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Responsabilidad Social de las Universidades (RSU) y enseñanza de la ética: NO SOLO APARENTAR

21.11.30

En el proyecto que estamos realizando como Red de Universidades Chilenas de la Organización de universidades católicas de América Latina y el Caribe “RESIGNIFICACIÓN de la Responsabilidad Social Universitaria PARA LOS DESAFÍOS DEL PRESENTE. A 20 años del Proyecto Universidad Construye País” se ha vislumbrado que en estos años de posicionamiento de la RSU en las universidades chilenas aparece como peligro esgrimir la RSU como bandera, slogan o declaración que no se condice con la realidad. Esto mismo es deudor de una sociedad donde igualmente, desde las empresas principalmente, se ha podido generar esta misma dinámica de apariencia a propósito de las buenas intenciones o valores socialmente importantes que se vislumbran cuando se menciona dicho concepto. Para muestra un botón no tan lejano en el tiempo y que sólo   nombrarlo hace que todos lo recordemos. Permítanme contarlo de todos modos pues conecta la RSU con la enseñanza de la ética, dimensión fundamental de aquella.

Fue noticia en los medios   el costo del curso de Ética que, sin sonrojarse, una reconocida universidad santiaguina realizó hace unos años a dos conocidos empresarios de la plaza como forma de erradicar en ellos las sentenciadas malas prácticas éticas de financiamiento ilegal de muchos políticos.  Por la asombrosa cantidad de 30 millones de pesos por persona se   les preparó un curso especial sólo para ellos con un equipo de 15 profesores, a razón de tres horas semanales durante seis meses. 

Un servidor, que es profesor universitario de ética profesional durante veinte años, se asombra del   precio al cual se costeaba la ética en esos círculos académicos y financieros, 60 veces más que en muchas de las demás universidades del país, para garantizar un pensamiento crítico y aplicado a la toma de buenas decisiones éticas en el contexto de la profesión o de los negocios. En realidad, intuyo   que   nadie aprendió nada aquí. En este acto teatral, -por no decir tragicómico, al menos como ha quedado en la memoria colectiva e indignada-, de enseñanza y aprendizaje unos aparentaron enseñar y otros aparentaron aprender.  Se evidenció así la misma mentalidad y ejercicio del poder que estaba en la base de las prácticas delictuales de los exclusivos e importantes alumnos del curso: “es importante parecer, aunque no lo seas”, parafraseando irónicamente el dicho conocido dedicado a una antigua reina, eso dicen. Entonces, yendo a una verdadera Responsabilidad Social Universitaria- ya que  hablamos de una sentencia que provocó este, cuando menos poco convincente,  hecho- , si yo hubiera sido el juez  habría obligado a  que las clases de ética  fueran realizadas por la universidad donde se titularon dichos, u otros futuros estudiantes “porros”, éticamente hablando, como concreción de la responsabilidad social, ahora sí, verdadera,   que no sólo se hace cargo de una buena educación ética de  los buenos profesionales sino también, y esto sí es inédito ( pero si atendemos a lo que soñamos hoy día como Responsabilidad Social de las Universidades no imposible)   de hacer pasar de nuevo por las aulas a  aquellos  egresados suyos que han dañado a la sociedad. Y de forma gratuita. Desde  la propia experiencia nuestra, además, respecto a cómo realmente se logran aprendizajes éticos, sugiero como metodología del curso, acorde a lo que entendemos en cuanto educar éticamente a la responsabilidad social de nuestros y nuestras estudiantes, un proyecto de aprendizaje servicio, (como servicio real a la sociedad  ya asumido además como pena alternativa en nuestro ordenamiento jurídico) donde pondrían sus capacidades profesionales a servir realmente a sus semejantes en necesidades vitales y sociales y donde serían bien recibidos y enseñados. Ah, y también allí su dinero sería bien recibido.  

Javier Villar

Universidad católica de Temuco