En el Congreso se está debatiendo una nueva Ley General de Pesca y Acuicultura, que pretende reemplazar a la actual legislación, la Ley 18.892, originada en 1989 y actualizada en numerosas oportunidades. El proyecto aborda ámbitos relacionados con la actividad pesquera artesanal como explotación, planes de manejo, causales de caducidad y medidas de administración, entre otros temas.
Un aspecto que es novedoso corresponde al Artículo 38, que aborda la categoría de planes de manejo de las Áreas de Manejo de Recursos Bentónicos (AMERBs) y la instalación de Arrecifes Artificiales (AA), de conformidad con los requisitos y características establecidas en el reglamento. En dicho artículo se valida el uso de esta tecnología para el aumento de la producción de organismos bentónicos, que se ubican en el fondo marino, entre ellos se incluyen a las algas, corales, pepinos de mar, lapas, erizos, entre otros.
Al respecto, la Escuela de Ciencias del Mar de la PUCV ha desarrollado una serie de proyectos desde 2012 a la fecha, con el apoyo del Fondo de Fomento al Desarrollo Científico (FONDEF) y Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC), instalando arrecifes artificiales en las áreas de manejo de pescadores artesanales de Lebu, Quintay y Maitencillo.
Gracias a los resultados de estas iniciativas y a las diversas reuniones con los profesionales de la Subsecretaría de Pesca se logró instalar el tema y contribuir sobre la conveniencia de disponer de una normativa en el país que facultara a las AMERBs en el uso de arrecifes artificiales.
COMPLEJIDAD DEL FONDO MARINO
La investigadora María Isabel Toledo, directora de los mencionados proyectos, expresó que la utilización de arrecifes artificiales contribuye al desarrollo de la acuicultura de pequeña escala, tanto de recursos marinos como erizos, locos, de algas y otros de alto valor comercial. Esto es posible puesto que no todo el fondo de una AMERB es útil, debido a la amplia variedad en su composición como por ejemplo arena, roca plana, grava y piedra móvil. No obstante, estos procesos sí son posibles de observar sobre estas estructuras dispuestas en aquellos fondos.
“La propuesta de los arrecifes artificiales se probó con éxito, en consecuencia, esta tecnología se podría incorporar en las áreas de manejo gracias a esta nueva normativa y otras en curso. Lo realmente efectivo, en términos de adopción y transferencia tecnológica, es impulsar a nivel nacional, un programa de incorporación de estos arrecifes en diversas áreas a lo largo del país. De este modo, se aumentaría significativamente la productividad de recursos bentónicos a nivel nacional. Así mismo, es posible impulsar otras actividades productivas como lo es, el turismo de observación subacuático, tema que también fue considerado en los resultados de estos proyectos” señaló.
UN DISEÑO QUE CONSIDERA LAS CARATERÍSTICAS DEL AMBIENTE
Toledo expresó que no todo el fondo marino es apto para el crecimiento de recursos bentónicos. Hay algunas zonas que tienen mucha arena o fondos inestables, donde los AA pueden ser una excelente alternativa para propiciar su cultivo.
“El aumento de superficie útil asegura sin duda una mejora productiva para los pescadores que tienen asignada un área de manejo para la explotación de recursos bentónicos. En Lebu, donde se comenzó a instalar estas estructuras hace más de 10 años, se encuentran totalmente mimetizadas con el medio submarino; otro ejemplo es Maitencillo, donde ya se encuentran locos de mar”, complementó.
La experta reflexionó en relación a que no siempre existe una línea directa entre la investigación que se realiza en el país y que sus resultados resuelvan un problema práctico. “En este caso, nuestro trabajo representa un importante logro, pues la Universidad ofreció una respuesta a un desafío concreto para que esta tecnología se ocupe a lo largo de todo Chile”, expresó.
La ingeniera pesquera de la PUCV, que además preside la Asociación Gremial de Profesionales Pesqueros (APROPECH), ha participado en diversas reuniones técnicas en el Congreso para lograr que se desarrolle la normativa.
La iniciativa liderada por la Universidad contempló las velocidades de corriente marina y otras condiciones ambientales y estructurales de diseño, que deben tomarse en cuenta para la instalación de los arrecifes. Este aspecto metodológico es de especial relevancia a la hora de definir los reglamentos de las normativas, considerando que en la costa del país se percibe un impacto mayor por el aumento de marejadas y temporales.
“En el diseño de los arrecifes artificiales se deben incluir las corrientes marinas, el tipo de suelo, altura de la ola y otros parámetros, los que se ingresa a un programa informático para evaluar las condiciones más críticas de ocurrencia. En nuestro caso, se definió el peso, la altura, los ángulos de la forma, diámetros de los orificios y otros aspectos del diseño. Se precisa tener claridad de las condiciones oceanográficas y físicas del lugar. Con ello es posible diseñar el arrecife en función de las características de cada zona”, concluyó la investigadora Toledo.
Por Juan Paulo Roldán
Dirección de Comunicación Estratégica