Ir a pucv.cl

“Mejorar la convivencia escolar es una condición necesaria para alcanzar una educación verdaderamente inclusiva”

Directora del “Centro de Investigación para la Educación Inclusiva”, Verónica López, en su exitosa carrera como investigadora de excelencia PUCV, plantea la necesidad de una transformación de fondo para la educación en nuestro país.

14.12.17

Uno de los hitos más destacados de los últimos años en el ámbito de la educación inclusiva de la región de Valparaíso, es la implementación del “Centro de Investigación para la Educación Inclusiva” de la PUCV, liderado por la académica de la Escuela de Psicología, Verónica López, cuyo principal objetivo es desarrollar investigaciones transdisciplinarias para lograr una educación inclusiva de calidad. La iniciativa, fue posible, gracias a la adjudicación del segundo concurso nacional para centros de investigación avanzada de CONICYT, que pone a disposición de los gestores del proyecto, un presupuesto de $3.500 millones durante los primeros cinco años

El Centro de investigación Avanzada de CONICYT para la Educación Inclusiva de la PUCV, que podría extender su financiamiento hasta el 2026, fue uno de los dos seleccionados a nivel nacional y, en este contexto, recibió una evaluación con puntaje máximo, por parte del comité de especialistas, integrado por profesionales chilenos y extranjeros, lo que representa todo un logro para una Universidad regional.

El proyecto, que considera investigaciones vinculadas a la convivencia escolar, educación cívica, trabajo inclusivo en aula, gestión, desarrollo de estrategias y herramientas para la inclusión, evaluación y currículum, por nombrar algunas, fue liderado por la Dra. Verónica López, quien tras conocer el resultado de la evaluación de CONICYT señaló: “Estamos logrando el sueño de aportar a la investigación en educación, lo que esperamos nos permita transformar las políticas actuales, aportando nuevos ejes de análisis en materia de inclusión”.

La Doctora en Psicología, Universidad Autónoma de Madrid, España, quien es además Directora Programa de Apoyo a la Convivencia Escolar, PACES, ha desarrollado una destacada carrera académica que considera, entre otros, docencia y diversas publicaciones de artículos, capítulos y libros. En el ámbito de la investigación, ha destacado por la adjudicación de diversos proyectos de investigación FONDEF, FONDECYT, CIAE y de la OIE, algunos desarrollados con destacados académicos PUCV: Vicente Sisto, Paula Ascorra y Luis Ahumada.

En este contexto, nos reunimos con la académica PUCV y Directora del “Centro de Investigación para la Educación Inclusiva”, quien nos señaló la importancia de este logro, tanto para la región, como para la educación inclusiva de nuestro país.

¿Qué representa para su carrera la adjudicación de este Centro de Investigación Inclusiva financiado por CONICYT?

En los ámbitos profesional, académico y como investigadora, sin duda, es todo un logro. Al respecto y si bien no puedo decir que es la culminación de una etapa, ya que recién tengo 40 años, representa el resultado de un trabajo serio y comprometido de un gran equipo profesional que me acompaña. A modo de comentario, en el período previo a la adjudicación nosotros teníamos la convicción que estaríamos en la terna final, principalmente por el valor de la propuesta que presentamos, la que en lo personal considero es muy potente y que fue mejorando a medida que se fueron incorporando investigadores y otras instituciones que no estaban en el proyecto inicial.

De esta manera, podría definirlo como un tremendo logro académico, porque significa haberse adjudicado un concurso financiado por CONICYT y que es el mayor en el marco de los fondos que se asignan en el área de ciencias sociales en educación. A modo de referencia supera los recursos asignados y la extensión de tiempo que se otorga a los núcleos milenios y los núcleos anillos. Digo esto, porque nuestro proyecto al final de su primer período, es renovable por otros cinco años.

¿Cómo han sido estos primeros meses de trabajo?

Considerando que este es uno de los doce centros de excelencia del país, en todas las áreas, podemos mencionar que ya cumplimos seis meses y recibimos hace pocos días, una carta de CONICYT felicitándonos por la inauguración. En ella, María Isabel Meneses, nos indicó que estaban muy satisfechos y sorprendidos con nuestro trabajo, sobre todo, por la rapidez y eficiencia con que armamos el Centro. En esta misma línea, destacó los pasos preliminares, donde ya hemos incorporado 8 de los 9 investigadores jóvenes comprometidos. De igual forma, ya adjudicamos el proceso de selección el que fue aprobado, tenemos la infraestructura lo que representa un gran aporte institucional. Esto, en lo personal estoy muy contenta porque esto representa un gran logro personal, de la Universidad y, por supuesto, para las escuelas de Psicología y Pedagogía que sustentan el proyecto.

