Magno, nos recuerda que no somos meros receptores pasivos de la fe. Somos llamados a ser templos vivos donde Cristo habita y actúa. Si Cristo es nuestra piedra angular, nuestra misión debe reflejar su vida: abierta al mundo, sencilla y accesible. Este lugar debe ser un espacio donde todos encuentren acogida, oración y esperanza.

Un legado de fe y misión

Por otra parte, en este año, mientras comenzamos a celebrar el centenario de nuestra Diócesis de Valparaíso, reflexionamos sobre su rica historia y su impacto en nuestra región. Desde su fundación en 1925, la Diócesis ha promovido valores cristianos, mientras que la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso ha sido un motor de formación integral, preparando líderes comprometidos con el bien común y la transformación social desde el Evangelio.

De esta manera, la Capilla San Alberto Magno encarna esta misión educativa y pastoral. No es solo un edificio de madera, vidrio y cemento; es un símbolo de fe, cultura y servicio.  Su diseño austero y moderno nos habla de una belleza que no está en los excesos, sino en lo esencial. Más importante aún, sus puertas abiertas reflejan nuestra vocación: ser una iglesia en salida, capaz de acoger, incluir y acompañar a todos, como nos exhorta el Papa Francisco.

Entonces, este espacio remonta su origen a la visión de los fundadores de la PUCV: Isabel Brown, Rafael Ariztía y el Padre Rubén Castro. Ellos soñaron con una institución que integrara fe y cultura al servicio de los más necesitados. Esta capilla, con su luz, su diseño y su espiritualidad, es el lugar donde esa visión toma forma concreta, ofreciendo a la comunidad universitaria y parroquial un espacio de encuentro con Dios y con los hermanos.

Arquitectura como reflejo de misión

Más aún, el diseño de esta capilla refuerza su vocación comunitaria y trascendente. Sus tres naves convergentes, iluminadas cenitalmente, simbolizan la unidad que buscamos como comunidad de fe. Su orientación invita al dinamismo y a salir al encuentro del otro, mientras que el atrio hundido, integrado al entorno natural, subraya su carácter inclusivo y accesible.

Este espacio no solo es un refugio espiritual; es también un recordatorio de que nuestra fe no puede encerrarse entre estas paredes. Debemos proyectarla hacia el mundo, llevando el amor de Dios a todos los rincones de nuestra sociedad.

Un punto de encuentro vivo

En estos diez años, esta capilla se ha consolidado como un lugar de encuentro para la comunidad universitaria y parroquial. Aquí, en Curauma, estudiantes, académicos, trabajadores y fieles de las comunidades vecinas encuentran un espacio donde buscar a Dios y crecer juntos en fraternidad. Este lugar debe seguir siendo un reflejo de una comunidad de puertas abiertas, no solo en su arquitectura, sino también en la actitud de quienes nos reunimos aquí.

Recordamos con gratitud el día de su dedicación, cuando el altar fue consagrado como símbolo del cuerpo de Cristo muerto y resucitado. Este altar nos recuerda que nuestras vidas también están llamadas a ser ofrendas vivas, al servicio de Dios y de los demás.

El desafío de San Alberto Magno

Ahora bien, el patronazgo de San Alberto Magno, Patrono de los Científicos, vincula profundamente esta capilla con la identidad del Campus Curauma, sede de la Facultad de Ciencias de la PUCV. Este vínculo nos desafía a vivir una fe que inspire la búsqueda desinteresada de la verdad y el conocimiento, comprometiéndonos al mismo tiempo con el cuidado de la creación y la comunidad.

Por eso, cada uno de nosotros es un templo espiritual, un lugar donde Dios quiere habitar y actuar. Inspirados por María, modelo de comunidad y templo vivo, renovemos nuestro compromiso de ser piedras vivas en la construcción del Reino de Dios.

 Una comunidad reflejo de Dios

Queridos hermanos y hermanas, esta capilla, con su sencillez y apertura, es un espejo de lo que estamos llamados a ser: una comunidad acogedora, austera y misionera. Que las puertas de este templo nos impulsen a abrir las nuestras —físicas y espirituales— para que otros encuentren en nosotros la presencia de Cristo.

En este décimo aniversario, pidamos al Señor que esta capilla continúe siendo un faro de fe, esperanza y amor. Que aquí celebremos vidas entregadas a Dios, y que este lugar inspire a todos a construir un mundo más fraterno y solidario.

Que Cristo, nuestra piedra angular, nos guíe siempre. Y que nosotros, como piedras vivas, sigamos edificando el Reino de Dios, sabiendo que su amor nunca defrauda.

Amén.

 

 

Coordinación de Gestión

Vice Gran Canciller PUCV