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Investigadores PUCV analizan presencia de metales pesados en comunas de Santiago utilizando hojas de árboles nativos

Investigadores del Laboratorio de Dendrocronología y Estudios Ambientales de la PUCV en conjunto con expertos del Centro del Clima y la Resiliencia (CR)2 recolectaron y analizaron muestras de hojas de Quillay y Peumo. Encontraron elementos como molibdeno, plomo, aluminio, estaño, níquel, cobre y zinc, los que a elevadas concentraciones pueden ser nocivos para la salud.

Jueves 24 de enero de 2019

Investigadores PUCV analizan presencia de metales pesados en comunas de Santiago utilizando hojas de árboles nativos - Foto 1
Investigadores PUCV analizan presencia de metales pesados en comunas de Santiago utilizando hojas de árboles nativos - Foto 2

La naturaleza guarda una serie de secretos que recién se están descubriendo. En esta misma línea, los investigadores del Laboratorio de Dendrocronología y Estudios Ambientales del Instituto de Geografía de la PUCV junto a expertos del Centro del Clima y la Resiliencia (CR)2 analizaron durante casi dos años el material particulado depositado sobre las hojas de los árboles Peumo y Quillay presentes en 30 comunas de la Región Metropolitana con el objetivo de pesquisar la presencia de elementos químicos contaminantes que pueden ser nocivos para la salud.

El ámbito de investigación es interesante considerando que el Ministerio de Medio Ambiente monitorea permanentemente la calidad del aire en la capital, a través de estaciones capaces de registrar partículas de distintos tamaños como el material particulado de 10 micras o MP10, o de 2,5 micras, conocido como MP2,5, además de algunos gases como ozono, NOx y SOx.

Sin embargo, el número de estaciones en el Gran Santiago es reducido. Alrededor de 13 estaciones de este tipo se pueden contar para las más de 40 comunas, las cuales no registran metales pesados y otros elementos químicos, los cuales pueden potencialmente causar graves daños a la salud.

“Existe desconocimiento de las concentraciones de estos metales a los que está expuesta la población en las distintas zonas de la capital. Contar con esta información puede permitir identificar fuentes de contaminación, entender el rol de los patrones de circulación atmosférica en la contaminación y por supuesto determinar el grado de exposición de la población a metales pesados”, advierte Ariel Muñoz, académico del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso e investigador del Centro del Clima y la Resiliencia (CR)2.

METALES PESADOS EN DISTINTAS COMUNAS DE LA CAPITAL

En este contexto, científicos del Laboratorio de Dendrocronología y Estudios Ambientales de la PUCV junto a expertos del Centro del Clima y la Resiliencia (CR2), recolectaron muestras de hojas de árboles de Quillay y Peumo en invierno, primavera y verano entre 2016 y 2018 para medir las concentraciones de metales presentes en el material particulado depositado sobre las mismas. Se encontraron árboles de estas especies distribuidos en más de 30 comunas de la Región Metropolitana en donde se determinaron las zonas más expuestas a estos metales.

“Los metales pesados no están incluidos en la red de monitoreo. Entonces, diseñamos un muestreo alternativo que nos permitió espacializar y reconocer específicamente dónde se concentran determinados contaminantes, principalmente los metales pesados que provocan un gran daño a la salud. Pensamos en un método que no fuera de costo elevado y que pudiera proveer datos de la calidad del aire en la mayoría de las comunas. Así llegamos a la conclusión de que una buena opción era el uso de las hojas de los árboles. Básicamente, porque los árboles están ampliamente distribuidos en la ciudad y su recolección es de bajo costo, transformando a estos biomonitores en una buena matriz ambiental para analizar lo que está en el aire que respiramos”, precisó Muñoz.

Los resultados de la investigación demostraron que elementos como Cobre, Plomo y Plata se concentran en zonas del centro y norte de Santiago especialmente en invierno y verano, sin embargo otros elementos como el Molibdeno se perciben en todas las estaciones del año en el sur de la ciudad, asociado a fuentes específicas que procesan este metal en esa zona. A su vez, el Cadmio se ubica también en altas concentraciones en esta zona de la capital, pero únicamente en verano.

“La investigación descubrió un grupo de metales que son mayoritariamente dispersados por el viento durante el invierno, entre ellos están el Aluminio, Antimonio, Estaño, Cadmio y Zinc, provenientes de distintas fuentes. Si bien la mayoría de las industrias no están en las comunas con mayor ingreso per cápita en Santiago, estos metales viajan transportados por el viento y se depositan en estas comunas. Lo anterior confirma la necesidad de reducir las emisiones contaminantes en Santiago, ya que independiente de dónde se emitan los contaminantes, estos pueden afectar no solo a quienes viven en las cercanías de estas fuentes, sino que también a una gran cantidad de habitantes que viven lejos de estas emisiones”, advirtió el profesor.

Si bien el monitoreo de material particulado se desarrolla con gran precisión y alta periodicidad por parte de las autoridades ambientales, en general muchos de los elementos estudiados, varios de ellos nocivos para la salud en altas concentraciones, se encuentran en altísimas concentraciones en relación a otros países y estudios publicados a la fecha.

“El plomo a pesar de que se eliminó de las bencinas alrededor del año 2000, todavía se encuentra presente en el polvo en suspensión en Santiago, concentrándose en zonas con mayor movimiento vehicular dentro de la ciudad. Este elemento es altamente nocivo para la salud humana. Si se incorpora plomo al organismo generará problemas a la salud y es cancerígeno. El problema de hoy no es la emisión, sino que emitimos mucho en el pasado y ahora se re-suspende. Si bien los niveles de este metal han disminuido en Santiago, no hemos desarrollado actividades concretas para reducir la exposición de los habitantes a este contaminante”, concluye el Dr. Muñoz.

En Chile no tenemos una norma para regular la presencia de estos componentes. Las autoridades de salud y medioambiente deberían revisar este tipo de estudios para crear una norma más actual. Es importante contar con este tipo de información para la planificación urbana, especialmente a la hora de elegir dónde localizar e instalar parques, edificios, infraestructura de salud, consultorios, escuelas y hogares de adultos mayores en ésta y otras ciudades del país. 

Por Juan Paulo Roldán

Dirección General de Vinculación con el Medio

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