¿Nos podría comentar un poco de su trayectoria académica y cuándo se inicia este sueño de formar un Centro para la educación inclusiva?

Mi trayectoria académica en la PUCV, se inicia cuando me incorporé por concurso público como profesor asociado. En aquel período yo venía de otra universidad y recuerdo que me encontré con una comunidad científica muy rica en términos de contenido y con un alto sentido de vocación social. Cuando digo esto, me refiero tanto a la Escuela de Psicología, como a la Vicerrectoría de Investigación y Estudios Avanzados, que nos acoge como profesores y pone a nuestra disposición incentivos concretos a las publicaciones.

Fue así como el 2008 encontré una Universidad que tenía como objetivo estratégico crecer en investigación y, a la luz de los resultados recientes, me siento partícipe de los logros obtenidos en el área. Asimismo, quiero reconocer que la contribución que he realizado como investigadora a los resultados de la Universidad, han sido posible en gran parte por el apoyo institucional que la PUCV entrega a la investigación. En síntesis, podría decir que el sueño comenzó con la adjudicación de mi primer proyecto FONDECYT.

¿Nos podría detallar cuáles considera son los principales hitos en su carrera como investigadora?

Como dije anteriormente, el primer FONDECYT fue muy significativo. A modo general puedo decir que investigué las relaciones de orden individual que pudieran explicar el bullying en la sala de clases y la escuela. En este trabajo, recibí el apoyo de destacados investigadores de la Escuela de Psicología, que me  permitieron incorporar otras variables de tipo contextual.

Este aporte fue muy importante, porque los resultados nos mostraron que en realidad eran las variables contextuales las que explicaban y que de alguna manera permitían predecir los mayores, o peores, niveles de bullying o victimización entre estudiantes. Considerando estos resultados, publicamos un artículo que se llamaba: “La sala de clases sí importa” y, desde esta perspectiva, comencé un proceso de revisión de mi trabajo en términos investigativos, lo que me hizo también replantearme y problematizar mis propios supuestos de investigación.

Desde ahí empecé a trabajar y tuve la fortuna de ir sumando otros investigadores como María de Los Ángeles Bilbao, Paula Ascorra y Claudia Carrasco, con quienes formamos el Programa de Apoyo a la Convivencia Escolar (PACES). El trabajo que realizamos - el que está detallado en nuestra página web www.paces.cl - considera parte de lo que hicimos en el FONDECYT de iniciación y, principalmente,  lo que hicimos luego en el FONDECYT regular: “El malestar en la escuela: relación entre victimización, clima de aula y clima escolar”.

Desde su perspectiva como investigadora ¿cuáles son los aportes más significativos de estos primeros proyectos FONDECYT?

Lo primero es que nuestro trabajo reflejó, en ese momento, una postura más teórica y epistemológica, que social y ecológica, en el sentido de que la teoría considera lo que le ocurre al niño dentro del espacio escolar, no es ajeno a sus contextos sociales. Para explicarlo, podríamos decir que el clima de la sala de clases hace una diferencia importante en los niveles de bullying, es decir, si quitamos al niño de un ambiente altamente tóxico en términos del clima que se está viviendo en el aula, éste podría cambiar sus conductas. Por lo tanto,  descubrimos que no es un problema del niño, sino de su interacción con el contexto.

¿Cuáles serían las variables que se consideran en este contexto?

Como parte de este contexto la relación entre profesor y estudiante es muy importante. Al respecto, el año pasado publiqué un capítulo de libro relacionado con prácticas docentes que mejoran la convivencia escolar y, desde esta perspectiva, esta relación no sólo influye en el bullying, sino también en el bienestar del niño y la mejora de su rendimiento académico. De igual manera, las variables vinculadas a las relaciones que se establecen entre profesores, entre distintos estamentos e incluso con espacios físicos ambientales, al interior y fuera de los establecimientos educacionales, son muy importantes.

En este proceso de investigación ¿Qué aspecto les llamó más la atención como PACES?

Lo que quisimos hacer con PACES fue dar un salto hacia la investigación de calidad y excelencia, orientada a la acción. Esto significa lograr, o por lo menos apoyar, el que las investigaciones en el ámbito de violencia y convivencia escolar, pudieran ser traducidas y entendidas por las escuelas, generando impactos de largo plazo.

Para ello, partimos mejorando nuestros informes de devolución. Ahí nos dimos cuenta que esto requería mucho trabajo y que de verdad necesitábamos hacer algo con esos informes.  En esta línea, presentamos un FONDEF IDeA que fue reconocido entre los 25 mejores proyectos de los 25 años de CONICYT, por su aporte como valor social, potencial de impacto y transferencia.

En ese proyecto, diseñamos un sistema de monitoreo de la convivencia escolar, en el que recogimos información y la pusimos al servicio de la escuela, para que ellos pudieran tomar decisiones basadas en evidencia, lo que dio las bases para la posterior adjudicación de un nuevo FONDEF de innovación y tecnología, el que terminamos hace un par de meses y que fue transferirlo de forma gratuita al programa público habilidades para la vida de la JUNAEB, llegando a más de cien mil niños.

¿En qué se encuentra el programa PACES?

Sigue activo, vivo y colabora en la línea de investigación de convivencia y bienestar, que es una de las ocho líneas del centro. De esta manera, podríamos decir que el sueño comenzó con PACES, programa que ha sido muy exitoso porque tiene una parte de investigación y una parte de formación, que da vida al diplomado de convivencia escolar que está en su cuarta edición. Además, en el marco del FONDEF capacitamos vía online a cerca de 150  ejecutores del programa habilidades para la vida y seguimos impartiendo cursos, capacitaciones y desarrollando asistencia técnica.

Por lo que explica, podríamos decir que PACES es parte de la columna vertebral del Centro.

Así es, la parte de investigación pasa al Centro como línea de convivencia y bienestar. Con ello el sueño se fortalece con la contratación de los profesionales que trabajaban con nosotros, lo que nos permite aprovechar el capital humano ya formado. En síntesis, PACES se incorpora al Centro y éste último posiciona un sueño aún más grande: Impactar la política pública, entendiendo que la convivencia escolar es una condición necesaria para alcanzar una educación verdaderamente inclusiva, considerando una transformación de fondo del sistema educativo.

Esta transformación no sólo considera que los niños con discapacidad puedan asistir a la escuela, que es como comúnmente se suele entender educación inclusiva, sino que entendiendo que hay problemas de fondo y que es necesario abordar.

¿Cuáles serían algunos de estos problemas que requieren ser abordados?

En nuestros años de investigación, identificamos tres nudos críticos que sentaron las bases teóricas de la problemática que fundamentó la creación del centro. El primero es que estamos atrapados en una lógica de integración. Es decir hablamos de inclusión, pero en realidad nos referimos a integración y en un contrasentido las políticas públicas hablan de integración cuando quieren hablar de inclusión.

El segundo nudo crítico, nos señala que tenemos que considerar que estamos pegados todavía en el acceso y se olvida que la inclusión es más que el acceso. Por último, también estamos detenidos en la lógica del mercado y, en este contexto, los diversos ministerios tratan de ajustar las fallas del mercado, cuando lo que deberían hacer es desestructurar el sistema basado en mercado y generar indicadores de valor público.

Desde nuestra perspectiva, entendemos que convivencia, motivación, autoestima académica y formación ciudadana, son valores públicos y deben tratarse como tal. En este sentido, cuando hablamos de valores públicos, no nos referimos a lo estatal, sino a aquello que es parte del bien común, que nos sirve a todos.

En esta lógica ¿cómo se enfrenta la percepción de que los mejores colegios son los que obtienen los mejores resultados académicos?

En lo personal creo que debería replantearse el concepto de exitoso, porque son exitosos en la medida que seleccionan. En el fondo, la selección es una estrategia eficiente, pero no es inclusiva.

¿Cree que es posible que los colegios considerados exitosos por sus resultados académicos entiendan esto?

Todos como sociedad deberíamos interesarnos. Un ejemplo de lo que planteamos se explica por la necesidad de un cambio de mentalidad que en muchos casos no observamos en algunos colegios particulares pagados que, al no recibir aportes del Estado, no tienen que acogerse a la ley de inclusión.

 No obstante ello, tenemos una deuda como país, porque sin importar la fuente de financiamiento, uno ve que los niños están en algunos establecimientos educacionales hiper estresados académicamente, entonces el tema pasa por ver cómo los chilenos valoramos el desarrollo de las personas y cómo la escuela y, en general el sistema educativo, produce personas felices y cohesionadas, que puedan ser buenos ciudadanos y no personas altamente productivas y competitivas. Esto tiene que ver, sin duda, con el modelo social de desarrollo económico imperante en nuestro país.

¿Cómo podríamos generar un cambio?

Nuestra propuesta plantea que para generar las condiciones que favorezcan una mejor educación inclusiva, se requiere primero considerar los indicadores de calidad de la ley de aseguramiento: convivencia, motivación, autoestima académica y formación ciudadana, entre otras. Al mismo tiempo, se requiere mirar bien e investigar las políticas de gestión escolar y, para ello, hemos desarrollado en el Centro diversas líneas de investigación.

A modo de ejemplo, la línea de gestión escolar es abordada por el investigador y académico de la Escuela de Psicología PUCV, Vicente Sisto, y la línea de prácticas de aula, está a cargo de la investigadora y profesora de pedagogía de la PUCV, Dominique Manghi. Además, trabajaremos con otros investigadores en áreas vinculadas a las trayectorias y transiciones estudiantiles, para ver de qué manera los estudiantes permanecen o no en el sistema educativo y cuál es la relación que tiene con diversos contextos que los van segregando y excluyendo, situación que tiene distintas repercusiones para su vida.

En paralelo, también estamos desarrollando herramientas y estrategias para poder favorecer la inclusión. Algunas de las iniciativas comprenden el desarrollo de un programa para plataforma web que busca favorecer las competencias ciudadanas de estudiantes secundarios. Además, tenemos cápsulas audiovisuales sobre buenas prácticas en convivencia y, en esta línea, queremos también abordar la motivación y compromiso al aprendizaje y la formación ciudadana. Lo anterior, ha sido pensado como dije antes para generar impactos a partir de investigaciones de calidad que, posteriormente sean transferibles a la ciudadanía a través de las escuelas y políticas públicas.

¿Qué actividades piensan realizar para comenzar con este cambio?

Pensamos comenzar con actividades académicas tradicionales, como seminarios donde se aborden temas de actualidad en educación. Al respecto, hace pocos días realizamos un seminario con la organización ‘Alto al SIMCE’, que es un movimiento social académico, donde tuvimos la importante participación de una delegación de profesores del sindicato de Chicago. En esa oportunidad, mantuvimos un diálogo muy potente con Pauline Lipman, quien es una investigadora muy reconocida y que trabaja con Carmen Gloria Núñez, investigadora de nuestro Centro.

De este modo, vamos poniendo en discusión temas de interés, como por ejemplo qué ocurre con las pruebas estandarizadas y de qué manera impactan a las escuelas que obtienen malos resultados. En este punto, quisiera mencionar que la ciudadanía común no sabe que una escuela podría cerrase o perder el reconocimiento oficial por malos resultados en el SIMCE. Este sistema de rendición de cuentas, trae consigo consecuencias negativas para los estudiantes, profesores y la escuela en general, porque trabajan con una soga al cuello. Por lo demás, la literatura internacional viene de vuelta en este tipo de procesos castigadores.

Imagino que el Centro tiene mucho que decir en estos temas.

Por supuesto y nuestro objetivo, entre otros, es publicar en los mejores sitios que se encuentran en las bases de datos indexadas, en definitiva, producir conocimiento de calidad que pueda ser transmitido a la comunidad de forma oral, en publicaciones o a través de los medios audiovisuales. La idea es generar y facilitar la discusión cívica respecto de este tema, de forma de ir aportando a la transformación de las políticas públicas.

¿Dónde queda la felicidad de los niños en este sistema de pruebas estandarizadas ultra competitivas?

En la actualidad, estamos realizando un análisis secundario de la base de datos SIMCE, en un escenario bastante complejo, porque terminó la marcha blanca vigente de la ley de aseguramiento de la calidad del 2012. Es decir, que estamos frente a un posible cierre de escuelas.

En el marco de esta ley, la creación de la Agencia de Calidad y la Superintendencia de Educación, tenían como objetivo principal, medir la calidad de educación de manera integral, a través de indicadores de desarrollo personal y social, como es la convivencia escolar.

De esta manera, la felicidad de los niños no se considera en este modelo donde las agencias vienen a ‘ordenar las escuelas’, por medio de un ranking, al igual que lo hacía la ley CEP anterior. Este proceso considera visitas de evaluación orientativa por parte de los especialistas de las agencias, lo que es considerado en las escuelas como intervención. Para ser bien claros, no creo que pueda definirse este trabajo como intervención, pero está claro que si en cuatro años no se alcanzan los resultados, las escuelas que no cumplan pueden ser cerradas.

En este contexto, aún no se cierra ni una escuela, pero la amenaza es fuerte. Entonces lo que nosotros investigamos es el ambiente de política punitiva y cómo afecta el funcionamiento de las escuelas.

¿Qué proponen al respecto?

Investigar para generar conocimiento que nos permita, por ejemplo, vincular los resultados del SIMCE con temas como convivencia escolar o la relación entre los actores del sistema educativo. En este punto, hemos trabajado con colaboradores internacionales, obteniendo relaciones curvilíneas lo que nos indica que la idea de que los niños que reportan menos apoyo de los profesores les va peor en el SIMCE y los que reportan más les va mejor, es errónea, ya que la relación entre variables no es lineal sino con forma de ‘U’ invertida.

¿Cuál sería la explicación de esto?

Los resultados son complejos de entender, porque mientras un grupo que reporta un gran apoyo de sus profesores obtiene mejores resultados, algo pasa en algún momento que invierte esta relación y los niños que reportan que reciben mucho apoyo de los profesores bajan sus puntajes SIMCE. Esta relación no coincide para nada con los resultados de la literatura internacional. Nuestra hipótesis es que podría estar produciéndose que los profesores podrían estar haciendo una diferencia propia, pedagógica, respecto de a que alumnos apoyan más y a quienes apoyan menos. Dicho de una forma más coloquial, tal vez apoyan más a la media y menos a los que menos necesitan y a quienes perciben que no tienen la disposición de aprender.

¿Esto cómo se relaciona con el tema de la inclusión? Porque finalmente si cierran escuelas y, por otra parte, se está fomentando la inclusión, siento que se avanza en distintas direcciones.

Muy de la mano y puedo graficarlo con un seminario que convocó recientemente a cerca de 400 personas en torno a la convivencia escolar y donde participaron especialista de Argentina, México, Perú y Chile. En la oportunidad, una institución señaló que se estaba trabajando en buenas prácticas en convivencia escolar, con niños felices y profesores que sentían que iban mejorando. Sin embargo, desde el nivel central se planteó no presentar las buenas prácticas de escuelas que estuvieran mal rankeadas por el SIMCE. De considerar esta propuesta, solo se podrían mostrar el trabajo de 3 de las 10 escuelas que estaban obteniendo resultados. Este tipo de temas, son los que nosotros estamos investigando y queremos generar un cambio que considera ir más allá de un ranking para medir los resultados de la educación de calidad que todos queremos.

A modo de comentario, los niños que tienen mejores resultados en Chile, por lo general, son de las escuelas particulares pagadas. No obstante ello, muchos de ellos lo están pasando muy mal por la gran carga académica a la que son sometidos y, de alguna forma, esto también explica el efecto curvilineal. En este punto, no debemos olvidar que la inclusión es para todos, para el que se porta mal y le va bien académicamente, para el que no le va tan bien y, de igual manera, para el que tiene buenos resultados y lo pasa mal producto de las exigencias.

A nivel internacional, tenemos la paradoja de que los países que tienen mejores resultados, son los que menos interés tienen por las pruebas estandarizadas y los rankings. Siguiendo esta idea, nuestro trabajo más allá de intentar estar sobre la media de cualquier medición, es investigar para crear un sistema educativo que genere bienestar en la comunidad y que eso también empuje hacía mejores aprendizajes. 

 

Por Marcelo Vásquez, Periodista Vicerrectoría de Investigación y Estudios Avanzados